Aunque el peso de Baeza en la historia es muy fuerte y, a primera vista, puede parecer que todo está dicho y escrito sobre ella, la realidad dista mucho de que así sea. Hay muchas cosas de la historia de Baeza que permanecen en la oscuridad o tienen todavía un amplio campo que trabajar para su investigación y/o reinterpretación.
Asistimos en España a una verdadera explosión de la novela histórica, fundamentalmente centrada en la época de la II República, la guerra civil y la llamada “España Imperial”. Novelas, libros de historia y hasta series de televisión se han convertido en verdaderos fenómenos de masas. Paradógicamente coincide con la pérdida de importancia que los gobernantes están dando al estudio científico de la historia en los planes educativos. ¿Casualidad?
Desgraciadamente, la información que tenemos sobre Bayy?sa es demasiado escasa, fragmentaria y poco adecuada como para conocer en profundidad las claves de una época tan extensa e importante. La referencias que se hacen sobre este periodo histórico son en torno a hechos políticos o de armas y se inscriben más en el terreno de la reinterpretación de fábulas y leyendas que en el análisis de la documentación y la arqueología.
Aunque muy joven, viví conscientemente y participé activamente en la Transición de la Dictadura a la Democracia en España, los tiempos que ahora vivimos me recuerdan, con las diferencias propias de cada momento, a aquellos que se vivieron hace casi cuarenta años. Como historiador neigo que la historia se repita, y estoy convencido de que a estas alturas casi todo está inventado. Conocer la historia y practicar la memoria es un ejercicio sano.
Este es el último artículo de la serie de tres que, sobre el patrimonio arquitectónico baezano en el siglo XX, he venido presentando en esta publicación, basados en la investigación desarrollada sobre el tema y que espero que pueda publicarse pronto in extenso. Seguramente resultará el más llamativo, polémico o discutible, y por consideraciones que no tienen que ver con el debate patrimonialista.
Tras la guerra civil España sufrirá una regresión espectacular en todos los aspectos de la vida y, consecuentemente, también en lo relativo al patrimonio cultural. Los nuevos órganos tendrán un marcado carácter político y sus primeras actuaciones fueron de contenido propagandístico e ideológico.
El concepto que hoy tenemos del patrimonio es fruto de la evolución. Está en permanente cambio. Y gran parte de su contenido depende del pensamiento dominante en cada momento, de las condiciones sociales, políticas e ideologías que lo sustentan.
A principios de 2008 tuve la oportunidad de ayudar a un estudiante de musicología de la Universidad Nacional Autónoma de Méjico a buscar en Baeza una documentación que necesitaba para realizar su tesis doctoral. Me localizó desde Méjico y pude encontrarle lo que deseaba. Luego la información, así como el conocimiento de la existencia del personaje al que vamos a dedicar estas líneas, se lo debemos a su trabajo. Vayamos a la historia.