Las raíces

Las raíces

    The Church of Horrors cumple su primer año como revista digital. A modo de celebración, propuse a todos los colaboradores un tema especial sobre el que inspirar sus artículos e ilustraciones: «la vuelta a las raíces». El resultado es este número, hecho desde la ilusión, la nostalgia, el amor al arte y, sobre todo, las ganas de continuar.


    Cuando busqué la premisa sobre la que inspirar el número de diciembre, pensaba de qué están hechas las personas. Basada en mi propia experiencia, descubrí que mi vida era el resultado de dos hilos entretejidos, por un lado los sueños, por otro la realidad. Entonces recordé a Calderón «toda la vida es sueño» y extendí mi conclusión a toda la Humanidad. Porque somos aquello que soñamos, y nuestras ilusiones y esperanzas son el motor que nos pone en movimiento, el estado natural del Universo. Y entre sueño y sueño, la vida pasa alternada con la realidad.

 

    Hace tiempo leí un libro sobre psicología del desarrollo. Exponía cómo, desde que somos pequeñas habichuelas, nuestra personalidad viene marcada por el entorno. La educación que recibimos, las experiencias que vivimos, las personas que nos encontramos, dan forma a lo que hoy somos. Así, como plantas hundiendo sus raíces y nutriéndose de la tierra, los hombres nos alimentamos de momentos, y el valor de éstos nos hacen convertirnos en tal o cual persona. 

 

    Los recuerdos de mi infancia son pequeños lapsus en el mar de la memoria, casi ensoñaciones de lo que fuí en una casa grande, llena de luz y flores, ubicada en una calle con nombre extraño. Son curiosos los nombres de las calles, un trozo de asfalto, el lugar donde vives, tu espacio en la ciudad y todo lo que esconde tras de él. Quizás eso también nos marque de alguna manera. Porque allí estaba yo, una niña tímida, callada y soñadora, cantando en las escaleras frente al espejo o sentada en el poyo de la ventana, mientras mi madre cosía, mirando la vida cotidiana pasar. 


        «Porque somos aquello que soñamos, y nuestras ilusiones y esperanzas son el motor que nos pone en movimiento».


    Desde mi egocentrismo infantil afirmo que no había niña más feliz. Y en mi mente revolotean imágenes de tardes de costura y patrones, ovillos de lana, tarros llenos de viejos botones, cartulinas de colores, pinceles y botes de pintura. La máquina de escribir de mi padre, viajes en coche los fines de semana, paseos el sábado por la mañana para comprar el periódico e Informe Semanal después de cenar. El parque, la bicicleta, siestas tratando de escuchar a las moscas freír patatas, tardes disfrazando a mi hermana y juegos en la calle.

 

    Parte de lo que soy se lo debo a cada una de las personas que alguna vez compartieron conmigo un tramo del camino. En él no hay buenas o malas, más bien se distinguen por las que llenaron los huecos de mi ser y aquellas que sólo me enseñaron el vacío. Las últimas se han ido apeando en las estaciones del trayecto, las primeras continúan conmigo, de una forma u otra, siempre presentes. El primer abrazo de mi madre, las aventuras con mi padre, el día en que por fin conocí a mi hermana, mis abuelos, mis amigos del colegio, monjas y profesoras que me enseñaron con cariño y los conocidos de un barrio tranquilo, en el que había una calle con nombre extraño, y en el número diez, una casa grande, blanca y con flores, en la que vivía una niña que hoy dibuja estas letras, sacando del tiesto unas maravillosas raíces, nutridas en una realidad que sólo inspira bonitos sueños.


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Pies de foto:


    [Imagen principal] Chema Peral (2014).

 

 

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Comentarios
[22 dic 2014 14:22] Miguel Ángel escribió:
Es curioso como la mente nos obliga a madurar para recordar de una manera tan especial aquellos momentos de la infancia. Como cosas tan banales como «un tarro lleno de viejos botones», »cartulinas de colores» u «ovillos de lana», con el paso de los años, se convierten en recuerdo entrañables que, en apariencia codificada, esconden algo que va mucho más allá de su apariencia realista y objetiva. Gloria a ti que sabes como rememorar aquellas imágenes neblinosas con la magia de tus palabras.