Indios, semillas y ébola
SOCIEDAD

Indios, semillas y ébola

   El 12 de octubre, una exposición sobre el valor nutricional y alimenticio de la quinua y la cañihua y el virus del Ébola. Un trívium sobre el que iniciar nuestros pasos por la conquista de un mundo más justo.

 

    En The Church of Horrors estamos de aniversario. Cumplimos un año, y parece que fue ayer cuando empezamos porque seguimos trabajando con la misma ilusión. Pero como en todo proyecto ha habido momentos duros, momentos de tener que trabajar sin saber de dónde sacar el tiempo, momentos de estrés, algunas decepciones y momentos de no saber si estamos a la altura de lo que pretendemos conseguir. Pero todos esos momentos quedan en la nada cuando alguno de los que nos leéis comentáis algo de lo que se ha escrito, compartís alguno de nuestros artículos porque os ha resultado de interés o nos animáis a seguir construyendo en nuestro pequeño espacio en la red hegemonía cultural e independiente. Por eso, para celebrar este primer aniversario nos hemos propuesto que todo lo que creáramos para este número girara sobre un tema en común: «la vuelta a las raíces». Porque para sacar adelante un proyecto así, en el que todos los colaboradores trabajan por «amor al arte» uno no puede perder de vista qué fue lo que le llevó a comenzar a colaborar y formar parte de esta familia. Yo, por mi parte, he querido escribir sobre los orígenes de uno de los problemas más vergonzosos y a la vez asumidos de los que arrastramos en los últimos siglos. Porque es evidente que para empezar a atisbar algo de luz en situaciones de este tipo y magnitud es imprescindible «volver a las raíces», y preguntarnos qué es lo que falla desde el origen.

Cualquier persona que tenga los pies en la tierra y un poco de corazón se habrá preguntado alguna vez por qué los mal llamados «países pobres» o «países del tercer mundo» son, o más bien están, tan empobrecidos. Y sobre todo; se habrá preguntado, o al menos a mí es lo que más me hace pensar y más me frustra, por qué ninguno de eso países consigue mejorar su situación y escapar de esa miseria. A continuación, intentaré hacer una breve síntesis de los motivos que me han llevado a escribir este artículo, los cuales a su vez, servirán de hilo conductor para intentar dar respuesta a estas preguntas.

 

    Resulta que en las últimas semanas se han dado una serie de acontecimientos que me han hecho replantearme estas preguntas una y otra vez, y con cada uno de ellos he obtenido una pieza más del puzle que responde al motivo de este texto.

 

    El primero de ellos, fue la celebración de la Fiesta Nacional de España el día 12 de octubre. Como todos los años, desde hace ya unos cuantos, volví a plantearme el sinsentido que supone, al menos para mí y para muchos españoles, celebrar como Fiesta Nacional el aniversario de la llegada de Cristóbal Colón (por cierto, italiano de nacimiento) al continente americano, al que confundió con las Indias que es a donde pretendía llegar en un principio. Son por todos conocidos la serie de acontecimientos que siguieron a este hecho, a los que denominamos genéricamente como colonialismo: sometimiento de los nativos a la esclavitud, imposición de la religión cristiana, agresiones sexuales a las indígenas americanas y la muerte de todo aquel que no se sometiera a las nuevas leyes y la nueva Fe; en resumidas cuentas. Es decir, un genocidio con todas las letras. Ni que decir tiene el pisoteo y el desprecio que esto supone a la cultura y a la fe ya existente en ese pueblo por el simple hecho de ser considerados  como «salvajes»por los recién llegados del «mundo civilizado».

 

    En segundo lugar, tuve la oportunidad de asistir a la Jornada de la quinua y la cañihua que se celebró en Córdoba y en la que participaba mi compañero de piso exponiendo su experiencia tras visitar Ecuador y conocer de cerca el cultivo y posterior Comercio Justo de estos pseudocereales. El broche final a la velada corría a cargo del Profesor José Esquinas Alcázar, Doctor en Ingeniería Agrónoma que ha trabajado durante 30 años en la FAO (Food and Agriculture Organization), organismo que se integra dentro de la ONU. Su exposición fue reveladora para mí. A grandes rasgos el profesor nos habló de los problemas de alimentación y nutrición que existen en muchos países sudamericanos y como el colonialismo había influido en esos problemas hasta nuestros días. Introdujo un concepto nuevo para mí: el colonialismo nutricional. Me explico. El colonialismo nutricional consiste en la influencia negativa sobre la alimentación y la nutrición de los pueblos indígenas que tuvo la imposición de la cultura y la religión de los colonos, cuyas consecuencias han arrastrado estos pueblos hasta nuestros días. 


        «El colonialismo nutricional consiste en la influencia negativa sobre la alimentación y la nutrición de los pueblos indígenas que tuvo la imposición de la cultura y la religión de los colonos, cuyas consecuencias han arrastrado estos pueblos hasta nuestros días».


    La quinua y la cañihua crecen sin problema en las zonas en las que algunos de estos indígenas vivían (véase, por ejemplo, la Cordillera de los Andes cuya altura media es de unos 4000 msnm), y de hecho gran parte de su dieta se basaba en el consumo de estos granos; sin embargo, las condiciones climáticas no son las más idóneas para, por ejemplo, cultivar trigo. Pero los colonos no concebían estos pseudocereales como parte de su dieta, ya que su cultura que era la consecuencia directa de que en las tierras de donde ellos procedían sí  crecía bien el trigo, debido a las condiciones metereológicas y atomosféricas de la zona; admitía  que una de las bases de su dieta era el trigo, pero de ninguna forma la quinua o la cañihua. Incluso su religión, en forma de plegaria en una de sus oraciones les dictaba qué es lo que debían comer y por lo que debían estar agradecidos a Dios: «el pan de cada día dánosle hoy»; y el pan se hace con trigo, no con quinua ni con cañihua. ¿Cómo iban a comer estos «hombres civlizados» ese grano propio de los «salvajes» y «herejes» indígenas americanos? Y aquí es donde se pone de manifiesto el aspecto más crudo del colonialismo, que he expuesto en el párrafo anterior: convirtieron a los indígenas a la fe cristiana, les impusieron su cultura y quemaron sus campos para después cultivar trigo, «como Dios manda». El problema ya lo hemos mencionado antes, que las condiciones no son propicias para que este cultivo creciera y por tanto el trigo, nueva base de la alimentación del pueblo indígena, escaseaba.

 

    Sin caer en el simplismo ni en la frivolidad, si la imposición cultural y religiosa ha calado tan profundamente en Sudamérica que a día de hoy la mayoría del subcontinente habla castellano y la religión mayoritaria es el cristianismo, imaginemos la magnitud que pudo llegar a alcanzar algo, en principio tan banal, como lo que acabamos de exponer y los problemas nutricionales y de alimentación  que ello ha acarreado hasta nuestros días. Siglos después, hemos descubierto que la quinua y la cañihua tienen unas propiedades nutricionales excelentes ya que aportan un elevado contenido proteico y gran cantidad de energía; ideal para pueblos en los que la escasez de recursos alimenticios ha sido la norma en los últimos siglos. De hecho, debido a estas propiedades, a su fácil conservación y sus múltiples posibilidades de uso; hoy día están siendo empleadas por la NASA, alejándose paralelamente de los consumidores andinos que las han vuelto a cultivar [1]. La historia se repite. Qué paradoja, un alimento que ha pasado de ser un «proscrito» a ser objeto de interés para uno de los institutos científicos más importantes del Mundo. Cuánto sufrimiento podrían haberse ahorrado estos pueblos si la historia hubiera acontecido de otra forma.

 

    Por último, debido al primer caso de contagio de Ébola en España, se produjo un intenso debate y muchos, aunque la mayoría de forma transitoria, se dieron cuenta de que si un solo caso había originado una crisis de tal magnitud en un país como España; la situación que están viviendo en varios países de África Occidental, en los que los muertos se cuenta por miles, ha de ser poco menos que apocalíptica. Lo que nos hace volvernos a plantear la misma pregunta: ¿por qué en estos países es tan difícil controlar este tipo de epidemias o mantener bajo un mínimo de control enfermedades como el SIDA, mientras que en el mundo occidental sí lo conseguimos? La respuesta es fácilmente deducible, pero me apoyaré en un artículo de Vicenç  Navarro (el cual aporta varias referencias en el mismo) aparecido en el diario Público que resultó ser bastante esclarecedor [2]. Grosso modo, la clave sobre el avance imparable del Ébola en estos países se basa en una serie de puntos que intentaré resumir a continuación:

 

    Primero y más evidente. Aparte de ser un virus con una elevada mortalidad, es un virus que tradicionalmente había afectado a países africanos, pero nunca al «primer mundo» por lo que nunca se ha investigado en profundidad, ya que como sabemos la industria de la salud y las farmacéuticas se mueven por los beneficios, y el invertir una importante cantidad de dinero para desarrollar un fármaco que prevenga o cure una enfermedad que solo había afectado a personas que no podían pagar ese tratamiento, no entra dentro de su percepción de negocio. La de sobra conocida insensibilidad de los Estados de los «países ricos» hacia el bienestar de las poblaciones de los países llamados pobres explica la escasa atención hacia este tipo de enfermedades, al considerar erróneamente que no les afectarán. El SIDA demostró, sin embargo, el error de estos supuestos. Pero a esta insensibilidad hay que añadirle su considerable responsabilidad por la existencia y permanencia de la pobreza en estos países. Y ahí está el quid de la cuestión, que raramente aparece en los mayores medios de información.


        «La de sobra conocida insensibilidad de los "países ricos" hacia el bienestar de las poblaciones de los países llamados pobres, explica la escasa atención hacia este tipo de enfermedades, al considerar erróneamente que no les afectarán». 


    Segundo y más importante. Las tierras de estos países son ricas en productos minerales y agrícolas, de ahí que haga hincapié en el error que cometemos al llamarlos pobres; sin embargo, la mayor parte de la economía está en manos de grupos financieros que se apropian de la riqueza de estos países sin que se filtre prácticamente nada de ella a la población, que consecuentemente trabaja la tierra pero vive en la más absoluta miseria; mientras que estas empresas transnacionales de las que hablamos aumentan cada vez más y más sus dividendos y los de los países de los que proceden. Evidentemente, es necesario que exista una connivencia entre las élites que gobiernan estos países empobrecidos y las empresas que utilizan este más que cuestionable modus operandi para que este tipo de saqueo sea posible. Y cada vez que existen movilizaciones o manifestaciones para intentar romper esta estructura de poder, los gobiernos de los «países ricos» (sumamente influenciados por aquellas empresas transnacionales que tantos beneficios le reportan) movilizan sus tropas o envían ayuda militar para que el poder de las élites que dirigen estos mal llamados «países pobres» siga intacto.

 

    Tercero. A causa de esta pobreza extrema, estos países tienen una estructura salubrista y sanitaria muy insuficiente, estructura que se ha ido debilitando aún más como consecuencia de las políticas neoliberales del FMI impuestas a la mayoría de países africanos, que tienen un impacto desastroso en estos países, cuyos gastos públicos sanitarios por habitante son los más bajos del mundo. Y se está incluso reduciendo más como consecuencia de las políticas de austeridad (con los recortes del gasto público social, incluyendo el sanitario) impuestas por el FMI a fin de que reduzcan su deuda pública, como condición para que puedan recibir dinero prestado para poder estimular la economía. La bochornosa similitud entre el desmantelamiento, debido a los recortes en sanidad, de la planta del Hospital Carlos III de Madrid dedicada a enfermedades infecto-contagiosas y la debilitación de las estructuras de sanidad de los países a los que nos referimos y sus, aunque a diferente escala, similares consecuencia; creo que es bastante reveladora y didáctica a la hora de dar respuesta a las preguntas que nos hacíamos al inicio de este texto.

 

    Como conclusión, me gustaría recalcar que este texto no pretende ser nada más allá de un acercamiento; un pasar casi de puntillas por las causas, y sus correspondientes responsables, de los problemas tan sumamente complejos y profundos a los que hemos intentado arrojar un poco de luz. La simplicidad y la concisión con la que aquí se exponen todos los datos es el resultado de un ejercicio para hacer de esta lectura una actividad didáctica y que invite a la reflexión concienzuda por parte de cada uno de nosotros a nivel individual. De haber sido de otra forma el resultado hubiera sido un tratado infumable que aportaría el mismo o poco más rendimiento al fin que persigo. Ni que decir tiene que las soluciones a los problemas que hemos conseguido identificar son, si cabe, aún más complejas que los propios problemas, pero eso ya es harina de otro costal. Quizá algún día me anime a intentar hacer un acercamiento a las mismas, con la misma ilusión y decisión con la que hoy escribo esto. Mientras tanto y para sentar las bases por las que tiene que pasar cualquier solución que pretenda ser realmente útil y duradera en el tiempo, recomiendo la lectura minuciosa de un artículo que escribió en esta misma revista mi compañero de quebraderos de cabeza y amigo El nieto de Angustias: Caridad vs Justicia [3].

 

    Por último, como no podía ser de otra forma, me despido con una canción. Una canción que es un homenaje a Latinoamérica, un subcontinente que a la vez es un pueblo. Un pueblo que es el ejemplo perfecto y manifiesto de una tierra que ha sido saqueada y devastada por los poderes económicos de todo el «Primer Mundo», en especial por sus vecinos del norte, y que nos está dando día a día una lección de cómo salir adelante con dignidad y orgullo. El tema en cuestión pertenece al último trabajo de La Raíz titulado Así en el Cielo como en la Selva. Colabora Toni Mejías de Los Chikos del Maíz y lleva por nombre  «Donde duerme el Chamán» (https://www.youtube.com/watch?v=KrHHTL1YTrQ). Que los disfrutéis tanto como yo.

 

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Pies de foto


    [Imagen principal] Joaquín Aldaguer (2014).


Enlaces:


    [1] http://internacional.elpais.com/internacional/2013/12/20/actualidad/1387556136_894594.html

 

    [2] http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2014/10/15/las-causas-economicas-y-politicas-de-la-epidemia-de-ebola/

 

    [3] http://thechurchofhorrors.com/numero-1/2014/1/sociedad/caridad-vs-justicia/

 

 

 

 

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Jesús Henares
Licenciado en Medicina. Melómano empedernido. Amante del ser humano, más de su vertiente humana que de la de ser...
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