Dentro de poco más de un mes se cumple el centenario de la muerte de Walter Guy Bond, un californiano que acabo con sus huesos (literalmente) en un pueblo perdido de la provincia de Jaén. ¿Y quién es este señor y qué pasó con él? Comencemos por el principio de la historia.
Los recientes episodios vinculados con el Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL o ISIS) guardan cierta relación con la Guerra Fría, cuando EEUU financió a las milicias yihadistas para combatir al socialismo de Afganistán. Por ello, considero oportuno recordar qué es lo que ocurrió en la primera guerra de EEUU en el citado país.
En los últimos años ha surgido una nueva ola de artistas comprometidos, ahora todo el mundo quiere dar un mensaje para no quedarse fuera. Pero se trata realmente de compromiso o es simplemente puro marketing para vender más copias de sus trabajos. Solamente el tiempo tiene la respuesta.
Hoy en día estamos acostumbrados a vivir en una sociedad de continuo cambio donde la tecnología no deja de sorprendernos una y otra vez incrementando nuestra frontera de posibilidades de producción. Sin embargo, desde una perspectiva histórica, esta situación es muy reciente.
O la generación perdida. Esa a la que se le acusa y se le señala con el dedo desde tiempos inmemoriales. O bueno, más bien desde finales de los noventa.
Mi afición por las palabras es como la de un sicópata matar, los dos cuidamos el más mínimo detalle. Las manchas de tinta en el papel o las de sangre en la ropa, las huellas de nuestros dedos en el folio, en el escritorio o en el cuello de aquella belleza nórdica de dieciséis años recién cumplidos.
Un escribano, allá por el siglo XIII, copiaba uno de los muchos manuscritos que pasaban por sus manos cuando pensó que escribiría más rápido si simplificaba algunos grupos de letras que se repetían demasiado. Como no entendía el hecho de que dos grafemas iguales fueran juntos o por acabar antes en su ardua tarea, decidió simplificar aquel complejo lenguaje que no entendía sin darse cuenta de que con su gesto acababa de crear la letra eñe.
Recuerdo la noche en que encontré su blog y le escribí sin el ánimo, pero sí la esperanza, de que respondiera de alguna forma. Eran cerca de las 5 de la mañana de hace 7 años y 11 meses y estaba sentado en mi cuarto pintado de blanco y sin muebles, pues hacía poco que había llegado a la isla, tenía la ventana abierta y la luz de la luna brillaba por todo el espacio, frío y diáfano. Desde ese entonces abrigué algo dentro de mí.
Normalmente el nombre del traductor pasa tan desapercibido como los créditos de las primeras páginas, salvo que seas un friqui de los depósitos legales y las imprentas. Sin embargo, la labor del traductor es esencial para que nos emocionemos leyendo. Crisitina Macía es una traductora conocida gracias a su trabajo para la saga Juego de Tronos, pero no es lo único que la hace tan singular.
El PCCh, el Partido Comunista de China, es el único poder que gestiona el gobierno del gigante asiático. Un enorme entramado del que ya forman parte 87 millones de personas y continúa creciendo año a año. El artículo trata de esclarecer un poco el verdadero propósito y carácter del omnipotente partido rojo el cual ya está desteñido desde hace unos años.
«He leído y acepto los términos y condiciones de uso». Hacemos clic de forma habitual en esta opción cada vez que aceptamos un servicio o usamos una aplicación. Sin embargo, la mayoría de nosotros pecamos de vagancia y no leemos más del primer punto, asumiendo una larga lista de compromisos que comprometen nuestra privacidad y seguridad en Internet.
«Who’s that knocking at my door» es el primer largometraje dirigido por Martin Scorsese, una cinta de gestación bastante larga que nació como su proyecto de graduación en la NYU en forma de mediometraje. La incipiente calidad de la producción llevó a distintas adiciones que dieron lugar a la definitiva ópera prima del director italoamericano, en la que Scorsese ya iba dando pistas de su estilo tras las cámaras.
Crónica de una revolución a través de la pantalla del ordenador, solucionando los problemas del mundo a golpe de ratón.
Michael Corleone, hijo de Don Vito del que heredó el apellido y, a su pesar, el título de Padrino de una próspera familia mafiosa neoyorquina, solo se casó una vez por amor.