El horror
En Rusia y en muchos países que antes formaban la Unión Soviética existe la tradición de celebrar el inicio del curso escolar con una fiesta donde participan alumnos, padres y profesores. A esta festividad se le denomina Día del Conocimiento. Esta fecha, que debería tener una connotación alegre, ha quedado grabada a fuego en una pequeña ciudad de la República de Osetia del Norte-Alania, su nombre es Beslán.
Era el día 1 de septiembre de 2.004 en un municipio pequeño, de apenas 30.000 habitantes. Un lugar normal, tranquilo y sin mayor importancia. Los alumnos acuden al colegio de la localidad con sus padres, es el primer día de clase. Muchos de ellos van a volver a ver sus amigos después de un largo verano, para otros es su primer día. Lo bueno del primer día es que hay una fiesta para celebrar el comienzo de curso y la directora del colegio dará la bienvenida a todos.
Los actos no han hecho más que empezar, cuando algo llama la atención del guarda de seguridad y un policía que están en el colegio: varios camiones militares se aproximan. De ellos comienzan a salir personas con vestimentas militares y armamento, ocultan sus rostros con pasamontañas y sin mediar palabra disparan sobre ellos. Son las primeras víctimas. En el patio interior del colegio, alguno de los padres escucha el estruendo de los disparos, pero no dan mayor importancia. Seguramente piensen que son petardos.
La directora del colegio está leyendo un mensaje que tenía preparado, cuando de pronto se hace el silencio entre los presentes. Las personas armadas irrumpen y rodean el patio, el que parece ser el líder de este grupo dispara al aíre. Varios miembros del escuadrón hacen lo mismo. El miedo se apodera de los presentes, se les comunica que están secuestrados. Algunos de los alumnos de mayor edad comienzan a correr y consiguen escapar, el resto, debido a su corta edad, no da importancia a lo que está pasando. Un padre se pone delante de su hijo y pregunta al líder qué está pasando. La respuesta a su pregunta es un disparo en la cabeza. Diecinueve personas más correrán la misma suerte hasta que los terroristas toman el control total del edificio. Sus cuerpos son arrojados por una ventana, amontonándose unos metros más abajo. En el exterior, los que han conseguido escapar dan la alarma: el colegio está secuestrado.
Los vecinos corren hacía el edificio. Muchos varones acuden con armas, piensan entrar ellos mismos para acabar con los secuestradores que están en el interior. Los que más se acercan son repelidos por los disparos que provienen del interior, muchos vecinos mueren. Momentos después, aparece la policía y establece el perímetro de seguridad. Hacen saber a la población que no pueden acercarse al edificio. En el interior, la mayor parte de los secuestrados son dirigidos hacía el gimnasio. Tienden cables que cruzan de lado a lado el edificio y cuelgan explosivos sobre sus cabezas. Además, todos llevan un cinturón bomba. Mediante un teléfono, el líder hace saber sus exigencia a las autoridades: retirada de las tropas rusas e independencia de Chechenia. Avisan además, que ejecutaran a 50 personas por cada miembro del comando que muera, 20 por cada herido y volarán el colegio en caso de producirse un asalto. Acto seguido, llega a la zona el ejercito y los grupos antiterroristas de élite.
Los primeros datos oficiales dan una estremecedora cifra: casi 1.200 personas están secuestradas. El gobierno hace saber a los secuestradores que no va a emplear la fuerza para resolver la situación. Comienzan las negociaciones entre ambas partes sin llegar a nada. Los terroristas hacen saber que solo hablarán con el expresidente de Ingusetia, Ruslán Áushev. Finaliza el primer día sin más noticias del interior.
Al amanecer, se palpa una tensa calma y con las primeras luces del sol aparece en el lugar Ruslán Áushey. El expresidente de la vecina república hace saber a los secuestradores que va a entrar para dialogar. Abrocha su chaqueta y se encamina firme hacía el colegio. Pasa varias horas dentro del colegio hablando con el líder del comando, la situación parece más calmada y el terrorista accede a liberar a los niños más pequeños y a algunas madres, que tienen que elegir en algunos casos qué hijo sacan con ellas y cual dejan dentro. Del edificio salen 11 mujeres y 14 pequeños. El último en salir es el negociador, que porta en sus brazos un bebé más, ha sido liberado en el último momento por uno de los terroristas. Cuando la comitiva de liberados está llegando a la zona segura, se escuchan varias explosiones que provienen del edificio.
La incertidumbre se apodera de todos los presentes. Parece ser que las dos únicas mujeres que forman parte del comando, dos Viudas Negras, se han inmolado o las han hecho explotar disparando a sus cinturones. Han manifestado su descontento porque los rehenes sean niños. Los secuestradores se ponen cada vez más nerviosos, impiden a los secuestrados ir al baño y no reparten agua ni alimentos. El calor es insoportable en el interior del gimnasio, la gente empieza a quitarse la ropa por las altas temperaturas. Muchas personas, debido al asfixiante bochorno y la falta de agua, se ven obligadas a beber su propia orina. Uno de los terroristas pone su píe sobre un interruptor y hace saber a todos que si lo levanta, todo explotará. Los padres, madres y profesores calman a los niños y les cuentan historias para que duerman.
El tercer día ha amanecido y se palpa algo extraño en el ambiente: es la tragedia que está por llegar lo que perturba a todos. Miembros de las fuerzas de seguridad contactan con los secuestradores para que dejen entrar a un grupo de enfermeros. La intención es retirar los cuerpos de las personas que se amontonan bajo la ventana y los fallecidos que hay en el interior. Los secuestradores acceden, es aquí donde se desata el horror: un terrorista parece que ha pisado un cable y ha hecho explotar uno de los explosivos en el gimnasio. Parte de los civiles armados que esperan en el exterior, muchos de ellos padres de niños secuestrados han empezado a disparar contra este ante la impotencia y los nervios. En consecuencia los secuestradores han devuelto el fuego. El ejercito decide entonces tomar el edificio.
El tiroteo y las explosiones se suceden, el techo del gimnasio cae y se desata un fuego en su interior. Personas semidesnudos por el calor y cubiertos de sangre empiezan a correr hacía el cordón de seguridad, desorientados y asustados. Mientras tanto, varias tanquetas se aproximan hacía el edificio y sirven de escudo para los militares. Los civiles armados corren hacía el inmueble disparando, otros asisten a las víctimas. La situación se alarga durante horas y el caos impera en la zona. No hay ambulancias suficientes para los heridos, muchos civiles están muriendo por disparos «amigos» y el ejercito está tomando el edificio a sangre y fuego.
Por fin, los disparos cesan y el edificio está tomado. De los 30 secuestradores, solo uno de ellos ha sobrevivido. En lo que respecta a las víctimas, 370 personas han perecido, de los cuales, 171 son niños. Los heridos se cuentan por cientos. El horror se ha apoderado de Beslán.
El autor intelectual de este y otros atentados que fueron cometidos durante finales del siglo XX y principios del XXI por toda la geografía rusa fue el líder independentista Shamil Basáyev. El Kremlin ofreció por su cabeza 10 millones de $, finalmente fue localizado y asesinado dos años después por un comando de élite del ejercito. Según las fuentes oficiales, Basáyev estaba escoltando un camión cargado de explosivos que iba a ser detonado en San Petersburgo coincidiendo con la cumbre del G-8.
Las tensiones entre Chechenia y Rusia comenzaron en 1.991, ya que tras el colapso y disolución de la Unión Soviética se abría un nuevo escenario político en la zona. Muchas repúblicas se constituyeron como estados independientes y otras se unieron a la Federación Rusa. Una de ellas, la República Chechena, de mayoría musulmana, declaró la independencia de su territorio unilateralmente y adoptó el nombre de República Chechena de Ichkería. Esto no fue visto con buenos ojos por Moscú, y lejos de buscar una solución dialogada al conflicto, se produjo una escalada de tensión que derivó en un conflicto armado entre el ejercito federal ruso y grupos armados independentistas. La guerra destruyó completamente Grozni, la capital de Chechenia y dejó hundida la economía de esta república, pese a contar con gran cantidad de recursos naturales. En cuanto a las pérdidas humanas, la contienda se cobró oficialmente la vida de 150.000 personas entre ambos bandos y una enorme cantidad de refugiados. Además de esto, hay que sumar las víctimas de atentados en suelo ruso. Hoy en día, la reconstruida Grozni y Chechenia están oficialmente bajo «control» ruso. Aunque las acciones terroristas y de insurgencia son menores, aún no han cesado.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Inma Lorente (2014) El horror.
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Allá va un par de sugerencias cinematográficas relacionadas con el conflicto checheno:
- "12" (Nikita Mikhalkov, 2007)
- "Aleksandra" (Aleksandr Sokurov, 2007)
Además, creo que la nueva de Michel Hazanavicius (director de The Artist en 2011), estrenada la semana pasada en Cannes, también tiene que ver con Chechenia. Se titula "The search".