Crítica a la televisión (I)
SOCIEDAD

Crítica a la televisión (I)

    La televisión y la publicidad crean valores, fomentan comportamientos, establecen tipos, determinan objetivos vitales. Es un arma de formación y educación para crear un tipo de «consumidor-ciudadano» adaptado a un modelo social.

 


    «El propósito de los medios masivos no es tanto informar sobre lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante»[1].

 

    El siguiente comentario crítico se construye atendiendo a los contenidos que podemos encontrar dentro de la televisión española. Se hace necesario, a la vez que interesante, evaluar el impacto que tiene en nuestras vidas la publicidad, los programas de entretenimiento (magazines, realities, call tv), los informativos, el cine, el deporte, los programas infantiles y el papel que juega el sexo, con el objetivo de analizar los valores que transmite la televisión que tenemos en España. Teniendo en cuenta que, el análisis en nuestro país, podría abarcar, de manera universal, el reflejo de la cultura visual que se ofrece en Occidente.


    Quizás sin ser conscientes de ello, las personas regalamos nuestro valioso tiempo, nuestras limitadas conversaciones, incluso, nuestras mejores acciones, en definitiva, gastamos una importante parte de nuestra vida, en ser seducidos y agredidos por quienes monopolizan el poder de imponernos qué pensar, qué decir, cómo opinar y cómo vivir, a través de los llamados «medios de comunicación» y, especialmente, a través del rey de todos ellos: la televisión.


    Como en otros ámbitos de la realidad, en éste tampoco podemos generalizar, pero sí es cierto que en la corta vida que tiene la televisión, podemos asegurar que sólo unos pocos han controlado y controlan a su antojo los contenidos que se emiten, y sólo se atienen a la consecución de un objetivo: aumentar la lista de «clientes» y los beneficios año a año. Para ello, utilizarán cualquier estrategia, aunque ésta no esté consideraba por todos como «ética» o «moral».


    Dedicado a aquellos que, citando a Chomsky, «a través de un arma silenciosa ametrallan las conciencias de personalidades aun por formar, dictando el camino de nuestros pensamientos y nuestros estilos de vida»[1]. Este artículo no pretende señalar o poner en evidencia a los, en parte, responsables de la formación de un país, tanto como producir el reto de la feflexión a todos los afectados. Todo lo que percibimos por el canal audiovisual, deberíamos tener la obligación de verlo al menos una vez, para analizarlo y decidir qué aporta realmente en nuestra vida y en el conjunto de la sociedad, tanto de forma positiva como negativa. Vamos a tratar de exponer una serie de criterios en función del papel que juegan esos medios de «comunicación» en la configuración de unos valores sociales e individuales, tanto a través de programas de “entretenimiento” o de publicidad, como a través de los mal llamados “informativos”, todos los cuales están persiguiendo un mismo fin: fomentar una serie de valores para formar «ciudadanos» con un perfil adaptado a una sociedad determinada, en función de intereses económicos, sociales y políticos muy determinados. Los contenidos televisivos son un magnífico indicador de la sociedad en la que vivimos. Este es nuestro objetivo.

 


La publicidad: un arma cargada de «valores».


    Nunca se puede generalizar, pero es cierto que, hoy día, la publicidad es excesiva, abusiva y agresiva para con el espectador. También en la red, aunque en este caso vamos a centrarnos en la televisión.


    Pocas actividades separan tanto a la gente de a pie y a la élite, como la publicidad y el consumo. Pocas actividades indican mejor que existe una distancia implícita entre las condiciones reales de una sociedad, los estereotipos impuestos en la misma y los modelos que se pretenden. Pocas actividades muestran de forma tan clara la diferencia entre la realidad y lo que se «vende» como real. En pocas actividades podemos apreciar de manera tan explícita, el nivel de manipulación y mentira de las sociedades consumistas. Nunca mejor que hoy, podemos decir que existe una realidad objetiva, y otra realidad virtual, creada para engañar.


        «El prestigio está en lo que tienes, no en lo que eres. Y no sólo en lo que tienes, sino en qué es lo que tienes, en su nombre y en que se vea y se sepa».


    Estos pobres que quieren ser esos ricos y que, aunque nunca lo conseguirán, esperamos que lo intenten por todos los medios, pisando las cabezas que haya que pisar y usando los métodos que haya que usar. No importa que eso lleve a una eterna insatisfacción. Debemos querer más y más. Más en cantidad, y cuanto más vamos teniendo más vamos necesitando. «No seréis felices sin estos grandes y lujosos coches. No serás un buen anfitrión sin esta televisión HD (ahora ya de plasma, y ahora ya 3D…) Qué dirán en la calle de ti si no vistes ropa de las grandes marcas, o no consumes las bebidas más populares, los alimentos más "sanos"». El prestigio está en lo que tienes, no en lo que eres. Y no sólo en lo que tienes, sino en qué es lo que tienes, en su nombre y en que se vea (no vale que sea) y se sepa (no se explica de otra forma la importancia de las falsificaciones de marcas).


    Las chicas tendréis este cuerpo y los chicos este otro, el que no encaje en estos modelos preestablecidos y perfectos será un looser (hay que utilizar alguna palabra en inglés para estar en la órbita social correcta). Se ha creado un modelo «estético» irreal e inexistente que lleva a la delgadez enfermiza a las mujeres, y al casi vomitivo gimnasioman al hombre. Luego, en la calle o en la playa, uno se topa con una realidad que no es la que nos pintan. Mientras tanto, nos secuestran la voluntad para conseguir esos objetivos inalcanzables, consumiendo productos que prometen lo imposible, mostrando clínicas a las que acuden las jóvenes a quienes les «regalan» unas tetas nuevas por su dieciocho cumpleaños, o nos colocan unos pectorales de escándalo. Productos que, por otro lado, suelen tener unos efectos secundarios a largo plazo perjudiciales para la salud, tanto física, como mental. Cremas y perfumes carísimos, ordenadores y móviles nuevos cada año, zapatos con tacones que deberían estar médicamente prohibidos, pantalones nuevos rotos en fábrica (claro, si están rotos del uso es cutre) y pantalones desgastados que matan, literalmente, a quienes los fabrican, gorras para poner la visera en el cogote, o todo el maravilloso mundo del glamour de las celebritys, del que bien nos puede hablar nuestra amiga Carmen Lomana[2].


        «La publicidad crea valores, fomenta comportamientos, establece tipos, determina objetivos vitales. Es un arma de formación y educación para crear un tipo de "consumidor-ciudadano" adaptado a un modelo social».


    No. A poco que analicemos todos y cada uno de los «anuncios» publicitarios, nos damos cuenta de que la publicidad no está sólo para vender productos: bastaría con exponer sus virtudes en función de sus utilidades y ya está. La publicidad crea valores, fomenta comportamientos, establece tipos, determina objetivos vitales. Es un arma de formación y educación para crear un tipo de «consumidor-ciudadano» adaptado a un modelo social. El consumismo es la vertiente comercial del capitalismo y, como tal, refleja y crea valores.


    Pero esta actividad consumista[3] provocada, en gran medida, por la publicidad, tiene un promotor, el interesado multimillonario; y un ejecutor, el creativo de publicidad, marioneta (de nuevo, sin generalizar) del multimillonario y la empresa que le paga. El creativo de publicidad (antes publicista), se ha convertido en nuestros días en el instrumento imprescindible de los jefes de las grandes multinacionales: realizan spots agresivos, transforman y manipulan la realidad hasta la mentira, se «olvidan» de resaltar los valores materiales de sus productos para dotarlos de contenidos completamente ajenos a ellos. Su lema: todo vale. Del «paño bueno en el arca se vende» se ha pasado al «paño que te llena la cama de fantásticas y sensuales mujeres en la suite del mejor hotel de cinco estrellas». Aunque nos cueste creerlo, nos infunden dependencia hacia un determinado producto e incluso hacia la persona que posee ese producto, porque no se trabajan los bienes en sí y su utilidad, sino valores de «prestigio» de la persona, del «consumidor». Principalmente nos convencen de que el producto es el mejor (si hay que ocultar verdades incómodas o, directamente, mentir sin pensar en efectos secundarios, se hace) y, además, estrictamente necesario para nuestra felicidad plena: nos hacen mejores personas, más valorados, más válidos… unos «triunfadores» (horrenda palabra y concepto también importados del paraíso del capitalismo usamericano). Este mensaje, emitido constantemente, erosiona el cerebro de las masas que lo reciben y lo reblandecen, lo penetran y dejan a éste más susceptible para ocasiones posteriores. Así que, si no has caído en los tres primeros superproductos, caerás en el cuarto. Nos pasa a todos. Aunque sepamos que lo que vamos a comprar, en ocasiones, no sirve absolutamente para nada, se ha creado la dependencia compulsiva… «Bah, por sólo 19´95€, ¿por qué no lo voy a comprar?».


    Joseph Goebbels, el máximo responsable de propaganda de la Alemania nazi, comprendió el método hasta sus últimas consecuencias cuando recalcó que: «Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad».


    Este agresivo método nos lleva a que las mentes y, por tanto, la personalidad de los que recibimos esos anuncios (la inmensa mayoría de la población disponemos de televisión y la vemos), sean moldeadas al antojo del emisor. Esto es crear al consumidor. Es decir, el spot no quiere reparar en la razón de quien lo ve en su cómodo sofá: no pienses, no evalúes el producto, no decidas si necesitas o no ésto, nosotros, los expertos, te decimos que es imprescindible que lo tengas, no porque tenga una utilidad concreta, sino porque te señala como poseedor de unos valores individuales o grupales. El spot ataca, no a la razón, sino a la emotividad, a tus sentimientos, para que te afecte negativamente no poseer ese producto. Podríamos llamarlo «coacción psicológica» sobre tus deseos y tus miedos, incidiendo directamente sobre la libertad individual, bombardeándonos a base de estímulos positivos y negativos.


         «El spot ataca, no a la razón, sino a la emotividad, a tus sentimientos, para que te afecte negativamente no poseer ese producto».


    A estas alturas, cabe hacer referencia al papel otorgado a la mujer en la publicidad en general y en la televisión en particular. Se ha creado un prototipo de mujer sensual, explosiva, delgada, de entre 20-30 años, generalmente de raza blanca y rubia y que, básicamente, se nos presenta como objeto sexual de persuasión, o como resultado del consumo de un producto, como un «premio». Generalmente, chicas que bailan o hablan de forma sugerente y con vestimenta escasa, de cuerpo perfecto y una felicidad extrema, gracias al producto que anuncian. En ocasiones, con el producto que venden en segundo término. ¿Las chicas que no estén dentro de este patrón no sirven? y si no sirven, y son fracasadas, tendrían por lo tanto que convertirse en ellas (adelgazadores milagrosos, operaciones estéticas de todo tipo, ropa, peinado…)


    La conquista de la libertad en España también vino acompañada de una fuerte lucha de las mujeres por conseguir su igualdad respecto al hombre, por eliminar papeles y roles «femeninos», por abolir el uso de la figura de la mujer como objeto sexual. No vamos a negar que se han conseguido avances, pero no siempre en la dirección idónea. En el terreno sobre el que estamos reflexionando, en lugar de abolir la imagen del cuerpo femenino como simple objeto sexual, se ha «conseguido» pasar al uso del cuerpo de la mujer, y ahora también del hombre, como simple objeto sexual. Todo un logro de «igualdad». Si antes había un «nicho» de mercado masculino, ahora tenemos ése y el nuevo «nicho» de mercado femenino. Merece la pena recordar un caso que se dio en nuestro país. Un «empresario» anuncia el sorteo de una relación sexual con su camarera según las consumiciones realizadas en su local. El problema de valores es doble: el primero, el hombre que tiene esta ocurrencia como si fuese algo normal, implícito ya en los canales publicitarios; el segundo, la mujer que no denuncia que la pongan como reclamo sexual. Una barbaridad se mire por donde se mire.


    Entrando en la madrugada, nos encontramos con anuncios que nos venden aparatos para mejorar el físico (la mayoría inservibles), medicamentos para adelgazar, estupendas máquinas para hacer filigranas con frutas y verduras, crecepelos, alargapenes y demás productos milagrosos que nos solucionarán la vida, ya que causan la «desaparición» de nuestros complejos. Complejos que estos mismos buitres potencian en las personas, porque constantemente te dicen qué talla tienes que tener, cómo tienen que estar tus brazos y abdominales, cómo tiene que ser tu cara, qué tienes que comer, lo realzados y duros que deben estar tus pechos (aunque sea con postizos) y hasta cuanto tiene que medir tu pene.


    Por último, el enorme poder de la publicidad (y de ahí su peligrosidad) radica en que es ella la que financia a las cadenas de televisión. Su poder es el poder de las corporaciones que han configurado esas empresas de comunicación, casualmente, compuestas por grandes Bancos, multinacionales de diversos campos, eléctricas y poderosas compañías que controlan los mercados de la publicidad y, por tanto, los contenidos de las televisiones (que «se deben» a la publicidad), y no digamos ya los «informativos», a través de los cuales intervienen en la economía y la política. Ésto se ha incrementado desde la irrupción, a lo que tenemos que sumar el «enorme beneficio y la extraordinaria mejora», que han protagonizado los canales digitales, sin los que nos parecería imposible vivir (99% de programas usamericanos, de calidad ínfima, que nos aleccionan sobre, por ejemplo, la interesante vida de los dueños de una casa de empeños, la actividad de unos embargadores, o la alucinante existencia de unos jóvenes descerebrados encerrados en un cuchitril con pretensiones de mansión).


    Es tal el poder de la publicidad, dentro de la televisión, que llega incluso a modificar la programación según les convenga y de introducir anuncios en los informativos y a través de los propios «informadores» (¡el colmo de la degradación de esos «profesionales»!).


        «En el liberalismo, el Estado sólo sirve a los intereses de la plutocracia, es un simple instrumento a su disposición. Quien paga manda».


    No es, pues, el Estado el que tiene el control sobre los contenidos publicitarios en función del interés general y de los valores sociales (no se cumple ni la propia ley de horarios). En el liberalismo, el Estado sólo sirve a los intereses de la plutocracia, es un simple instrumento a su disposición. Quien paga manda. Y en el estadio actual del liberalismo virtual lo importante es la imagen, la apariencia, la creación de un mundo inexistente que nos aletargue, nos infunda valores adecuados a ella y nos cree las necesidades que permitan su subsistencia. La publicidad es el auténtico cliente de los «medios de comunicación», y lo que venden no es información, sino valores para la creación de consumidores compulsivos y acríticos. Ciudadanos de esa condición que transiten por los caminos ideológicos y políticos que interesan.


_______________

 


Pies de foto:


[Imagen principal] Inma Lorente (2014) Burguerman.

 


Bibliografía:

 

[1] Noam Chomsky. «10 estrategias de manipulación mediatica», en Revista Comunicar. Recuperado el 13 de enero de 2014, desde: http://www.revistacomunicar.com/pdf/noam-chomsky-la-manipulacion.pdf


[2] Carmen Lomana. «Protocolo, buenos modales y belleza», en FLOQQ. Recuperado el 14 de enero de 2014, desde: http://www.floqq.com/es/curso/protocolo-buenos-modales-moda-y-belleza-1685065/?utm_campaign=video&utm_medium=referral&utm_source=youtube 

 
[3] Annie Leonard. «La historia de las cosas», en
Youtube. Recuperado el 14 de enero de 2014: http://www.youtube.com/watch?v=upJRjTcJORg

Volver al número actual
Comentarios
[03 feb 2014 12:43] Antonio escribió:
De nuevo mi enhorabuena por los artículos y la página. Ya me voy a convertir en asiduo. No se puede ser concluyente pero pienso que los medios de comunicación dominantes en el mundo actual hace tiempo que perdieron esa condición (comunicar e informar): son, simplemente, medios de creación de opinión, de generación de mentalidades, de imposición de comportamientos que responden a los intereses de los dominantes. Es la manera de completar el dominio social y económico. Y de que te lo creas y seas feliz. No son solamente poco sutiles en las informaciones de "telediarios", son más sutiles aún en anuncios, programas de "entretenimiento", películas que pasan. El trabajo ideológico es constante.
Por eso es bueno Internet, por la diversidad que ofrece una visión abierta a la diversidad del mundo (aunque tenga otros problemas. control sobre el individuo, por ejemplo). Siempre que logre quedarse al margen de esas presiones y que pueda ser alguna vez universal y para todos de verdad. Pero la tele ya hace tiempo que entró en casa de todo el mundo, de los más y de los menos críticos, de pobres y ricos, de niños y mayores. Y machaca permanentemente para configurar el "pensamiento de todos".
Y ahí vuelve a aparecer,otra vez, la necesidad de una educación diferente, crítica, que nos forme para ir más allá de lo evidente, para buscar "otras visiones". No me lío más: echad un vistazo a esto y veréis cómo todos los días estamos siendo engañados y moldeados. Y son sólo las cosas más evidentes. Es un ejercicio entretenido e ilustrativo: http://www.eldiario.es/zonacritica/Perlas-informativas-mes-enero_6_224737536.html
De nuevo mi enhorabuena

[03 feb 2014 17:03] Luiki escribió:
...afortunadamente cuando sales a la calle te topas con la realidad, no con lo que venden, y respiras aliviado porque no eres el único que no tiene la perfecta vida que se supone que hay que tener, te lo digo yo que me considero una persona influenciada por la publicidad, las marcas, lo in y lo out...por lo menos tu post me ha hecho ser consciente de lo gilipollas que soy, durante al menos 6 minutos, luego veré 3 anuncios y se me olvidará...gracias por la reflexión!
[04 feb 2014 09:31] Antonio escribió:
Bueno, creo que el asunto de fondo del artículo (al menos a mí me lo parece) es (más allá de marcas, publicidad, etc.) el uso que los poderes hacen de los medios de "comunicación". La influencia que ejercen para configurar unas determinados estados de opinión política, cultural, social, de comportamientos. Eso siempre ha ocurrido (pongamos por ejemplo la imagen de Isabel "la católica", una verdadera golpista, usurpadora del poder que no le correspondía, impulsura de una guerra civil catastrófica, intransigente, traidora, etc. que ha logrado -con propaganda- pasar a la historia casi como una santa), sólo que ahora esa influencia llega a todos. a través de televiones, radios, prensa escrita, etc.
El grado de manipulación es bestial y deberíamos ser conscientes de ello.
[06 feb 2014 14:24] ana escribió:
Si nos afecta a nosotros, personas relativamente maduras, imaginad los niños a la manipulación a la que están sometidos. Hace falta un poco de concienciación general.
[21 feb 2014 13:11] El Nieto De Angustias <http://thechurchofhorrors.com/sitios/elnietodeangustias/> escribió:
Luiki, absolutamente todos estamos influenciados por los televisión y la publicidad que financia su contenido.

Fíjate en el ejemplo. Este programa donde la gente llama para donar dinero a otra gente que lo está pasando mal. Este programa ahora muy de moda casualmente, obtiene sus beneficios de este dinero caritativo y gracias a esto pueden conseguir la publicidad que les lucra aun mas, el tema es secundario, pero inconsciemtemente estamos aceptando que es natural que haya gente que tiene y otra que no, y no queda mas remedio que aceptar esta sitiación...Los servicios sociales son profesionales que se dedican a esto profesionalmente y sin ánimo de lucro ni morboso ni para ganar audiencia. Este programa es de lo más nocivo que podemos enconrarnos dentro de la caja tonta, no es solidaridad ni justicia, es caridad.

¿Puede haber algo más hipócrita que esto? http://www.youtube.com/watch?v=EE_S6hT6_n0 Esto demuestra que lo que encontramos en televisión es en su gran mayoría estrategias para la manipulación humana, para la consecución del pensamiento único y nadie estamos exentos de sufrirlo. Ahora bien, en nuestra mano está apagar y encender la televisión (parece muy obvio pero a ver quien tiene valor de eliminar ciertos hábitos) o hacer crítica constantemente frente a lo que vemos.

Como bien dice Ana, mención aparte merecen los infantes, nosotros los adultos y no en muchas ocasiones, somos capaces de discernir entre lo que es manipulación y lo que no es nocivo para nuestra salud mental, aunque repito que tampoco lo tenemos muy claro y finalmente adoptamos hábitos que nos ha inculcado cierta publicidad y/o contenido, sin percatarnos de ello. Los niños mas aun, porque los niños absorben sin más y luego repiten. Estos niños llegarán a adultos con ciertas creencias y hábitos consumistas ya formadas y ahora ve y diles que están manipulados y que realmente no son dueños de sus vidas.

Un saludo.
El nieto de Angustias
Pirata. Filósofo. Agitador de masas. Cómico. Peleante de toros. Ventrílocuo. Velocista. Político. Hannah Montana. Actor. Maestro. Periodista. Árbitro. Sociólogo. Prostituta de cargos públicos. Cantante. Medieval.
Looserconcerts ©
Néstor F.Viñeta mensual