Setas, un berlinés, Sevilla
Un arquitecto alemán tiene la culpa de haber destrozado o, por el contrario, haber creado un oasis de modernidad, en el centro de Sevilla, la ciudad que alberga uno de los mayores templos de la Iglesia Católica y conocida, sobre todo, por sus tradiciones.
Jürgen Mayer es un arquitecto, cincuentón ya, que puede hacer suya la frase de JFK «Ich bin ein Berliner», es decir, «soy berlinés», sobre todo, porque el arquitecto nació y se crió en la capital de Alemania, al contrario que el asesinado y un tanto mujeriego presidente de los Estados Unidos, que dio su último paseo en coche en Dallas, Texas.
Mayer, aparte de ser oriundo de Berlín, es la peor pesadilla para no pocos sevillanos. ¿Por qué? Es el autor del Metropol Parasol, las Setas de la Encarnación de la capital hispalense. Es una de las construcciones más originales del mundo, una estructura de madera, en forma de hongo, de casi 30 metros de altura, que llena el espacio que dejó un antiguo mercado de abastos, una lonja que ocupó el centro de la primera ciudad andaluza hasta poco antes de que muriera Franco. El caso es que las setas que proyectó Mayer, genialidad para algunos, rompen por completo con el entorno y son el motivo de pequeños dramas en muchas casas. Muchos de los pisos de la plaza miran a la Catedral, pero, en medio, tienen la mole que es el Metropol Parasol. Y para un sevillano del centro de Sevilla, propietario de una casa con vistas a uno de los mayores templos de la Cristiandad, perder ese privilegio es un amargo trago. Junto a este ataque a lo que, según que círculos, se puede llamar sevillanía, la idea del germano constituye un gasto público de 85 millones de euros, 35 más de lo presupuestado, sin contar que las obras tuvieron patas arriba este rincón de Sevilla más de un lustro. Pero el extraño bosque de madera está ahí y se disfruta. Alberga bares y un mercado, restos arqueológicos, exposiciones y da una tremenda sombra. Además es un mirador excelente para asomarse a la capital de los andaluces y extasiarse con sus iglesias y su atardecer. Bajo una de sus esquinas, hay un café con una nutrida carta de combinados de ginebra y tónica y, más o menos en ese punto, pero en la parte superior del parasol, el aficionado a la fotografía, puede tomar unas excelentes instantáneas de la Torre Pelli. Lo de la torre es otra historia, que habrá que contar también.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Giuseppe Bruneto (2012) Los Remedios, con el casco urbano sevillano al fondo, desde el Metropol Parasol.
[Segunda imagen] Giuseppe Bruneto (2012) Catedral de Sevilla desde las Setas de la Encarnación.