A día de hoy
SOCIEDAD

A día de hoy

    «Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando». Warren Buffet, dueño de la tercera mayor fortuna del mundo.

 


    Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos». Así define la R.A.E la indignación. La que en todo el mundo existía hace siglos de forma individual (o a la que siquiera daban fe de su existencia), y la que en todo el mundo se manifiesta globalmente hoy día: África, Europa, Asia, América y Oceanía.


    Enojo, ira, enfado vehemente de unos muchos que ven como los actos de otros pocos envenenan el bienestar (occidental), la felicidad, la salud (occidental), la educación (occidental), el ocio (occidental), la unidad social y familiar, a costa de reflejar unos pocos ceros más en su cuenta digital del monopoly.


    Ese monopoly al que «jugamos», en el que te enseñan y aprendes a tener mas y mejor que el prójimo. A pisotearlo si la ocasión lo requiere. A mofarte de él cuando está lampando por la chatarra del parking gratuito. A meter la mano en la banca cuando el capital no se mueve para donde uno pensó. A hipotecar a tu hermana porque no puede pagar su estancia en el hotel del Paseo del Prado, a sabiendas que esa hipoteca nunca la va a poder pagar. Game over. No, no, no. Insert coin.


        «Soy uno de los que sostiene este sistema económico y social, podrido por dentro y deslucido por fuera, ese que prima la corrupción, el elitismo, las malas artes, el individualismo, las apariencias, la prepotencia y que resquebraja la brecha entre Norte y Sur».


    Soy un payaso que sobrevive haciendo reír a los niños. Soy una maestra en potencia con cuatro oposiciones aprobadas y sin un día de trabajo cotizado. Soy un becario perenne. Soy un político honrado que lucha por el bien de la mayoría de los ciudadanos. Soy jornalero. Soy, como pone ahora en mi chapita, aprendiz. Soy mujer viuda con cuatro hijos. Soy La Pepa, la prostituida, violada y olvidada Pepa. Soy un gran licenciado en Física, Medicina, Lengua Castellana o Biología de 25 años, parado, desubicado, desorientado, emigrante. Soy constructor, de los del ladrillo, quiero decir de los que llevan el paletín al trabajo, no el maletín. Soy público, fabricado por todos y beneficiario de todos. Soy de los que saben que hay de todo para todos, pero las desigualdades deben existir por algo, preferible es tirar agua, luz, textil y comida. Soy «rica y tonta y de familia ultracatólica». Soy la otra mayoría absoluta, la de los blancos, nulos y otros partidos. Soy uno de los que sostiene este sistema económico y social, podrido por dentro y deslucido por fuera, ese que prima la corrupción, el elitismo, las malas artes, el individualismo, las apariencias, la prepotencia y que resquebraja la brecha entre Norte y Sur. Somos el 99%.


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Pies de foto:


[Imagen principal] Laia Arqueros (2014) A día de hoy.



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Comentarios
[01 mar 2014 19:19] Miguel Dávila escribió:
Me ha venido a la memoria, rauda y veloz, "El club de la lucha" (David Fincher, 1999).
A pesar de la distancia (15 años ya), en ella hay 2 discursos que encajan perfectamente con las ideas de este artículo del Nieto de Angustias:
http://youtu.be/jfOwG2XF3gY
http://youtu.be/p4ItRrjJZZU
[05 mar 2014 12:43] Antonio escribió:
Ya me habéis inoculado el virus Churfofhorrors y tengo que leeros.
Esta vez el Nieto de Angustias nos regala una corta pero intensa reflexión. Un tanto críptica y un tanto pesimista (a mi me lo parece) pero lúcida. Sin embargo, una apostilla: quienes estamos en el mundo que nos ha tocado vivir no necesariamente lo sostenemos. Estar, estamos (no puede ser de otra forma); pero para combatirlo tenemos que estar y estar conscientes (que no es lo mismo). Quienes se colocan "fuera" no influyen. La historia de la humanidad está llena de "outsider" (o como se escriba, que yo soy de la generación del francés, del idioma)que, al final, son la cara B del sistema, el toque beat asimilado. Jóvenes inquietos como vosotros son más útiles y necesarios para cambiar lo que hace falta, aunque parezca poco, aunque parezca insuficiente. Para andar el camino hay que estar en él.
El nieto de Angustias
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