Tres años mayor
MÚSICA

Tres años mayor

    Una mujer joven y guapa, desparecida y hallada muerta en su sofá tres años más tarde sin que nadie lo supiera. Esta es la triste historia de Joyce Carol Vincent, una historia que nos hace preguntarnos en qué tipo de sociedad vivimos cuando una persona puede desaparecer durante tres años y morir sin que nadie se entere.

 

    Joyce Carol Vincent nació en Hammersmith un 15 de octubre de 1965, su padre y su madre eran emigrantes de ascendencia africana e india, respectivamente. Su madre murió cuando ella tenía 11 años al someterse a una operación quirúrgica y sus cuatro hermanas mayores se hicieron cargo de cuidarla. Asistió a varios colegios pero abandonó los estudios cuando tenía 16 años sin obtener el graduado escolar. Desde ese momento obtuvo distintos puestos de trabajo, el último en Ernst & Young, donde ocupó un puesto en el departamento de tesorería hasta que en 2001 renunció a él por motivos desconocidos.

 

    Poco después paso algún tiempo en un hogar para mujeres maltratadas y trabajó como limpiadora en un hotel. Fue en este periodo cuando se alejó de su familia, avergonzada, quizá, por ser víctima de malos tratos o intentando borrar el rastro a través del cual podría ser localizada por su maltratador. Algún tiempo después se mudó a una habitación en un bloque donde convivían víctimas de malos tratos y en noviembre de 2003 fue hospitalizada tras vomitar sangre debido a una úlcera péptica, dando el nombre del gerente de su banco como pariente más cercano.

 

    Joyce Vincent murió por causas desconocidas sobre diciembre de 2003. Un ataque complicado del asma que padecía o alguna complicación relacionada con la úlcera péptica que la llevo al hospital un mes antes fueron las principales hipótesis de la causa de la muerte. Cuando encontraron sus restos yacía de espaldas cerca de una bolsa de compra y rodeada de regalos de Navidad que envolvió pero nunca envió.

 

    Los vecinos asumieron que la habitación estaba desocupada y que el olor que emitía su cadáver provenía de unos contenedores cercanos. La ventana del piso no permitía ver directamente la estancia y varios toxicómanos frecuentaban la zona por eso nadie tuvo en cuenta el ruido que emitía el televisor. La mitad del alquiler y de sus facturas lo pagaban asociaciones benéficas directamente a la empresa que alojaba a las víctimas en ese bloque por lo que nadie sospechó que no estuviera viva. Sin embargo, después de dos años, una deuda de 2400£ llevó a las autoridades a embargar la propiedad. Su cadáver fue descubierto el 25 de enero de 2006, la televisión seguía encendida y la calefacción seguía funcionando debido a la domiciliación de sus facturas y a la condonación de algunas deudas.


    «Esta sociedad de la que formamos parte, (es) la mejor comunicada de la historia pero la que más aislamiento personal, a su vez, produce».


    Sus hermanas habían contratado un detective privado para buscarla. El detective consiguió encontrar el piso donde vivía y su familia le mandó algunas cartas pero para entonces ella ya había muerto, así que no recibieron respuesta asumiendo que Joyce no quería saber nada de ellos.

 

    Conocí esta historia hace unas semanas a raíz de la publicación de «Hand. Cannot. Erase.»,  el cuarto disco en solitario del genio del Rock Progresivo y líder de Porcupine Tree, Steven Wilson. En él, aparte de deleitarnos con más de una hora de música de una calidad y producción excepcionales que deberías darte la oportunidad de escuchar, el británico cuenta la historia de una chica que se va a vivir a la ciudad y desaparece. A pesar de que era guapa, popular, con amigos y familia, nadie se percató de su ausencia durante tres años.

 

    En esta nueva entrega, y como ya viene siendo costumbre en cualquier proyecto en el que haya trabajado Steven Wilson en los últimos años, el autor se ha encargado de cuidar hasta el mínimo detalle creando incluso una página web para la promoción del disco en la que se puede leer un diario acompañado de fotografías cuya autora es la protagonista del álbum [1].  Aunque el personaje de la obra de Wilson es ficticio está basado en un documental llamado Dreams of a Life [2], cuya protagonista no es otra que Joyce Vincent. Se trata de un álbum íntimo, humanista y crítico con la sociedad contemporánea, la vida en la ciudad, las relaciones volátiles que tenemos a día de hoy, la rutina que se adueña día a día de nuestras vidas y el consumismo tanto material como digital que se ha convertido en el motor de esta sociedad de la que formamos parte, la mejor comunicada de la historia pero la que más aislamiento personal, a su vez, produce. ¿Cómo si no podría una persona desparecer, morir y que su cadáver en descomposición sea encontrado tres años después sin que nadie la echara en falta?


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Pies de foto:


    [Imagen principal] Chema Peral, (2015).

 

Referencias y enlaces de interés:

 

     http://en.wikipedia.org/wiki/Joyce_Vincent

 

     http://www.theguardian.com/film/2011/oct/09/joyce-vincent-death-mystery-documentary

 

    [1] http://handcannoterase.com/

 

    [2] http://www.filmaffinity.com/es/film920991.html

 

 

 

 

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Comentarios
[06 abr 2015 20:58] Miguel Dávila escribió:
Una terrible historia... sign of the times.
"la mejor comunicada de la historia pero la que más aislamiento personal, a su vez, produce"
Lo primero que me ha venido a la mente es "Her" de Spike Jonze, y la reflexión que hice por aquí sobre ella. Coincido bastante en esa paradoja de "todo más fácil y mejor comunicado, pero todos más solitarios".
Enhorabuena por el artículo.
[07 abr 2015 11:07] Don Chencho Villa <http://thechurchofhorrors.com/sitios/j.henares/> escribió:
Muchas gracias por tu comentario Miguel. Sin duda es una historia terrible y por eso mismo sentí la necesidad de compartirla. Estoy de acuerdo contigo en que se pueden obtener conclusiones similares a partir de esta historia y la que se cuenta en "Her". Es importante que nos cuestionemos cada paso que damos hacia la evolución tecnológica porque nos está empezando a superar...
Jesús Henares
Licenciado en Medicina. Melómano empedernido. Amante del ser humano, más de su vertiente humana que de la de ser...
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