El Jesús Histórico
HISTORIA

El Jesús Histórico

Jesús de Nazaret es un personaje del que se ha escrito mucho desde el punto de vista teológico, literario e histórico. En este artículo me ocuparé de esta última faceta: ¿Existió Jesús como personaje histórico? ¿Tenemos fuentes para acercarnos a su figura? ¿Qué cosas podemos saber con certeza sobre él?

 

La Búsqueda del Jesús Histórico

 

    Los estudios acerca de la historicidad de Jesús se inician a mediados del siglo XVIII. Este proceso va a estar dividido en tres etapas, destacando la primera, la cual estaba formada por teólogos protestantes y filósofos alemanes que examinarán los evangelios desde una posición cercana al racionalismo alemán. En la segunda etapa participarán autores católicos, mientras que en la tercera aparecerán autores expertos en distintas materias: sociología, psicología, historiografía, arqueología, etc.

 

    Hasta este momento, los evangelios habían sido interpretados literalmente y nadie había cuestionado su historicidad con respecto a Jesús (téngase en cuenta el poder dominante de la religión en el pasado). Los integrantes de esta nueva corriente van a examinar escépticamente los textos evangélicos, dando una explicación racional (cuando lo consideran adecuado) a sus milagros o prodigios. En conclusión, al realizar estos estudios se despoja a Jesús de su carácter divino, al margen de la fe personal de estos autores.

 

¿Existió Jesús como personaje histórico?

 

    Es cierto que en la tercera etapa de la Búsqueda del Jesús Histórico apareció una pequeña corriente que afirmaba que Jesús como personaje histórico nunca existió, sino que es un mito que acabó convirtiéndose en Historia con la llegada al poder del Cristianismo.

Entre estos autores podemos señalar a Earl Doherty, Timothy Freke, Peter Gandy o G. A. Wells. Sus estudios se inspiran en las similitudes de Jesús con héroes mitológicos mediterráneos vinculados con cultos solares. Además, está la cuestión denominada irónicamente como «la conspiración del silencio», consistente en las escasas referencias hacia el personaje en el siglo I d. C., apareciendo más tardíamente a la época en que supuestamente vivió.

 

    Hoy en día estos planteamientos han sido rechazados total o parcialmente dentro del ámbito académico, aunque siguen existiendo dentro del campo esotérico (véase el pseudo- reportaje «Zeitgeist»). El parecido entre los relatos evangélicos y los relatos legendarios de héroes entrarían dentro del estudio del Cristo de la fe, no del Jesús Histórico. Y con respecto a la «conspiración del silencio», se afirma que los cristianos primitivos seguían el mismo método que los judíos, es decir, la transmisión oral. A finales del siglo I d. C. surgirían los primeros evangelios y entre finales del siglo I y comienzos del siglo II d. C., cuando los cristianos empezaban a ser más numerosos, surgirían las primeras referencias por parte de cronistas no-cristianos.


        «Una pequeña corriente afirmaba que Jesús como personaje histórico nunca existió».


    En conclusión, se puede afirmar que dentro del ámbito académico está fuertemente aceptada la existencia de Jesús como personaje histórico. En el próximo apartado hablaré de las fuentes que tenemos para acceder a él.

 

¿Qué fuentes disponemos para apoyar la tesis del Jesús Histórico?

 

    Las fuentes que tenemos para aproximarnos al Jesús histórico se dividen entre evangelios sinópticos y un par de referencias en cronistas no-cristianos, como Flavio Josefo (que se discute) y Cornelio Tácito.

 

    Evangelios sinópticos: Se hace referencia aquí al evangelio de Mateo, Marcos y Lucas. El evangelio de Juan fue descartado como aproximación al Jesús histórico en la primera etapa de la búsqueda reseñada en el apartado anterior, debido a que es de elaboración muy posterior, está influenciado por el pensamiento gnóstico y su testimonio discrepa en gran medida con los sinópticos (postura defendida por David Friedrich Strauss y Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher).

 

    Dentro de los evangelios sinópticos, el de Marcos es el más antiguo. Según Christian Weisse, éste sirvió de inspiración al de Mateo y al de Lucas, de ahí los paralelismos que hay entre ellos. Por otro lado, Johannes Weiss planteó una hipotética fuente denominada Q (del alemán «Quelle», que significa «fuente»). La fuente Q era una recopilación de sentencias pronunciadas por Jesús que también serviría de fuente a Mateo y Lucas.

 

    Pese a todo, los académicos afirman que los evangelios sinópticos aportan escasa información acerca del Jesús histórico, ya que estos textos no fueron escritos con finalidad histórica, sino teológica.

 

    Annales de Cornelio Tácito: Esta obra, escrita por uno de los más famosos historiadores romanos, alude a la figura de un judío considerado como «Cristo» que fue crucificado por orden de Poncio Pilatos:

 

    «Nerón buscó un chivo expiatorio e infligió las más diabólicas torturas a un grupo de personas ya odiadas por el pueblo debido a sus crímenes. Ésta era la secta conocida como “cristianos”. Su fundador, un Cristus, había sido ejecutado por el procurador Poncio Pilatos en el reinado de Tiberio. (...)». (Annales, 15: 44:2-3).


    Esta obra, no obstante, fue escrita 70 años después de la muerte de Jesús. Aunque no se duda de su veracidad, se discute de dónde pudo haber obtenido Tácito esta información.

 

    Antigüedades de los judíos de Flavio Josefo: Más controvertida es la versión griega del denominado «Testimonio Flaviano» (Testimonium Flavianum), donde el historiador judío Flavio Josefo alude supuestamente a Jesús:

 

    «Apareció en este tiempo Jesús, un hombre sabio, si en verdad se le puede llamar hombre. Fue autor de hechos sorprendentes; maestro de personas que reciben la verdad con placer. Muchos, tanto judíos como griegos, le siguieron. Éste era el Cristo (el Mesías). Algunos de nuestros hombres más eminentes le acusaron ante Pilatos. Éste lo condenó a la cruz. Sin embargo, quienes antes lo habían amado, no dejaron de quererlo. Se les apareció resucitado al tercer día, como lo habían anunciado los divinos profetas que habían predicho de él ésta y otras mil cosas maravillosas. Y hasta hoy, la tribu de los cristianos, que le debe este nombre, no ha desaparecido».(Antigüedades de los judíos, XVIII, III, 3).


        «Entre finales del siglo I y comienzos del siglo II d. C., cuando los cristianos empezaban a ser más numerosos, surgirían las primeras referencias por parte de cronistas no-cristianos».


 

    Hasta el siglo XVIII no se examina de forma crítica este pasaje. Uno de los autores que más han estudiado este pasaje es Nathaniel Lardner, señalando los siguientes puntos:

 

    Flavio Josefo era un judío de la secta de los fariseos. Por tanto, es inverosímil que llame mesías a Jesús y que afirme que ha resucitado. No hay noticias de que Josefo se hubiera convertido al cristianismo, aunque algunos autores hayan defendido esa posición sin base histórica.

 

    La frase «hasta ahora no ha desaparecido» (en relación a los cristianos) no tendría mucho sentido si no hubiese sido escrito muy posteriormente.

 

    El apologista cristiano Orígenes (s. II-III d. C), que cita a menudo a Josefo para apoyar la historicidad de los evangelios (ej: Juan el Bautista), no alude a este fragmento.

 

    Todo esto nos hace pensar que este fragmento es una inserción cristiana hecha muy posteriormente, posiblemente por obra de Eusebio de Cesárea (S. IV d. C). No obstante, aun aceptando el fraude que supone esta inserción, existen autores que defienden un texto original en la obra de Josefo que fue retocada posteriormente. Se apoyan en este otro fragmento de Josefo:

 

    «(Ananías) hizo que el Sanedrín juzgase a Santiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados». (Antigüedades de los judíos, 20.9.1).

 

    La alusión a «Jesús, quien era llamado Cristo», nos hace entender que existe una referencia anterior a este personaje, de lo contrario, existiría confusión acerca de su identidad. Además, existe una versión eslava escrita en lengua árabe de la obra de Josefo donde desaparecen todos los retoques cristianos:

 

    «En este tiempo existió un hombre llamado Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas».


        «Los evangelios apócrifos recogen leyendas populares en torno a episodios de la vida de Jesús, pero su valor histórico es escaso».


 

    Este fragmento pudo haber sido escrito por un judío como Josefo, ya que en el mismo no lo califica de Mesías y con respecto a su resurrección, sólo alude a una creencia entre sus seguidores, sin afirmar que sea cierto. Podemos señalar dos posiciones con respecto al

Testimonio Flaviano por parte de los historiadores:

 

    Los que afirman que todo el párrafo es un fraude, pero que originalmente hicieron una inserción más discreta (versión eslava) y luego una de carácter cristiano (versión griega).

 

    Los que afirman que existe una versión original de Josefo que luego fue retocada parcialmente por los cristianos.

 

    En conclusión, la obra de Josefo se debe contemplar con reservas como prueba del Jesús Histórico por los diversos problemas que plantea.

 

¿Existen otras fuentes?

 

    No. Los evangelios apócrifos recogen leyendas populares en torno a episodios de la vida de Jesús (infancia, Pasión e incluso existen evangelios dedicados a su madre María), pero su valor histórico (que no literario) es escaso. Tampoco pretenden ser una «biografía» a la manera de los evangelios canónicos, ni pretenden sustituirlos, sino complementarlos.

 

    Los evangelios gnósticos, por su parte, no recogen datos sobre el Jesús Histórico como los sinópticos ni leyendas populares como los apócrifos. Su función no es hablar de la vida de Jesús, sino de transmitir el pensamiento gnóstico a través de una recreación literaria. No

obstante, sí hay coincidencia en materia filosófica entre el Documento Q y una sentencia del evangelio gnóstico de Tomás, aunque no en el campo biográfico por motivos obvios.

 

    Hay quienes señalan como fuentes no-cristianas a Suetonio, a Plinio el Joven o incluso al Talmud, pero nada más lejos de la realidad.

 

    El historiador romano Cayo Suetonio dice en su obra Vida de los Doce Césares lo siguiente: «Puesto que los Judíos estaban haciendo constantes disturbios por la instigación de Cresto, él los expulsó de Roma». (Vida de los Doce Césares, Claudio 25:4).

 

    La palabra «Chresto» o «Chrestus» no significa lo mismo que «Cristo», como insinúa erróneamente Robert Graves en su novela

Rey Jesús. «Cristo» significa «ungido», equivalente griego de la palabra hebrea «mesías», mientras que «Chresto» significa «bueno, ingenuo, etc», siendo un nombre muy común entre los esclavos romanos. Por otro lado, sería inverosímil hablar de Jesús instigando a los judíos en Roma durante el gobierno del Emperador Claudio cuando fue crucificado en época de Tiberio, según señala Tácito.

 

    Por su parte, Plinio el Joven sólo señala que los cristianos en el siglo III cantaban himnos a Cristo como si fuera Dios. Esta cita no es una evidencia de la historicidad de Jesús, ya que sólo señala una práctica común de los cristianos de la época.

 

    Más inverosímil resulta las supuestas alusiones a Jesús en el Talmud. En él se nos habla de un personaje llamado

Yeshu (no Yeshúa, que era la forma hebrea de Jesús), que vivió en la época del rey Alejandro Jamneo (prácticamente un siglo antes de que naciera Jesús). Su madre, llamada María (nombre muy común en aquella época), era peluquera y prostituta, engendrándole siendo el fruto del adulterio con un legionario romano llamado Pantera. De adulto, Yeshu viajó a Egipto, donde aprendió conjuros y robó el nombre de Dios del Templo de Jerusalén.


    «El documento Q revela que muchas de sus enseñanzas están extraídas del Antiguo Testamento e incluso algunas palabras del evangelio de Juan guarda semejanzas con el Judaísmo rabínico».


 

    Gracias a todo esto, realizó prodigios por los cuales se le acusó de brujería y de incitar a la apostasía al pueblo de Israel, siendo lapidado y colgado por ello. Como se puede comprobar, este relato del Talmud discrepa con el relato de Jesús al que estamos acostumbrados.

 

    El nombre del legionario (Pantera) se ha visto como un juego de palabras que buscaba ridiculizar la creencia cristiana del nacimiento virginal de Jesús. Virgen en griego es «Partenos» (recuérdese el Templo de Atenea Partenos), y un desorden de las letras formaría supuestamente Pantera. Sin embargo, esto es bastante rebuscado, ya que el Talmud no está escrito en lengua

griega, sino aramea.

 

    La epigrafía ha demostrado que Pantera existe como nombre entre los romanos, pero no hay ninguna evidencia para considerar a estos personajes como el supuesto padre de Jesús, como han intentado fallidamente autores como H. S. Chamberlain. Como curiosidad, Celso, filósofo griego conocido por sus textos contra el cristianismo, usaba esta supuesta alusión talmúdica para ridiculizar la figura de Jesús.

 

    Por otro lado, en el Talmud se menciona el nombre de algunos de los discípulos de Yeshu: Mathai, Nakai, Nezer, Buni y Todah. Ninguno de estos nombres coincide con el de los apóstoles de Jesús. Además, la expresión «colgado» se ha interpretado como una referencia a la crucifixión, pero en realidad se trataba de uno de los castigos del judaísmo (la horca).

 

    Es cierto que existen otros pasajes donde se alude directamente a Jesús Nazareno, ofreciendo una imagen hostil del personaje. Sin embargo, son pasajes muy posteriores (entre el 200-500 d. C.) y no pretenden ser históricamente ciertos, sino que forman parte

de las polémicas entre los judíos ante la conversión de gran parte de ellos al cristianismo. Estos pasajes no se encuentran en el Talmud actual, ya que en la Edad Media algunos judíos que temían las represalias por parte de los cristianos arrancaron esos pasajes. Posteriormente, dichos fragmentos fueron recopilados por los investigadores.

 

    En el siguiente y último apartado, hablaré de lo que podemos saber del Jesús Histórico a través de estas escasas fuentes.

 

¿Qué podemos saber con certeza sobre Jesús?

 

    Una vez que he comentado las escasas fuentes que disponemos para estudiar al Jesús Histórico, es comprensible el poco conocimiento que tenemos del mismo, gran parte del mismo basado en especulaciones. Sin embargo, trataré de aproximar algunos datos.

 

    Jesús (Yeshúa Josué, nombre hebreo que «salvador» o «Yahvé es el que salva») era un predicador judío. Esto no supondría una novedad si no fuera porque hay autores motivados por ideologías racistas que lo han considerado un ario afincado en Galilea. Esta tesis

se sostiene en el gran número de griegos que habitaban Galilea y a que a menudo en los evangelios se le califica como «El Galileo». El libro de Isaías denomina a esta región como «Galilea de los paganos» (Isaías 8, 23). Fue la tesis de W. Grundmann en su obra

Jesus der Galiläer und das Judentum (1940) en plena Alemania Nazi.

 

    Por otro lado, el pensamiento de Jesús responde a la mentalidad judía de la época, algo que señaló el historiador húngaro de origen hebreo Geza Vermes en su obra Jesús el judío, la cual supone un pilar a la hora de entender al Jesús histórico dentro de la mentalidad judaica de la época. El documento Q revela que muchas de sus enseñanzas están extraídas del Antiguo Testamento (Tanak, para los hebreos) e incluso algunas palabras del evangelio de Juan (que se considera muy influenciado por la filosofía gnóstica) guarda semejanzas con el Judaísmo rabínico (ej: la frase «quien esté libre de pecado tire la primera piedra», (Evangelio de Juan 8:7).

 

¿En qué ciudad nació?


     Esta pregunta resulta más compleja. El evangelio de Marcos, siendo el más antiguo, no menciona el nacimiento, sino que inicia su relato con un Jesús adulto. El evangelio de Mateo y el de Lucas lo sitúa en la ciudad de Belén, donde nació otro héroe bíblico: el rey David, de cuya descendencia, según los profetas, nacería el Mesías.

 

   No obstante, el situar su nacimiento en Belén parece ser un intento de hacer cumplir las antiguas profecías. En el caso de Mateo, alude al libro del profeta Miqueas: «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» (Miqueas, 5:2).


        «Situar su nacimiento en Belén parece ser un intento de hacer cumplir las antiguas profecías».


    Téngase en cuenta que el evangelio de Mateo está escrito en lengua aramea (al contrario que los otros tres, escritos en griego), por lo que con esta alusión busca el proselitismo entre los judíos buscando una legitimidad mesiánica entre ellos. Los evangelios suelen denominar a Jesús como «Jesús de Nazaret» o «El Nazareno». Esto se hacía con el lugar de nacimiento de la persona, aunque en el evangelio de Mateo y Lucas sólo sitúan a Nazaret como un lugar de residencia posterior.

 

    El evangelio de Juan señala que procedía de Nazaret, restando credibilidad al mensaje cristiano de su mesianidad: Cuando Felipe dice a Natanael que Jesús de Nazaret era el anunciado por Moisés y los profetas, éste le replica: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Evangelio de Juan 1, 45).

 

    A Nicodemo, fariseo seguidor de Jesús, le dicen: «Estudia y verás que de Galilea no puede salir un profeta» (Evangelio de Juan 7, 52)

 

¿En qué fecha nació?


    El monje Dionisio el Exiguo sitúa su nacimiento en el año 753 desde la fundación de Roma, marcando un antes y después en la Historia, aunque sabemos que se equivocó en un margen de 7 a 4 años. Esto se sabe porque Mateo sitúa el nacimiento bajo el gobierno de Herodes el Grandes, que muere en el año 4 a. C.


    Por tanto, según este criterio, Jesús debió nacer como mínimo en el año 4 a. C., pudiéndose retrasar ligeramente la fecha.

 

Relación con Juan el Bautista.

 

    Juan el Bautista es un personaje mencionado por Flavio Josefo en Antigüedades de los judíos, donde se habla del baile de Salomé ante su padrastro Herodes Antipas, tras lo cual, éste le dijo que le pidiera lo que quisiera. Su petición, condicionada por su madre Herodías, fue la cabeza de Juan Bautista sobre una bandeja. (Antigüedades de los judíos, L. XVIII, 2).

 

    El ritual del agua que practicaba Juan era común entre los judíos, especialmente para los gentiles (no-judíos) conversos, siendo adoptado posteriormente por los cristianos. Jesús posiblemente fuera un discípulo de Juan, por lo que acepta ser bautizado por él. Con la detención de Juan, Jesús iniciará su vida pública según los evangelios. ¿Cómo sabemos que el bautismo de Jesús es un hecho histórico? Antonio Piñero, uno de los mayores expertos en Cristianismo Primitivo, nos da la respuesta:

 

    A un cristiano de finales del siglo I o principios del siglo II d. C. le sorprenderá que Jesús fuera bautizado cuando él era un ser sin pecado. El diálogo de «Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» (Evangelio de Mateo, 3: 13) no aparece en el evangelio de Marcos, que es el más antiguo. Como señala Antonio Piñero, este episodio no pudo ser ocultado a los cristianos primitivos, por lo que Mateo y Lucas crean ese diálogo para intentar darle una explicación coherente.

 

    El historiador Flavio Josefo no menciona que Juan fuera primo de Jesús, por lo que se sospecha que es una invención posterior.

 

Vida familiar. 

 

    Los evangelios canónicos llaman María y José a sus padres, mientras que el protoevangelio de Santiago (un apócrifo que habla de la infancia de María), llama Joaquín y Ana a sus abuelos maternos.

 

    Jesús, según la creencia cristiana, nace fruto del Espíritu Santo, por lo que su madre era virgen al engendrarlo. Sin embargo, los evangelios mencionan que Jesús tuvo cuatro hermanos y al menos dos hermanas:

 

    «¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?» (Evangelio de Marcos, 6:3).

 

    «Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle« (Evangelio de Marcos, 3: 31).


        «La Iglesia Católica, que defiende que María fue Virgen antes, durante y después del parto, tergiversó pasajes haciendo creer que en realidad no son sus hermanos, sino que son primos».


 

    La Iglesia Católica, que defiende que María fue Virgen antes, durante y después del parto, tergiversó estos pasajes haciendo creer que en realidad no son sus hermanos, sino que son primos. Un evangelio apócrifo, además, afirma que son hijos de un matrimonio anterior de José. Lo cierto es que tener hijos es una de las primeras ordenanzas de la ley judía, por lo que resulta inverosímil pensar que no tuvieron hijos en todo el matrimonio, al margen de que se crea (o no) en el nacimiento virginal de Jesús:

 

    «Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra con vuestra descendencia» (Génesis, 9:1).


Estado civil. 

 

    Más interés (especialmente por obras de contenido morboso) despierta plantear si Jesús fue célibe o casado. En ningún pasaje de los evangelios se menciona que Jesús esté casado, aunque sí se sabe que algunos de los apóstoles lo estaban, como Pedro (Mateo, 8:14-15; Marcos 1: 29-31). La ley judía obligaba a todo líder religioso a estar casado, sin embargo, había excepciones. Por citar un ejemplo, la secta judía de los esenios promovía el celibato. Por lo tanto, no sería de extrañar que Jesús (o Juan el Bautista) fueran célibes, aunque la mayoría de la sociedad de su tiempo no compartiera aquella forma de vida.

 

    Se alude mucho al evangelio gnóstico de Felipe para afirmar que Jesús y María Magdalena estaban casados y que la amaba más que al resto de sus discípulos y que a menudo la besaba. El lugar donde la besaba ha desaparecido del manuscrito, algunos autores señalan la boca, mientras que otros la mejilla. Para empezar, como he señalado anteriormente, los evangelios gnósticos no tienen funcionalidad histórica, sino tan sólo de difusión de ideas gnósticas.

 

    En segundo lugar, entre los gnósticos (al igual que entre los judíos y los cristianos de la época) el beso no tenía carga erótica, sino que tenía la funcionalidad de transmitir un secreto. Recuérdese que en los propios evangelios canónicos, Judas traiciona a Jesús con un beso.

 

    En tercer lugar, la idea del casamiento es una metáfora acerca de la relación de Dios (Jesús) con el alma humana (Magdalena). Esta metáfora, no obstante, no es patrimonio de los gnósticos. En el evangelio de Mateo (Mateo, 25, 1-13) se narra la parábola de las diez vírgenes (almas) que esperan al esposo (Cristo). San Pablo también la emplea:

 

    «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella». (Efesios 5:25).

 

    «Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo». (2o de Corintios, 11:2).

 

Vida Pública. 

 

    Como señala Josefo o el propio libro bíblico de Hechos de los Apóstoles, en aquellos días había un gran número de personajes carismáticos que predicaban el arrepentimiento de los pecados y el fin de los tiempos. Jesús sería uno de estos judíos carismáticos, auto-calificándose como el Mesías, aunque la fuente Q no registra que en algún momento se calificara como Dios hecho hombre, como defiende la fe cristiana. Las expresiones mesiánicas que lanza Jesús han sido estudiadas de forma muy certera por Geza Vermes.

 

    También cabe la posibilidad de que Jesús practicara la sanación o el exorcismo, como hacían otros líderes carismáticos. En un pasaje evangélico, una mujer enferma toca a Jesús porque piensa que así será sanada. Tras ello, Jesús le dice «Tu fe te ha salvado». (Marcos 5: 34).

 

    La expresión aramea «talita cumi» (Marcos 5:41) que lanza para resucitar a la hija de Jairo, forma parte de las fórmulas de los sanadores de la época, incluso aparece reflejada en el Talmud y los Misdrashim palestinenses (Geza Vermes). La tesis de que fuera un sanador popular fue defendida en la primera etapa de la búsqueda del Jesús histórico por el teólogo protestante Heinrich Eberhard Gottlob Paulus. La naturaleza de las sanaciones entrarían dentro del campo de la fe, aunque algunos autores señalan que parte de ellas pudieron deberse a un efecto psicosomático. Aunque se acepte que Jesús realizara estos rituales, no hay pruebas de que hayan tenido los resultados esperados.

 

    Con respecto a sus seguidores, los evangelios sólo nos dan datos de unos pocos de ellos (Pedro, Juan, Simón el Zelota, Judas Iscariote...). A causa de ello, se plantea la posibilidad de que el número de discípulos no fuera de doce, sino más reducido. Este número simbolizaría las 12 tribus de Israel. El personaje de Judas le traicionará, aunque históricamente desconocemos los motivos.


        «Uno de los hechos innegables de la vida del Jesús Histórico, es que éste fue crucificado».


 

    Había mujeres que seguían a Jesús, algunas de las cuales colaboraban aportando dinero: «Los días siguientes, Jesús fue por muchos pueblos y ciudades anunciando las buenas noticias del reino de Dios. Con Jesús andaban también sus doce discípulos y muchas mujeres. Estas mujeres ayudaban con dinero a Jesús y a sus discípulos. A algunas de ellas, Jesús las había sanado de diferentes enfermedades y de los espíritus malos. Entre esas mujeres estaba María, a la que llamaban Magdalena, que antes había tenido siete demonios. También estaban Juana y Susana. Juana era la esposa de Cuza, el administrador del rey Herodes Antipas». (Lucas 8: 1-3).

 

Pasión.

 

    Uno de los hechos innegables de la vida del Jesús Histórico, es que éste fue crucificado. No obstante, se desconoce los motivos, pero debió ser un delito contra Roma y no contra los judíos, como se afirma comúnmente.

 

    Los relatos evangélicos ofrecen una imagen amable y comprensiva de Poncio Pilatos, incluso Mateo afirma que su mujer tiene un sueño que le sirve de advertencia para no ejecutar a Jesús: «Y estando él (Pilatos) sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él». (Mateo 27: 19).

 

    Además, pretende librar por todos los medios de la muerte a Jesús. El personaje de Barrabás, un criminal que también está condenado a muerte, aparece en escena. Según nos dicen, existía la costumbre de liberar en Pascua a un preso judío. Dicha ley jamás ha sido documentada por ningún cronista ni por restos epigráficos.

 

    Los autores de los evangelios usan a Barrabás como una alegoría del ser humano pecador, que merece la muerte por sus faltas, sin embargo, Jesús ocupará su lugar para salvarle. Este pasaje no se considera histórico, sino una metáfora del poder redentor de Cristo.

 

    Pilatos, que se sorprende de que elijan para ser liberado a un criminal como Barrabás en lugar de a Jesús, le condena a ser azotado. Pero esto sigue sin convencer a los judíos, que desean su muerte. Ante esto, se lava las manos en señal de que no desea participar en aquello. El evangelista Mateo pone en boca de los judíos una frase por la cual los cristianos los van a perseguir durante siglos: «Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos». (Evangelio de Mateo 27:25).


    La imagen que los evangelios nos ofrecen de Pilatos contradice el retrato que presentan autores como el judío Flavio Josefo, que llega a calificarle de sanguinario y cruel por sus numerosas penas de muerte. ¿Cómo debemos entender estos pasajes?

 

    Cuando estos evangelios son escritos, la doctrina cristiana comienza a tener éxito entre los gentiles (no-judíos), por lo que en cierta medida intentan exculpar a Pilatos y responsabilizar a los judíos (al menos, parcialmente) de su muerte.

 

    Así mismo, tampoco se considera histórico el relato sobre los dos ladrones que son crucificados junto a Jesús. Uno se burla de él, mientras que otro entiende que ambos merecen ese castigo, al contrario que Jesús. Por ello, Jesús le responde: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso». (Evangelio de Lucas 23: 43). Este pasaje, al igual que el de Barrabás, es una alegoría de la condición espiritual del hombre: uno acepta a Cristo y por ello éste le anuncia que será salvado.

 

    La postura que se muestra en cuadros, esculturas o películas (exceptuando La última tentación de Cristo de Scorsese) sobre la crucifixión es falsa, aunque desde un punto de vista estético sea más agradable de contemplar. Los brazos eran clavados a través de las muñecas, no de las palmas de las manos, ya que así evitaban que la carne se desgarrara. También se flexionaban las piernas para retrasar la muerte (siendo así más dolorosa) y estaban desnudos.


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Pies de foto


    [Imagen principal] Ana Pallares (2015).

 

Bibliografía:

 

    Es difícil recomendar una bibliografía seria sobre el Jesús Histórico, aunque quizás es más difícil que las distintas obras se pongan de acuerdo en muchos asuntos. Posiblemente leáis en algunas aspectos que se contradicen, ya que hay temas que siguen siendo debatidos. Las que menciono a continuación son aquellas que he leído íntegramente y que de una forma u otra me han ayudado a crear este artículo. Incluyo obras primarias que sirven de base a los investigadores a la hora de escribir, ensayos científicos y de divulgación, además de una obra de ficción muy bien documentada (algo poco frecuente en la novela histórica). Finalmente, recomiendo el blog de Antonio Piñero, uno de los mayores expertos en cristianismo primitivo.

 

Fuentes originales:

 

    La Biblia (Traducción Reina-Valera).

 

    Evangelios apócrifos.


    Evangelios gnósticos.


    JOSEFO, Flavio, Antigüedades de los judíos.


    SUETONIO, Cayo, Vida de los doce Césares.

 

    TÁCITO, Cornelio, Annales.

 

    KING, Karen, María de Magdala, Jesús y la primera apóstol.


    PIÑERO, Antonio, Guía para entender el Nuevo Testamento.


    PIÑERO, Antonio, El otro Jesús: vida de Jesús según los Evangelios apócrifos.


    RICHES, John, El mundo de Jesús, el judaísmo del siglo I en crisis.


    STEIN, Gordon, The Jesus of History: a reply to Josh McDowell.


    VERMES, Geza, Jesús el judío VIDAL, César, El primer evangelio: el documento Q.


    VIDAL, César, El Judeo-cristianismo palestino en el siglo I.

 

    THEISSEN, Gerd, La sombra del Galileo Enlaces: Blog de Antonio Piñero.

 

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