Entrevista a Miguel Scheroff
ARTE

Entrevista a Miguel Scheroff

    Miguel Scheroff es un artista nacional, procedente de la provincia de Jaén y licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada. A pesar de su juventud, su obra destaca por un punto de vista maduro y experimentado. No es fácil para el espectador enfrentarse a sus representaciones, pues en ellas vemos una parte de nuestra naturaleza que no estamos acostumbrados a contemplar. Sin embargo, estas visiones inquietantes contienen ciertas fuerzas magnéticas que nos atraen. Indudablemente, juegan en favor de este último punto el preciosismo y la habilidad técnica con los que Miguel sabe dignificar sus trabajos.

 


    TCoH: Hola Miguel, me gustaría empezar por algo tan básico como preguntarte de dónde viene tu interés por el mundo artístico. ¿Es algo que te atraía desde pequeño?

 

    Mi familia siempre elogiaba cualquier garabato que hacía de niño. Con este estímulo y la energía de una persona muy especial en mi vida —mi madrina María—, desde muy pequeño me sentí fascinado por el mundo del arte.

 

 

    TCoH: ¿Cuándo decidiste comenzar los estudios de Bellas Artes?

 

    Cuando terminé la ESO tuve que decantarme entre mis dos pasiones; la biología o las artes plásticas. Al final, entre los consejos de profesores —hartos de verse caricaturizados— y familiares, me convencí de que tenía que realizar el bachillerato de artes. En esta etapa conocí a grandes amigos que me motivaron con el dibujo y la pintura, pero lo que realmente resultó decisivo para iniciar la carrera de Bellas Artes fue la prematura e inesperada marcha de mi madrina María. Ella me enseñó a contar las cosas de una manera diferente con la delicadeza y sensibilidad que proyectaba en sus pinturas; aquel fulminante hecho hizo que me plantease concienzudamente producir una obra propia a través de las artes plásticas, un deseo que ella no pudo cumplir por adversidades de su tiempo.

 

 

 

 

    TCoH: Me consta que en numerosos casos, tanto los padres como las instituciones que preceden a la Universidad, son bastante cautos a la hora de apoyar las ambiciones de un joven o una joven que quiere cursar estudios relacionados con las artes. Argumentos como “es una carrera que no tiene salidas profesionales” son comunes en este sentido. En tu caso, además de tu madrina, ¿sentiste un apoyo general desde el primer momento?

 

    Me considero muy afortunado porque mi familia siempre me animó a elegir este camino, sobre todo mi padre, al que le entusiasma el arte. Si no fuera por todos ellos quizás me habría costado dar el paso. Conozco casos de amigos muy cercanos que tuvieron que elegir otra formación por imposición de sus padres, y ahora sienten que han dejado escapar sus sueños.

 

 

    TCoH: ¿Es cierto que la carrera de Bellas Artes no tiene salidas profesionales?

 

    La cuestión es que en este momento tan dramático de crisis, prácticamente ninguna carrera tiene salidas profesionales aseguradas. Pero pienso que uno mismo debe de luchar por aquello en lo que cree y poner todo el esfuerzo de su parte para alcanzar los objetivos que se marque. Bellas Artes puede tener las mismas salidas profesionales o incluso más que cualquier otra carrera, pero viéndolo de una manera realista, todos necesitamos un apoyo para empezar a tomar las riendas hasta ser totalmente independientes.

 

 

 

 

    TCoH: Creo que has tenido algunos internamientos en el campo de la escultura, pero si contemplamos tu trayectoria artística se hace evidente tu inclinación hacia la pintura y el dibujo. ¿Por qué te decidiste en esta dirección disciplinar en detrimento de las muchas otras que existen en la actualidad?

 

    En muchas ocasiones me he propuesto trabajar con otros medios, pero finalmente son la pintura y el dibujo los lenguajes con los que me siento cómodo, digamos que me permiten crear ciertos postulados con los que transferir un filtro propio a la imagen, alcanzando unos objetivos que difícilmente conseguiría con cualquier otro medio.

 

 

    TCoH: Varias figuras críticas en la modernidad avanzaban la posibilidad de que el artista rebelde no iba a necesitar la protección popular, sino todo lo contrario. Quiero decir con esto que, desde los movimientos de las vanguardias, se ha ido generando una aceptación colectiva de que el arte debe ser original y prestarse a una renovada actualidad en cuanto a tratamientos y objetivos. ¿Resulta fácil, en plena época digital, dedicarse a una ciencia tan antigua como la pintura y crear a la vez una obra original?

 

    A veces pienso que pintar es casi un acto de rebeldía ya que, en alguna ocasión he escuchado que no tiene sentido seguir creando o expresando con óleo, existiendo tantos otros métodos más eficaces a la hora de llegar al espectador y poner en práctica tus ideas. Pero las artes plásticas se reinventan continuamente modificando su forma, estilo y concepto, aunque se trate de un medio utilizado desde la prehistoria, siempre se hará de manera diferente dependiendo del artista. Efectivamente, cuando aparece una disciplina nueva la que sufre es la más clásica porque tiene que compartir protagonismo, pero pienso que todas las formas de arte son imprescindibles para acercarnos a una comprensión de lo que es la creación contemporánea. Si extrapolamos esta cuestión a la música, muchos pensarían que es absurdo seguir utilizando ciertos instrumentos cuando podemos conseguir el mismo sonido —o más limpio— de manera electrónica, produciéndolos con programas como Lógic Cubase o FL Studio, por ejemplo, sin invertir el mismo dinero o esfuerzo. Pero sería ridículo prescindir de la magia que produce la sonoridad de un instrumento musical físico, la experiencia no es la misma. Igual que es importante continuar trabajando en melodías clásicas como el pop o el rock, aunque los Beatles o los Rolling ya avanzaron el futuro de estos estilos, pero ¿qué seríamos sin muchos de los grupos que han derivado de todo eso? Del mismo modo la pintura actual cuenta cosas que nunca antes había tratado.

 

 

 

 

    TCoH: ¿Cómo es el proceso que llevas a cabo para realizar uno de tus trabajos?

 

    Dependiendo del tipo de obra cambia la metodología. Por ejemplo, la mayor parte de mis pinturas las realizo de manera muy obsesiva, trabajando primero grandes manchas y resolviendo después pequeñas parcelas de manera muy elaborada hasta completar toda la superficie. Ésta es una ocupación muy exigente y constante que a veces me deja exhausto, pero para nada supone un sacrificio, sino todo lo contrario, disfruto mucho con ello. Después están las obras más gestuales y expresivas que me ayudan a liberarme de la parte ordenada, sistemática y cuidadosa de las anteriores. En éstas disfruto arrastrando la pintura, metiendo empastes o creando otras texturas distintas; reconozco que en mis últimos trabajos intento hibridar las dos maneras de hacer para enriquecer la obra pictóricamente.

 

 

    TCoH: En tus obras, podemos retraernos a autores como Caravaggio, el cual produjo cierto revuelo en su época por su interés en plasmar la realidad por encima de una belleza idealizada. Tus obras más realistas nos presentan las cosas tal y cómo son. ¿Cuáles son tus inquietudes al actuar de esta manera?

 

    Todo mi trabajo gira en torno a esos infinitos caminos que nos abre el retrato pictórico al abarcarlo sin miedo ni complejos. Cuando elaboro un retrato, casi de manera irracional o intuitiva, la imagen deriva en una especie de confrontación entre los límites de la realidad y la ficción, lo sereno y lo agitado, la atracción y la repulsión. Mi intención es representar al ser humano hablando sobre sí mismo, de sus preocupaciones existenciales, la materia orgánica de la que se compone o de su posible papel en el mundo; para ello me sirvo del rostro donde, a la manera de Arcimboldo, añado pictóricamente elementos orgánicos, pudiendo pasar casi cualquier cosa, sin importar que el resultado se convierta incluso en una masa antropomorfa de intestinos; pero procurando siempre remitir a un pensamiento colectivo.

 

 

 

 

    TCoH: En tu experiencia personal, ¿sigue despertando en el público cierto desasosiego la contemplación de una realidad exenta de una belleza platónica?

 

    Mi pintura no siempre es fácil para todo el mundo. Hay personas que se dejan llevar más por lo que ven que por lo que cuento y se horrorizan sin más; otras que encuentran en ella cosas que ni yo me he planteado enriqueciendo la percepción que tengo sobre mi trabajo. Mi obra tiene una estrecha relación con lo que llaman Shock Art: recuerda verdades incómodas, recrea imágenes de mal gusto, no hay censura, y se ayuda de grandes formatos para captar la atención. Por lo que si el espectador busca bienestar sin más, lógicamente, sentirá lo contrario; pero si observa la obra sin complejos descubrirá que, bajo la aparente violencia hay una inquietante llamada a la serenidad y la paz, pues los rostros no muestran dolor ni angustia. De todos modos la realidad del mundo es mucho más dura y salvaje que cualquier representación anecdótica, y poco podemos hacer cuando aparecen escenas terribles en televisión, nos hemos visto casi obligados a consumirlas siendo inmunes y pasivos ante la barbarie.

 

 

 

 

    TCoH: Cuando me encuentro con alguno de tus retratos realistas al natural, me llama la atención la manera en que añades cierta textura a la piel, dotándola de calidez, se convierte en algo táctil que el espectador puede sentir paseando los ojos por la superficie pictórica. Quizás este planteamiento siga el de otros artistas en el campo del hiperrealismo, como las obras de Finger Paintings de Chuck Close, donde el interés no se limitaba a generar una obra realista, sino a dar vida a un retrato por encima de lo fotográfico. ¿Desde donde proyectas esa intención a la hora de realizar estos trabajos?

 

    Entre los diferentes planteamientos que Chuck Close aplica en sus obras, es la idea de convertir el rostro en un enorme mapa cartográfico de información sobre su extensión epidérmica, la que en principio me enamoró y en la que empecé a trabajar en mis primeros dibujos, traspasando cada mínimo detalle que observaba en el modelo fotográfico a la superficie pictórica. Más tarde, esta manera de trabajar dejó de divertirme y empecé a transformar la superficie epidérmica en unos entramados abstractos muy organizados que remitían a la huella dactilar o a pieles agrietadas como la de un elefante. Este juego de texturas me entusiasmaba hasta tal punto que se me ocurrió trabajar en un proyecto al que llamé El pasado presente, donde pretendía simular una “resurrección de iconos del arte”. Para ello primero recopilaba todos los datos posibles sobre el personaje a retratar (archivos sobre su personalidad, contexto histórico, fotografías, retratos/autorretratos). Si no existían fotografías realizaba varios bocetos basándome en textos o descripciones a modo de “retrato de reconstrucción” —también llamado retrato robot—. Una vez tenía el dibujo del personaje, lo proyectaba en el soporte y comenzaba a recubrir el rostro con estas urdimbres similares a la huella dactilar. Unas tramas abstractas minuciosamente trabajadas que simulaban los recorridos orgánicos de la epidermis: poros, capilares, pequeñas manchas de la piel, cabellos, etcétera. Esta textura en forma de epidermis extremadamente detallada y extendida, invitaba a pensar en la enorme precisión de detalle que permiten las nuevas tecnologías; por tanto, aplicando esta idea al rostro de Van Gogh, por ejemplo, lograba producir la sensación de que éste había sido fotografiado en un contexto fielmente actual, con una cámara de alta precisión; como si yo hubiese podido tener acceso a palpar su piel con mis manos o explorarla con un microscopio de última tecnología. Por otro lado, también incorporaba efectos de la fotografía contemporánea como el macro, el desenfoque, la mirada del modelo hacia el espectador, expresiones de enfado o muecas, potenciando así la idea de coetaneidad. En resumen, puedo decir que añadiendo una falsa información sobre la superficie del rostro, conseguía crear una realidad actual posible en un personaje del pasado del que apenas tenemos imágenes o información precisa, devolviéndolo al presente.

 

 

 

 

 

 

 

 

    TCoH: En tus trabajos de la serie Flesh Vanitas, nos presentas a individuos cuya piel ha desaparecido y dejan al descubierto los secretos más intrínsecos de la musculatura humana. No he podido evitar recordar una cita de McEwan en su novela Expiación: «Todos los secretos del cuerpo humano quedaban al descubierto: huesos que asomaban entre la carne, vislumbres sacrílegos de un intestino o un nervio óptico. De esta nueva perspectiva íntima extrajo una enseñanza simple, una cosa obvia que siempre había sabido y que todos sabían: que una persona es, entre todo lo demás, una cosa material, que se rompe fácilmente pero que no es fácil de recomponer». ¿Tu intención con esta serie de trabajos es la de enfrentar al público con su propio destino, es decir, la certeza de la muerte?

 

    No conocía la cita y además de parecerme muy buena también es acertadísima como introducción al concepto con el que trabajo en la serie Flesh Vanitas. Al tipo de retrato que realizo, he decidido llamarlo “retrato hiperinformado”, ya que se caracteriza por contener múltiples datos referenciales a la realidad que interpretamos de las diferentes informaciones que nos llegan —ya sean verosímiles o fantásticas—, dando como resultado un rostro cuya superficie está cargada de revelaciones sobre su composición matérica, contexto, psicología, etcétera. Una cara hiperreal —que no hiperrealista— ya que alberga múltiples realidades posibles en un mismo rostro. Estos retratos aparecen cubiertos de una gran cantidad de datos visuales a modo de texturas, tramas, efectos y entramados pictóricos que remiten a la piel, la mirada, el cabello y otras realidades del cuerpo. Estas amalgamas de detalles se añaden —a través de la pintura o el dibujo— de modo exógeno, se multiplican, son encontrados, rescatados y recontextualizados de manera exagerada y minuciosa, cubriendo la superficie del retrato e hibridándose incluso con otras formas orgánicas o ideas conceptuales, para obtener así un rostro con más información —real o ilusoria— que la propia realidad utilizada como modelo para la obra; una fisonomía pictórica que muestra algo más que la mera representación de un individuo. Además, ésta ampliación plástica de la cabeza también se sirve del uso de grandes formatos, los cuales permiten agrandar el tamaño del retrato hasta descontextualizarlo abergando infinidad de datos. Es por todo esto que considero Flesh Vanitas como una evolución natural del trabajo anterior: a los primeros rostros donde detallaba cada poro de la piel, se le sumaba la idea de “añadir más información”, evidenciando además el material interior del que estamos compuestos. Estos retratos pretenden reflejar por tanto lo que ocurre debajo de la piel, lo que realmente somos: capilares, carne, nervios, tendones, piel y hueso; despojándolos de signos que identifiquen género masculino o femenino, ya que se trata de un retrato universal donde todos podemos vernos reflejados y encender nuestra conciencia, plantearnos preguntas sobre nuestra propia individualidad y el lugar que ocupamos en el mundo ante la seguridad del “memento mori”.

 

 

 

 

    TCoH: A pesar de la notable diferencia, estilísticamente hablando, ¿crees que existe cierta comunión entre estos trabajos y las obras de Francis Bacon?

 

    Ya me gustaría, pero considero que lo poco o mucho que me une a él, es el hecho de mostrar al ser humano como un trozo de carne abyecto, amenazado por la dispersión de su identidad, con un cuerpo, que se vacía y dilata, que se mezcla con otros cuerpos, que se metamorfosea en su reflejo alejándose de lo ideal, y cuyo destino final es desintegrarse. Pero Bacon, además de esto encierra en su obra una complejidad conceptual que va más allá de lo que yo puedo entender. Al menos si no es así, la historia se ha encargado de engordar su pensamiento pictórico hasta el punto de resultar casi un tratado filosófico. De todos modos, yo me quedo con la energía que absorbo de su obra, y por supuesto que, junto a Chaïm Soutine es mi principal referente del siglo XX.

 

 

    TCoH: ¿Dónde encuentras tus mayores influencias?

 

    Honestamente, con el tiempo he ido incidiendo en que mis verdaderas y principales influencias las encuentro en el entorno cultural que me rodea. Siempre he vivido en un pueblo muy pequeño de la provincia de Jaén, Navas de Tolosa. Aquí están muy arraigadas tradiciones como la caza, la matanza y la semana Santa; tres acontecimientos que coinciden en la misma época del año mezclándose extrañamente. Recuerdo cómo de pequeño atábamos chorizos en casa de mis abuelos mientras en la televisión aparecían las imágenes de cristos ensangrentados paseando por las calles. O las enormes hecatombes de ciervos y jabalíes que se apilaban al final de las monterías, cuando acompañaba a mi tío como mero espectador de aquel horrible suceso. Es imposible que todo esto no acabe proyectándose de alguna manera en tu trabajo. A parte de esto, evidentemente, reconozco que he absorbido e incluso interpretado la obra de muchísimos autores, y si tengo que señalar a los más influyentes me quedaría con: las tragedias de Lorca; la magia escenográfica de José Val del Omar; los cuerpos amputados de Theodore Gericault; los monstruos de Goya; los rostros matéricos de león Kossoff y Frank Auerbach; el mundo siniestro de David Lynch en Lost Highway o Rabbits, o el de David Cronenberg en Cromosoma 3. Pero sin ninguna duda, el artista que más ha conseguido conmoverme y con el que realmente me quedaría si tuviese que elegir, es Enrique Marty. No encontraría una forma de explicar lo mucho que consigue emocionarme. Su obra es una magistral puesta en escena de los temores más primarios. No me gusta empezar listas porque siempre quedan muchos fuera, pero entre otros referentes importantes además de los nombrados estarían: Filippos Tsitsopoulos, Yan Pei Ming, Glenn Brown, Elizabeth Peyton, Marlene Dumas, Luis Gordillo, Santiago Ydáñez, Jose Luis Serzo, Fernando Bayona, Juan Antonio Baños, Juan Francisco Casas, Santiago Talavera, Kepa Garraza, Gloria Martin Montaño, Arantza Pardo, Eloy Morales, Carlos Sagrera, Julio Falagan, Antonio Saura, Vik Muniz, Ana Barriga, Anselm Kieffer, Kamalky Laureano, Monica Dixon, Pierre Gonnord, Lucian Freud, David Hockney, Gerhard Richter, Aleha Chapin, Luc Tuymans, Andy Drenzler, Rinus Van de Velde, Kati Heck, Simon Birch, Bea Sánchez, Adrian Ghenie, Justin Mortimer, Alex Kanevsky, Kehinde Wiley, Asgar Gabriel, Margaret Keane, Cong Hua Lu, Hyang Koo Kang, Xevi Solà, Thai Shan Schierenberg, HyoSeok, Kwangho Shin, Marc Quinn, Krist Knight, Yue Minjun, Elly Smallwood, Katinka Lampe, Feng Zheng Jie, Jenny Saville, Oleg Dou y un largo etcétera.

 

 

 

 

    TCoH: Frente a tus trabajos más realistas, también podemos encontrar pinturas cuyo primer impacto visual nos recuerda el expresionismo teutónico, o, yendo más lejos, a las ondulantes pinceladas de Van Gogh. ¿Cómo coordinas paralelamente ambas inquietudes?

 

    Soy incapaz de llevar varias obras a la vez; cuando estoy metido en un retrato de gran formato muy detallado y trabajado me introduzco de lleno y no paro hasta dar la última pincelada. Si me encuentro con fuerzas, al día siguiente de finalizar una obra continúo con otra nueva, pero si necesito un respiro dejo una semana para realizar obras más pequeñas y rápidas que me ayuden a tomar soltura en otro tipo de trabajos más espontáneos. Normalmente para las obras de gran formato dedico entre tres semanas o un mes, y para las de pequeño formato entre dos y cinco días.

 

 

 

 

    TCoH: Autores como Gerhard Richter han dejado claro que la cuestión artística en la posmodernidad, no tiene por qué deberse a una intención de estilos individuales. Un mismo autor puede trabajar la abstracción y la figuración como instrumentos para alcanzar un mismo o diferentes fines. ¿En qué ambiente te sientes más cómodo: trabajando pacientemente en tus obras realistas, o llevando a cabo esas obras expresionistas donde la espontaneidad forma parte del proceso de trabajo?

 

    Estoy totalmente de acuerdo con estas palabras. Personalmente pienso que la comodidad pasa a ser algo muy subjetivo dependiendo del tipo de imagen que esté pintando, pues hay unas que me estimulan más que otras. Creo que me sería difícil decantarme por una forma de pintar puesto que me divierten de manera diferente; creo que no podría pintar si no disfrutase durante el proceso creativo.

 

 

 

 

 

 

    TCoH: La figura humana no es la única protagonista de tu trabajo. También los animales son dignos de tu interés. ¿Qué buscas con su representación?

 

    Los animales han supuesto para mi trabajo un soplo de aire fresco y una nueva vía de investigación pictórica, disfruto muchísimo pintándolos; me permiten crear unos relieves muy particulares arañando con el palo del pincel los empastes a óleo, el resultado es como si pegases el pelo de la bestia sobre el soporte, resulta curioso. Empecé pintando unas cabezas de ciervo cortadas que había fotografiado en una montería. Este animal me parece el más extraordinario y misterioso que he visto nunca, posiblemente lo que más llama mi atención es el hecho de que sobre su cabeza broten cuernas con puntas que al cortarse vuelven a resurgir como si se tratase de un árbol. No olvido el día que presencié la muerte de un hermoso venado a causa de una bala, creo que hay pocas cosas más terribles que matar animales por entretenimiento. En este momento estoy trabajando bodegones a gran escala donde las bestias aparecen sin vida amontonadas unas sobre otras —ciervos, jabalíes, cisnes, águilas, etc.— sepultando cadáveres humanos. Morgues donde lo humano y lo animal comparten el mismo destino.

 

 

    TCoH: En la actualidad, ¿cómo ha sido tu experiencia con la escena artística nacional?

 

    Vuelvo a considerarme muy afortunado, y aunque lo he pasado realmente mal replanteándome muchas veces si seguir o no en esto, finalmente he tenido mucha suerte porque todo mi esfuerzo se ha visto recompensado. La primera persona que me ayudó fue mi directora de PFC Belén Mazuecos, me dio muy buenos consejos y a día de hoy seguimos manteniendo una bonita amistad. Del mismo modo, el crítico de arte y ahora gran amigo Adonay Bermúdez , me ayudó de manera importante a impulsar mi carrera organizando mi primera exposición individual VANITAS en la galería la Zúa de Madrid, algo que me abrió muchas puertas; siendo la principal mi entrada en Kir Royal Gallery. Aquí gracias al artista Fernando Bayona pude participar en una colectiva llamada BESTIAS y conocer a Sabine y Eleonora, directoras de la galería. Desde ese momento ellas se mostraron muy interesadas en que formase parte de su equipo de artistas, algo que yo jamás habría imaginado ni en mis mejores sueños. Después de tanto trabajo invertido en la pintura, llegaba el momento de tener algo real por lo que no abandonarla nunca. Con Kir Royal he cumplido muchas de mis mayores aspiraciones como exponer junto con Filippos Tsitsopoulos, uno de mis principales referentes artísticos; o participar en ferias como ART BEIJING (Pekin) y JUSTMAD 5.

 

 

 

 

    TCoH: ¿Tienes alguna obra expuesta ahora mismo para que la gente interesada pueda ir a contemplarla?

 

    El próximo 16 de Enero expongo en una colectiva comisariada por el gestor cultural Rafael Doctor Roncero en la galería Ángeles Baños de Badajoz; esta exposición sí que será un verdadero sueño hecho realidad, ya que entre los cinco artistas que forman parte de la muestra estará Enrique Marty, mi más admirado genio del arte. No puedo estar más agradecido a Rafa por haberme seleccionado para este proyecto, me siento infinitamente feliz. Hay artistas muy trabajadores, muy buenos y con mucha trayectoria profesional en este país como para tener la enorme suerte de que recaiga un premio así sobre uno mismo.

 

 

    TCoH: ¿Cuál es tu opinión general en cuanto a la educación artística en nuestro país?

 

    Algunos historiadores señalan que el arte en su origen fue algo asociado a la alucinación, a estados de trance, y que todo esto en el arte profesional se ha olvidado por cosas como el sistema de aprendizaje del oficio, la ideología o estrategias de toda índole. Resulta apasionante ver como de niños disfrutamos pintando, es una pena que al crecer llenemos nuestra cabeza de convencionalismos y nos “enseñen” como tenemos que hacer las cosas limitando nuestra imaginación. En países como Inglaterra, Francia, Holanda, Suiza y Alemania, los profesores de colegio llevan a sus alumnos de visitas guiadas a museos y galerías desde los primeros cursos de preescolar, fomentando así sus inquietudes por la cultura y el arte. Además, en estos países los artistas son muy respetados y admirados a diferencia de España, donde todavía pienso que tenemos mucho que aprender. A veces me da la impresión de que el sistema educativo de nuestro país lucha por destruir la creatividad, incluso con las nuevas reformas educativas casi nos aísla de ella.

 

 

    TCoH: El acceso a la información artística de la actualidad está reservado a unas pocas revistas y páginas webs. No es fácil seguir las tendencias contemporáneas o estar al día en «la carrera del arte». ¿Cuáles son tus puntos de acceso e información en este sentido?

 

    Pienso que tenemos la enorme suerte de contar con un amplio y variado abanico de blogs y webs como The Church of Horros, donde personas interesadas por el mundo de la cultura, realizan un enorme esfuerzo sin ningún tipo de lucro para ofrecernos sus investigaciones y estudios en el campo de la cultura. Os doy las gracias por el enorme trabajo que realizáis. Para descubrir artistas normalmente utilizo redes sociales que considero más directas como: Facebook, Pinterest e Instagram. Para leer críriticas y entrevistas considero importantes: La raya verde, diario público, ABC cultural, Beis magazine, Bellice, Belio, La mono, Es Madrid no Madriz, The Church of Horrors, Arte en Sevilla, Arte en Madrid, CYAN Mag, Rooms magazine, DARDO, Lapiz, Arteinformado, y un largo etcétera de webs y blogs que vas descubriendo de manera casual.

 

 

    TCoH: Hay artistas que crean a través del caos y otros que lo hacen a través del orden, ¿cómo describirías tu ambiente de trabajo?

 

    Cuando estoy pintando me concentro solo en la obra, por lo que el estudio acaba muy desorganizado; hay trapos, botes, sillas, mesas y todo tipo de materiales por el suelo. A veces me justifico pensando en que esa desorganización del espacio de trabajo forma parte del proceso creativo, ya que se ha demostrado que los ambientes desordenados contribuyen a la creatividad, a buscar la novedad y los caminos no convencionales. En cuanto a mi obra se refiere, creo que soy bastante metódico y ordenado, he compartido estudio con una artista que trabaja con la teoría del caos y sé que yo sería incapaz de desarrollar un trabajo tan complejo.

 

 

 

 

    TCoH: ¿Sueles escuchar música cuando trabajas? ¿Qué tipo de música?

 

    La música es parte de mi trabajo ya que no soy capaz de ponerme a pintar sin que suene en el estudio. Reconozco que desde los quince años estoy muy atrapado por la música alternativa, y cuando me gusta algo puedo llegar a ser muy grupie. Disfruto mucho escuchando Radio 3, descubro artistas brillantes que difícilmente conocería de no ser programas como Disco Grande, Capitan Demo o Siglo 21, entre otros muchos. Me apasionan las melodías y voces atípicas, estridentes, distorsionadas, incluso cuanto más desagradables mejor, me divierte y me hace feliz. Si no me dedicase a las artes plásticas, convencería a un par de buenos amigos para formar una banda. Si tuviese que nombrar algunos grupos me quedaría con el indie nacional: Los Planetas, Enrique Morente, Nacho Vegas, Christina Rosenvinge, La Bien Querida, María Canta Copla, Los Evangelistas, La Buena Vida, Los Fresones Reveldes, Pumuky, Mcenroe, Los Punsetes, Manos de Topo, El Columpio Asesino, Fuckaine!, Standstill, los Ganglios, El Último Vecino, Copa Turbo, Los Pilotos, Fangoria, Novedades Carminha, Trepàt, Trajano, Perro, Neuman, Edredón, Nudo Zurdo, Zá!, Arizona Baby, Russian Red, Supersubmarina, El Meister, Angel Stanich, Sidonie, La habitación Roja, Niños Mutantes, y una larga lista…

 

 

    TCoH:  ¿Eres aficionado al cine, series o programas de televisión?

 

    Me gusta mucho el cine pero le dedico menos tiempo del que me gustaría, me dejo recomendar por las películas que Javier Tolentino comenta en su programa El séptimo Vicio. También tengo que reconocer que disfruto mucho viendo series como The Walking Dead, Breaking Bad o Big Ban Theory entre otras… aunque lamentablemente no exploro mucho en cine y me pierdo grandes obras.

 

 

    TCoH: ¿Sueles asistir a exposiciones en galerías y museos?

 

    Sí, siempre que puedo procuro estar en todo lo que me pilla cerca y no perderme las imprescindibles. Debo señalar dos de ellas que me han parecido muy interesantes: la primera es Reinterpretada I de Enrique Marty en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid; la otra es la de Violence and Serenity de Marc Quinn en el CAC de Málaga.

 

 

    TCoH: De todos los museos que has podido visitar, ¿con cuál te quedarías?

 

    A nivel nacional me quedo con el MACUF de Coruña, el Da2 de Salamanca, el MUSAC de Castilla y León, y por supuesto el CAC de Málaga. A nivel internacional no he podido conocer muchos porque he viajado muy poco, pero quizás me quedaría con el Pompidou de París.

 

 

 

 

    TCoH: ¿Qué consejo le darías a alguien que quiera seguir tus pasos en el campo de las actividades artísticas?

 

    Humildemente, siempre he pensado que con esfuerzo, constancia y trabajo casi todas las metas pueden alcanzarse; cada día me levanto pensando que queda todo por hacer, que por muchas horas que dediques a tu trabajo siempre te sorprenderás aprendiendo y descubriendo cosas nuevas. Pienso que no es necesario tener un talento sobresaliente, ni siquiera tener ideas brillantes o un tipo de formación concreta; nada de esto lo considero importante o necesario, sino más bien se trata de sentir una necesidad intrínseca e implacable de contar aquello que te apasiona utilizando el medio que mejores experiencias te hace sentir; pienso que hay que insistir mucho en que es de ese modo concreto como lo quieres hacer, ni mejor ni peor, sino así… Algo realmente importante es aprender a sacar fuerzas para levantarse las veces que haga falta, porque si hay algo seguro en esta profesión es que habrá días en los que sientas que lo que haces no tiene sentido, o es muy malo o nunca conseguirás nada; pero también llegarán esos momentos en los que alguien te de las gracias por el trabajo que realizas, o te reconozcan tu esfuerzo con un premio o una exposición, ese día serás el más feliz del mundo. Si disfrutas con tu trabajo el resultado será bueno seguro.

 

 

    TCoH: Por mi parte creo que hemos acabado. No quiero robarte más tiempo. Solo me queda darte las gracias y decirte que es un grandísimo honor que hayas decidido prestarte a comentar todas estas cuestiones con nosotros. Si quieres añadir cualquier cosa más, es tu momento. De nuevo, muchas gracias y suerte.

 

    El honor es mío amigos de The Church of Horror, gracias por haberme dado esta enorme oportunidad de aparecer en vuestro magazine y hablar sobre los rincones más íntimos de mi pintura. Hay enormes talentos y artistas que estarían encantados y agradecidos de aparecer en vuestro proyecto, considerado de referencia para todos los que amamos la cultura. Así que —yo que sigo vuestro proyecto desde su inicio— tengo que pediros que no dejéis de trabajar en él nunca, que continuéis motivados ofreciéndonos una información de calidad, nos hace muchísima falta en un momento donde lo que prima en periodismo es el circo, el morbo y la mentira. Por último, quiero agradecer a todas esas personas que siempre han estado a mi lado de alguna manera, dándome las energías que no tenía para continuar siempre entusiasmado. En especial a mi familia y grandes amigos, eternamente agradecido.

 

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Créditos:


Todas las imágenes son propiedad de Miguel Scheroff, 2015. Para más información acudir a la página web del artista, http://www.miguelscheroff.com o a su Facebook https://www.facebook.com/miguel.scheroff

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Comentarios
[19 ene 2015 10:52] Luiki Alonso escribió:
Me parece impresionante lo que hace, y yo no entiendo de referencias artísticas, ni de métodos, ni de técnicas, pero sí entiendo de lo que me llega y me he quedado muy impresionado con la madurez de este artista. Es real como la carne cruda. BRUTAL!