El irremediable final de un principio
CINE

El irremediable final de un principio

    Siempre me han horrorizado los comienzos. Los cobardes somos conscientes de la cantidad de cosas que hay que hacer por primera vez y durante un tiempo intentamos alargar todo lo posible el periodo en el que nos instalamos cómodamente en nuestras zonas de seguridad y convertimos nuestro día a día en costumbres que repetimos con precisión y que nos dan paz y tranquilidad porque se han convertido, exactamente en eso, en costumbres, porque en algún necesario instante de nuestro espacio/tiempo, y alentados por la felicidad de nuestra inconsciencia, las hicimos por primera vez aunque ahora ni siquiera recordemos cómo fue.

 

    Los mismos amigos, el mismo camino de ida y, por supuesto, el mismo de regreso, el mismo peluquero, el mismo desayuno, el mismo dentista, el mismo bar de siempre, el mismo pantalón… ¿arriesgar?, nunca, estoy bien así y no me he muerto.

 

    Por suerte para nosotros los cobardes, la vida no da tregua, y nuestro adorado conformismo se ve obligado, a veces, a mutar en el miedo de volver a empezar en sitios diferentes, con gente diferente y en circunstancias en las que la vida te mete sin preguntarte si estás de acuerdo o no. Nuestra propia existencia nos hace ser continuamente principiantes que vamos dando palos de ciego en busca de una felicidad que, por fuerza, tiene que dejar de ser la que nos hacía seres sin ambición y con miedo a descubrir lo que hay más allá de nuestras asustadizas miras.

 

    Es entonces cuando descubres otro tú que es capaz de crecerse ante adversidades y que es capaz de superar obstáculos que veía altos como montañas desde la perspectiva que tenía tumbado en la cama de esa habitación que sigue distribuida como el primer día que te hizo sentir cómodo en ella; es entonces cuando tienes esa extraña sensación de poder y entusiasmo que sólo el que arriesga conoce, la sensación a la que es adicto el valiente.

 

    Aprender y desaprender es el ying yang del cobarde; su confianza se ve continuamente mermada por su extraña memoria selectiva. Tan pronto supera un reto como olvida que lo ha hecho, tan pronto se demuestra que es capaz de algo como le invade el miedo a volver a hacerlo, por eso la valentía trata sobre salir reforzado de cada cosa nueva a la que uno se enfrenta, no trata sobre el hecho de afrontar algo; la valentía es salir de la zona de seguridad para no volver a entrar y vivir con el miedo de ser un principiante a diario, de ser un principiante en un trabajo, en un lugar, en pedir perdón, en pedir disculpas, en amar y en dejar de hacerlo.

 

    Por este motivo este mes dedico mis recomendaciones a todos esos valientes principiantes que han sido unos cómodos cobardes, perdidos y paralizados en la marca de salida de una carrera vital que es necesaria correr hacia una meta que nos convertirá en los valientes que no se toparán con otro recorrido que no quieran recorrer. Tras una meta no hay nada más y nada menos que otro

comienzo, otro principio, esa es la magia del bucle en el que debemos dejar que se convierta nuestra vida.

 

    Se aprende algo nuevo todos los días, todos somos principiantes de alguna manera, empezar a ser feliz puede ocurrir en cualquier momento, sólo hay que querer dar ese salto al vacío.

 

BEGINNERS de Mike Mills (2010)

 

    Mike Mills, director de esa fantástica rareza que fue Thumbsucker (2005), regresó a la dirección en 2010, realizando este melodrama lleno de claro-oscuros que cuenta varios momentos de las vidas de Oliver, Anna  y Hal; nos volvió a convencer con la tierna capacidad que tiene para psicoanalizar a sus personajes.

 

    Oliver (Ewan Mc Gregor) es un ilustrador que convive obsesionado con la tristeza y que está marcado por la idea de que su padre no quería a su madre; eso le impide ser feliz con cualquiera de sus relaciones hasta que conoce a Anna (Mélanie Laurent), una actriz que disfruta de su soledad en habitaciones de hotel y que sabrá entender la tristeza de Oliver desde que se conocen. La química entre los dos actores es indiscutible e impregna de humanidad y realidad la historia de estos principiantes reincidentes desde esa escena premonitoria en la que se conocen en la fiesta y empiezan a crear su relación en base al esfuerzo que supone entender las debilidades y fortalezas de la persona que nos atrae.

 

    Por otro lado, está el padre de Oliver, Hal (un grandioso Christopher Plummer que consiguió el Oscar a mejor actor de reparto en 2011) que le confiesa que ha sido homosexual toda la vida y que ha decidido disfrutar de su nueva identidad a los 75 años. Desde este momento el mundo de Oliver empieza a construirse desde los cimientos de la comprensión incondicional y asume que su padre ha decidido acabar con su largo sufrimiento y que quiere compartir su felicidad con él. De una manera preciosista esta circunstancia nos invita a ser testigos de delirantes momentos y conversaciones llenas de positivismo, nos tiene media película pensando ¿por qué no?

Soy un gran fan del uso de flashbacks como recurso narrativo más que beneficioso; nos hacen entender actitudes y situaciones del presente, y más si se exponen de manera paralela al momento actual en el que se desarrolla la trama, pero es que Beginners va un paso más allá, los flashbacks nos cuentan el presente directamente; como si de un narrador mudo se tratara, los detalles que nos muestran y nos dejan entrever son totalmente reveladores, y nos hacen sentir empatía y benevolencia por las criaturas de Mills, la misma benevolencia que destila toda la cinta.

 

    Beginners no da lecciones vitales porque es una lección vital en sí misma, se erige como una de esas cintas totalmente necesarias, conmovedoras y sinceras que se resume en una de las intimistas frases que pueblan un guión hecho para ser inolvidable, «la mitad de la gente cree que nada saldrá bien, la otra mitad cree en la magia».

 

    Pues es sencillo cometer un acto de fe como el de creer en la magia, es la única manera de que perdamos el miedo a comenzar las veces que haga falta, de que perdamos el miedo a ser principiantes.

 

BUSCANDO UN BESO A MEDIANOCHE (2007)

 

    Alex Holdridge encandilaba al público y a la crítica en 2007 con una cinta honesta de espíritu independiente que recordaba, en su estructura y desarrollo, al Antes del amanecer de mi adorado Richard Linklater; pareja que se conoce y no para de charlar sobre los sueños y miedos que todos hemos tenido, que todos tenemos. Otro par de principiantes que deciden resetear sus vidas y conocerse en un momento de crisis existencial en un entorno desconocido para ellos.

 

    Wilson (Scoot MacNairy) es un joven al borde de la treintena atravesando una ruptura y que llega a Los Ángeles con el sueño de ser un importante guionista. En el día de fin de año lo único que tiene claro, en su vida, es que no quiere pasar la Nochevieja solo. Animado por su mejor amigo decide poner un peculiar anuncio en una web de citas, mediante el que conocerá a Vivian (Sarah Simmonds) una, en apariencia, frívola y egocéntrica aspirante a actriz. Juntos recorrerán la ciudad y sus vidas sin darse cuenta de que, poco a poco, irá surgiendo entre ellos algo muy fuerte.

 

    Rodada en blanco y negro, para dar un tono más intimista, y que L.A no dé esa sensación de lugar donde todos los sueños pueden cumplirse, la película está regada de inteligentes y agridulces diálogos sobre la misantropía, los complejos, el amor, los sueños, los fracasos, el amor, y en definitiva, la vida.

 

    Lo mejor de la película, sin duda, es la adorable pareja protagonista, sobre la que recae el peso de todo el metraje. Es fácil identificarse con este par de perdedores con alma en los primeros minutos que nos los presentan. El inteligente recurso de utilizar actores desconocidos ayuda mucho a jugar con nuestra empatía, ayuda mucho a creer que ellos podríamos ser nosotros, que lo somos de hecho.

 

    Buscando un beso a medianoche es otro ejemplo de que la magia del cine reside en tener una buena idea, no hacen falta grandes presupuestos; vale más hacer una película que cuente algo, que conmueva al espectador con la fuerza de una frase o el poder de una mirada, y más si es una mirada herida.

 

    Es una cinta más que imprescindible porque todos creemos en el amor, porque todos necesitamos un amigo, porque todos confiamos en que soplarán «vientos de cambio», porque todos nos hemos sentido solos, porque todos soñamos con finales felices…porque todos hemos buscado un beso a medianoche.


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Pies de foto:


    [Imagen principal] Luiki Alonso (2015).

 

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Comentarios
[05 may 2015 09:52] Miguel Dávila escribió:
Enhorabuena por la entrada.
Ciertamente, "Buscando un beso a medianoche" me impactó, y lo has clavado: con muy poco se puede hacer algo muy grande. Esta película es un estupendo ejemplo de ello.
[05 may 2015 20:14] Luiki Alonso escribió:
Tengo pendiente tu entrada Miguel, pero seguro que también te daré la enhorabuena por ella.
Sí "Buscando un beso a medianoche" a mí me llegó también mucho, me es fácil identificarme con los perdedores. "Beginners" también te gustará, estoy seguro.
Gracias por tener el detalle de comentar cada mes.
[07 jun 2015 00:07] Don Chencho Villa escribió:
Genial una vez más. Sigo tomando nota.