La elección de García Lorca
Propongo hacer un ejercicio: Cierren los ojos e imaginen despertar un día sudando y llorando, habiendo tenido un sueño horrible, casi real, en el que pueden observar y sentir su muerte. De ninguna forma surrealista sino de la más lógica y certera. En él ven también cómo mueren los suyos, muere su familia y mueren sus amigos. Al despertar de esa pesadilla lo primero que quieren es reunirlos a todos, volver a ver sus caras. Ni siquiera hace falta contárselo, tan sólo disfrutar su presencia una vez más, como si de un regalo se tratase.
Es el momento de la disyuntiva, ¿optan por evitar el trágico final o bien asumen el riesgo de todo lo que pueda venir? En esa tesitura se encuentran las personas cada día sin importar el lugar a lo largo de la Historia. Comprobamos el éxodo con los refugiados sirios, los cayucos de las costas africanas, losLamentosen las cartas de Du Bellay o los poemas de Mahmoud Darwich en el medio siglo que no pudo pisar su Palestina natal; y constatamos el afrontamiento de la situación en cada lápida corroída por las lágrimas o cada fosa aún tapada de nuestra tierra.
Es 1931, Federico García Lorca ha tenido esa triste noche en la que vislumbra el fin de los días y ha de escoger. Con su cabeza alta, su elegancia y su alegría ante la adversidad elige quedarse en Granada. Prefiere la vida breve y cerca a la insatisfecha de la que venía escapando en América. Es innegable el carácter premonitorio de la obra del artista y es innecesario ahora un análisis exhaustivo de cada una, así que nos remitimos a un año antes en los escritos de Poeta en Nueva York. Previo a volver a España, comparte la angustia tornando su poesía intimista y melancólica por la soledad, siente la decepción amorosa de amistades como Dalí y Buñuel o de la misma sociedad en la que se halla. Cita del poemaFábula y rueda de los tres amigos:
[...] Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerio y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron. [...]
Asistimos a un sorprendente presagio de su propia muerte y desaparición, hecho que continúa a fecha de hoy porque no, no lo encontraron. Federico busca a través de las metáforas y las imágenes, en ocasiones tan nítidas, liberarse del destino trágico. Le persigue el remordimiento y la angustia de la elección tomada. ¿Exilio o muerte?. García Lorca decide volver a Granada. Allí concluye una obra de teatro que no se estrenará en nuestro País, a hurtadillas, hasta 1975. Ésta es publicada el 19 de agosto, justo cinco años antes de la fecha de su asesinato, y será bajo el título Así que pasen cinco años. Cuanto menosespeluznante. Nadie dijo que se tratase del destino, de una mano divina ni del azar. Lo dejo a su juicio.
La premonición pone fin a esta dura etapa sentimental y lo plasma en el texto como un niño que muere en la cama atrapado con un gran dolor en el corazón:
[...] NIÑO. También a mí me duele el corazón.
GATO. ¿Por qué te duele, niño, di?
NIÑO. Porque no anda. Ayer se me paró muy despacito, ruiseñor de mi cama. Mucho ruido, ¡si vieras!... Me pusieron con estas rosas frente a la ventana.
GATO. ¿Y qué sentías tú?
NIÑO. Pues yo sentía surtidores y abejas por la sala. Me ataron las dos manos, ¡muy mal hecho! Los niños por los vidrios
me miraban y un hombre con martillo iba clavando estrellas de papel sobre mi caja. [...]
Da paso a un personaje joven que toma una determinación relevante a su vida. Opta por esperar con ansia a su prometida sentado durante cinco años. Al consumar ese tiempo, ella rehúsa su amor. Ambos, Lorca y el protagonista del drama, se dan cuenta de lo desacertado de la decisión que no tiene vuelta atrás. Lo que encuentra, en el transcurso de los años, no es lo mismo que esperaba tener, diciéndolo precioso: «el agua que viene por el río es completamente distinta de la que se va». La tragedia finaliza cuando las parcas cortan el hilo de su vida haciendo difícil discernir entre el escenario y la realidad.
«Asistimos a un sorprendente presagio de su propia muerte y desaparición, porque no, no lo encontraron».
Avanzan los años, la situación en el país se agrava y por muchas palabras que escribe nuestro poeta no consigue aliviarse. Un gran amigo y mecenas, torero y dramaturgo, es corneado de muerte. Se escribe entonces una de las elegías más monumentales hasta el momento: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Alegoría visionaria de la Guerra Civil. La destrucción es representada por el toro, el fascismo devastador y cruel. Da voz a su dolor personal y se hace eco del pueblo que se dirige a la fatalidad.
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde [...]
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.[...]
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde. [...]
Fuerte ritmo el del primer poema, La cogida y la muerte, que repite de manera obsesiva el momento cronológico intercalado entre violentas acciones. Es la desesperación ante el desastre que lo consume, ante su determinación de quedarse en Granada, ante el fallecimiento feroz del torero, ante el fin de la España libre.
[
...]A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Llega el punto en el que Federico asume el error de la elección. Asume su inminente muerte y no tiene más que enfrentarla valiente. Escribe sus últimos versos en forma de epitafio que, aún estando dirigido a Ignacio, es el suyo propio. Es Alma Ausente, junto con las Coplas de Jorge Manrique el derrame de lágrimas más universal al que puede recurrir toda persona que haya perdido un ser preciado. Las más bonitas palabras de despedida:
[...]No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo te canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Desde aquel fatídico sueño, Lorca percibe que el tiempo y la vida se le escapan entre sus dedos. Consciente de su sino, sólo puede afrontarlo manando versos que lo eleven a una categoría superior a la de sus verdugos. No sólo España, el mundo entero perdió a uno de los más grandiosos y polivalentes frutos de la literatura universal. Fue el triunfo de la desvergüenza, el odio y la incultura. Es Federico un poeta que en cada relectura obtenemos algo nuevo, y aquí, humildemente, os ofrezco la intriga y el misticismo que lo rodea.
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Pie de foto:
[Imagen principal] Francisco De La Poza (2015), La elección de Lorca.
Bibliografía:
GARCÍA LORCA, F. (2002) Antología poética. Barcelona: Debols!llo.
GIBSON, I. (2013) Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca. 1898‐1936. Barcelona: Debols!llo.
NERUDA, P. (1974). Confieso que he vivido. Barcelona: Seix Barral.
Recursos:
Vídeo «Muerte en Granada».
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Al fin se nos regala la oportunidad de tener un pedacito de él cada poco tiempo en este magazine.
¡Enhorabuena!