Guy Davis, infierno y locura
Criaturas surrealistas, conflictos morales, fanatismo religioso, prejuicios y frustración, son los ingredientes del tártaro que Guy Davis ha dibujado en The Marquis.
Siempre es interesante analizar las obras que provienen en su total integridad de un solo autor. Con esto me refiero a esas cuyo guión, dibujo y color provienen de la misma persona. En el arte del cómic es difícil encontrar a alguien que destaque en cada faceta por igual sin apagar las otras, e incluso más complejo aún es encontrar a alguien que sepa desenvolverse bien en todas esas facetas y al mismo tiempo lograr unidad entre ellas. Esto es una de las mayores dificultades en el arte del cómic, así como en el arte del libro ilustrado también.
La propuesta de Guy Davis es ambiciosa, no sólo es contar una historia, sino presentar un universo propio. La ciudad que crea el autor se llama Venisalle, está basada en la Venecia del siglo XVIII, su época decadente. Sin industria de gran tamaño, incapaz de competir en el comercio marítimo contra las grandes potencias vecinas y sin colonias que sustenten la economía; la República halló un filón en la riqueza de los juegos de azar, lotería y prostitución. De hecho, en 1797 se llegaron a encontrar unos 176 casinos legales en la capital.
En el cómic de Guy Davis encontramos una ciudad desenfrenada, entregada al vicio, pero que al mismo tiempo teme el peligro del inicio de otro brote de peste negra, como ocurrió en el pasado. El poder eclesiástico en la ciudad de Venisalle está por encima del resto, y ejerce su mando con torturas inquisitoriales. Según el clero, fue el pecado el causante de la peste y usan este argumento para atormentar a los ciudadanos. Son estas herramientas las que el autor aprovecha para contar que en realidad, existe una gran ambigüedad entre lo que nosotros entendemos como «la lucha entre el bien y el mal».
«La propuesta de Guy Davis es ambiciosa, no sólo es contar una historia, sino presentar un universo propio».
Para contar y estudiar estas cuestiones no usa una historia de no-ficción, sino que se recrea en la fantasía total. Servido de un don especial gracias a una máscara, Vol de Galle (el protagonista), puede ver qué se esconde en el interior de las almas de sus vecinos de Venisalle. Lucha contra los demonios que se encuentra, sirviendo a los ideales de su fervor religioso.
Pero no se queda sencillamente en una historia de acción, porque la batalla de Vol de Galle contra las criaturas que solamente él puede ver, es al mismo tiempo la lucha por encontrar la verdad. La búsqueda de respuestas, la frustración de no encontrar alguna por parte de los que él llama santos, la búsqueda de su propia identidad. Al menos es lo que a mi juicio acontece en la parte de «Danza Macabra», que es la historial principal de este cómic.
Uno de los mayores logros de Guy Davis son las criaturas que ha conseguido elaborar. Huye de la idea de demonio como sátiro cornudo y otros clichés tan extendidos entre el imaginario colectivo. Apoyándose en motivos freudianos, crea sus diablos con un aspecto muy perturbador. Una mezcla de tentáculos, huesos, dientes, extremidades, y demás deformaciones que consiguen un clima tenso para la historia. Criaturas incoherentes que como tales, son impredecibles, y esta irracionalidad es la que nos produce un conflicto psicológico más acentuado. Esto mismo ocurre en los cuadros del infierno del Bosco o en las criaturas que Masahiro Ito diseñó para el videojuego de Silent Hill 2 (2001).
«The Marquis es un trabajo que sorprende en su potencial para perturbar al lector y en cómo trata el tema de los conflictos introspectivos».
Gráficamente el trabajo de Davis es muy sugerente. Su destreza con la tinta le da fuerza al trabajo y puede permitirse abordar composiciones complejas sin detenerse en el lápiz mucho tiempo. Esto hace que el trazo se vea fresco. Cuando el dibujante detalla el trabajo en lápiz, a la hora de entintar el dibujo se limita considerablemente, y no se ve la naturalidad y la fluidez que encontramos en el dibujo inmediato. Davis consigue solventar esto y logra una estética portentosa para su drama. La línea la complementa con brochazos de negro para las sombras más marcadas, y una trama de puntos para los tonos intermedios; recursos que abundan en los cómics de temática dramática, por ejemplo: La guerra de trincheras (Jacques Tardi, 1993) o Dragon Head (Minetaro Mochizuki, 2000). En un momento de la historia Davis juega con el tono rojo para acentuar la sensación de agobio. Esto le da un efecto más drástico, que en blanco y negro sería complicado de lograr.
La parte principal del cómic es «Danza Macabra» (unas 157 páginas), el resto del tomo está formado por otras historias de carácter secundario que Guy Davis decidió dibujar. Sin embargo, carecen del interés de la primera parte. Son historias más centradas en la acción que en el dilema moral de Vol de Galle. Aunque esto es criticable, se agradece cómo complementan el mundo que Davis ha imaginado con más criaturas y sucesos.
En conclusión, The Marquis es un trabajo que sorprende en su potencial para perturbar al lector y en cómo trata el tema de los conflictos introspectivos.
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Pies de foto:
[Todas las imágenes] Guy Davis (2000) The Marquis.
Bibliografía:
DAVIS, G. (2000). The Marquis. Barcelona: Norma.
Por Simón Rodríguez, 24 mar 2014, en Cultura.