Los inmortales
MÚSICA

Los inmortales

    «Creo que por primera vez y de forma clara estamos viendo cómo los políticos que elegimos no nos gobiernan. Hemos visto la conversión de Saulo a Pablo en mayo cuando Zapatero de repente ajustó sus medidas a lo que le habían dictado desde Europa… Pero ¿quién? ¿Cómo? ¿Cuándo y de qué manera le convencieron? ¿Hubo farlopa de por medio? Me encantaría haber visto esa reunión por un agujero».[1]

 


    En este número me he propuesto un reto. Consiste en desgranar, desarmar por capas y desnudar la pista número cuatro, llamada «Los inmortales», del nuevo álbum de Enrique Bunbury Palosanto, para volver a armarla desde la objetividad y la subjetividad e intentar sacarle el máximo jugo, dándole un sentido concreto, el que creo que Enrique tiene intención de difundir o, por lo menos, el que yo llego a entender. Todo esto después de decenas de escuchas, cada una de ellas desde una perspectiva diferente, que supuso realmente un trabajo de exaltación de los sentidos.


    Es otra empresa reservada a expertos musicales, la de analizar el disco pormenorizadamente y hacer una crítica. Al final del artículo os dejo el link para que podais escuchar la canción.  


    Entrarle a esta canción es una delicia. La madurez y la sensatez instrumental que se palpa en el disco, en este corte se manifiesta de forma concisa. Las influencias bunburyanas (Radical sonora, Hellville de luxe, El viaje a ninguna parte o Flamingos) en Los inmortales son claras y sus sonidos, encuadrados.


        «Entrarle a esta canción es una delicia. La madurez y la sensatez instrumental que se palpa en el disco, en este corte se manifiesta de forma concisa».


    Cerrar los ojos y dejarme convencer por el tema, me hizo querer explicar o ejemplarizar qué quería dar a entender el autor con lo que dice, una letra que a simple vista es ardua y llena de significado[2]:


    El rostro a tenue luz delatado, del que está haciendo algo que no debe y al ser descubierto y expuesto a ojo de todo mortal, da la vuelta a la tortilla para vanagloriarse del acto que, incluso en bastantes ocasiones, si que comete. Clavarse a la cruz y exhibirse, que cosas; y quedarse sentado; quieto, como ensofado viendo las noticias en esa pantalla de vida programada.


    El desierto exprimido por donde, y en contra de su voluntad, camina el camello muerto de sed, de tal manera que, ir por la vida cantando e imaginando no es lo primero que se le pasa por la cabeza cuando se levanta por las mañanas. Perdido en sentido lo que escribo, perdido el sustento entre iguales, prohibido decirme que decido, que hago, que digo; a comer de la basura y sin fogones, quién coño ha dicho clases, a dormir en sucursales.


    Perdidas las señales de la rima, ni tú eres bingo jackpot, ni nadie es quien te escribe. Eso sí, intenta encontrar la manera de sacar el cuello por encima de todos los hombros que te golpean sin conocimiento, hazte un hueco y sube tu pierna dominante sobre uno para terminar subiéndote encima y que lo que vislumbres, sea color blanco; o sea color negro. Quien estrecha el camino morirá con todos, se pudrirán si no te queman, y algún día crecerá hierba en las huellas.


    Ya asoma el mensaje del bolsillo y en tu rostro se hace la luz, te delata en la escena final, explicas en el circo que «tonto no soy». Te has acostado con quien te persigue y os arropamos; definitivamente quietos; como el vinilo de esa cinta pisado una y mil veces, como la memoria de ciudades cuyo dolor han subastado, cuyos problemas ya ni nos pertenecen.


    Y que intentando hacer un hueco en el rol que designe la vida, mientras desde tu elevado alrededor, no hagan más que lanzar mierdas con nombres de cremas, con nombres de fenómenos climatológicos, de peras. Los que hoy se piensan inmortales algún día yacerán como todos; como todo el resto de los normales.


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Pies de foto:

 

[imagen principal] Inma Lorente (2014) Los inmortales.

 


Enlaces de interés:

 

[1] Extracto de la entrevista que Pedro Javaloyes realizó a Enrique Bunbury para Rolling Stone, publicada el 12 de marzo de 2012. Recuperado el 5 de marzo de 2014, desde: http://rollingstone.es/entrevistas/cita-con-bunbury-en-la-intimidad-de-su-casa-de-los-ngeles/

[2] «Palosanto» de Enrique Bunbury, en Youtube. Recuperado el 24 de marzo de 2014, desde: http://www.youtube.com/watch?v=27UF2sNKS_w

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Comentarios
[04 abr 2014 13:04] Antonio escribió:
Es verdad que "Los que hoy se piensan inmortales algún día yacerán como todos; como todo el resto de los normales". Esa idea de que la muerte nos iguala es una especie de bálsamo para tranquilizar, un relajante social que a lo largo de los siglos ha pretendido decir: "bueno, existen injusticias, desigualdades, pero no te preocupes que al final se mueren como tú y yo". Si, pero mientras tanto...Parece que se pretende decir que existe una vida tras la muerte que, con ella, nos iguala. Va a ser que no. Si lo has pasado mal y te mueres, es todo lo que has pasado. Por eso, cuidado con el mensaje, que no es tan inocente.
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