El segundo amor
Recuerdo la noche en que encontré su blog y le escribí sin el ánimo, pero sí la esperanza, de que respondiera de alguna forma. Eran cerca de las 5 de la mañana de hace 7 años y 11 meses y estaba sentado en mi cuarto pintado de blanco y sin muebles, pues hacía poco que había llegado a la isla, tenía la ventana abierta y la luz de la luna brillaba por todo el espacio, frío y diáfano. Desde ese entonces abrigué algo dentro de mí.
Unos días después contestó y el corazón me empujaba la campanilla, comenzamos a hablar día y noche. No era fácil, con ella pocas cosas lo eran, de hecho ella tenía novio cuando la conocí pero la conexión fue instantánea. La primera vez que la vi iba con él de la mano y al verme lo soltó y vino corriendo a saludarme, yo no podía creérmelo, hacía cola para entrar al concierto que hicieron Fito y Fitipaldis en Las Palmas con unos amigos y una cerveza en la mano sin pensar que realmente podría verla. La tenía de frente y su sonrisa me partió la cara, su piel era nívea y sus ojos miel brillaban hasta engullirme... Si digo la verdad, no recuerdo absolutamente nada de lo poco que hablamos pero sí cada detalle en su rostro y que el corazón latía tan fuerte que se me pasó por la cabeza que pudiera oírlo. No quedaba duda, esa extraña chica tenía algo que no podía dejar de anhelar. Era mi primer amor.
Es curioso, al pasar los años y ver todo en perspectiva, cómo podemos analizar todo lo anterior con un nuevo enfoque que en ocasiones puede ser diametralmente opuesto al que vivimos en su día. Esas frases hechas que rezan «el primer amor no se olvida» o «como el primer amor no hay ninguno» cuando las oía hace años tenían otro significado. Me explico: es cierto que no se olvida en tanto que siempre recordaré lo aprendido y, sobre todo, lo sentido y es por esa misma razón que el primero resulta único ya que es un amor que vivimos desnudos, en el que nos abalanzamos a un precipicio de incertidumbres, todo era diáfano como aquel cuarto en la madrugada, un corazón sin escudo, a estrenar, que rellenar de momentos y sensaciones. Dice Krishnamurti en su libro «Sobre las relaciones» que el amor y el miedo son incompatibles y que tanto pasado como futuro son pensamientos negativos, esto bien sirve para explicar ese recuerdo tan vívido. (Mal)aprendemos, queriendo o no, qué nos podrá hacer daño, ponemos barreras para que no nos vuelva a ocurrir y en ocasiones alabamos ese primer amor tan puro sin percatarnos de que lo único que se ha sembrado en nuestros corazones es el miedo que impide volver a amar de esa forma.
Vivir el presente es vivir con amor, aprender a desaprender, dejar los juicios atrás y no tener miedo de lo que vendrá.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Jorge Molero (2010). La primera piel.
Por Giuseppe Brunetto, 30 sep 2014, en Cultura.