¿Legalizando o ilegalizando la prostitución?
A día de hoy, y con la que está cayendo, es fácil observar cómo la prostitución, lejos de ser un tema que haya caído en el más profundo olvido, pese a ser antiquísimo, es objeto de debate en los diferentes medios de comunicación. Pero… ¿Por qué ahora? ¿Por qué tanto afán en hablar de la prostitución? Estas preguntas despertaron mi interés por informarme al respecto y en este artículo, quiero compartir contigo las ideas con las que me he quedado.
Debo advertirte que no soy, ni de lejos, un especialista en esta materia y que el tema aquí tratado es extremadamente complejo. Por ello y para enriquecernos mutuamente, me encantaría que si lees este artículo, me hicieses llegar tus pareceres. Como diría Antonio Machado: «Todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos». La estructura que seguiré será la siguiente: en primer lugar detallaré el impacto cuantitativo y cualitativo que genera la prostitución en España; en segundo lugar haré una breve mención sobre su situación en el ordenamiento jurídico español; en tercer lugar citaré los diversos modelos existentes en distintos países de la UE y, finalmente, me centraré en la esencia del debate que no es otra que la confrontación entre legalización e ilegalización.
Impacto cuantitativo y cualitativo.
Los datos que se citan a continuación son aproximados ya que, actualmente, los estudios rigurosos sobre este tema brillan por su ausencia ¿Por qué será…?
A nivel global, según los informes elaborados por la ONU sobre «trata y tráfico de personas con fines de explotación sexual», cada año cuatro millones de mujeres son vendidas con fines de explotación sexual y dos millones de niñas, entre cinco y quince años, son introducidas en la prostitución. A su vez, se observa que, desde la última década, cada año desciende la edad media de las niñas dedicadas a la prostitución, sobre todo en Asia y África.
En España, la estimación media del número de prostitutas que se calcula que hay actualmente es, aproximadamente, de trescientas mil. De estas trescientas mil, aproximadamente el 90% son de origen extranjero (la gran mayoría en situación ilegal) y sólo el 5% ejerce la prostitución de forma consensuada (la mujer tiene libertad de consentimiento). La edad media para empezar a prostituirse estaría entre los catorce y quince años. En cuanto a su impacto económico, rondaría los dieciocho mil millones de euros al año.
Situación en el ordenamiento jurídico español.
El Código Penal dedica del Título VIII, el Capítulo V, artículos 187-190, a los delitos relativos a la prostitución y a la corrupción de menores. En estos artículos se penaliza la explotación con menores, excluyendo a las personas mayores de edad por considerar que prestan el consentimiento libremente, excepto cuando dicho consentimiento esté viciado por la utilización de violencia, engaño, amenazas, coacciones, etc.
«Cada año desciende la edad media de las niñas dedicadas a la prostitución, sobre todo en Asia y África».
La prostitución en la U.E.
En función del tratamiento que se la da a la prostitución en los distintos países de la UE se podrían distinguir, básicamente, cuatro modelos: 1) reglamentista aplicado en Alemania, Austria, Holanda y Grecia; 2) abolicionista aplicado en Suecia; 3) nuevo abolicionismo aplicado en Francia, Italia, Bélgica y Luxemburgo; 4) la no intervención estatal aplicado en España y Portugal.
Legalización vs ilegalización.
Me llama mucho la atención comprobar cómo cuando planteas esta cuestión la mayoría de las personas a las que se la planteas, normalmente, no invierten ni unos segundos en reflexionar sobre tal pregunta, sino que suelen contestar, con bastante rapidez, diciendo «yo la prohibiría» o «yo la legalizaría». Sin embargo, el tiempo parece detenerse cuando le preguntas por qué harían tal cosa. El silencio cobra fuerza y es fácil observar con qué facilidad nos posicionamos sin tener, porque en la mayoría de las ocasiones ni nos lo hemos planteado, unas razones que avalen tal postura.
Los argumentos que defienden ambas posturas son numerosos y, en mi opinión, tanto unos como otros tienen su parte de razón. Entre dichas razones, destacaría las siguientes:
A favor de la ilegalización:
Los estudios muestran que en los países, como Suecia, donde se trabaja defendiendo a las prostitutas y persiguiendo al cliente, sin legalizar la prostitución, han conseguido que la prostitución encubierta se reduzca. En mi opinión esta razón, es una verdad a medias. Sí, es cierto que la prostitución se ha reducido en el caso de Suecia, pero no es menos cierto que se ha incrementado el turismo sexual procedente de Suecia hacia aquellos otros países vecinos donde la legislación es más laxa (Dinamarca, Estonia, Letonia o Lituania). Por tanto, para que este tipo de medidas puedan producir efectos relevantes, sería preciso una política común de todos los países de la UE y no una política restrictiva aplicada, de forma aislada, en un país concreto.
Si se legalizara, ¿estaríamos preparados para aceptarla? ¿Aceptaríamos, por ejemplo, un módulo de FP donde se explicara cómo ejercerla? A día de hoy, la respuesta parece evidente. No. Basta observar cómo se utiliza frecuentemente el término «puta» para descalificar a una mujer. Ahora bien, también podríamos preguntarnos lo siguiente: ¿El hecho de que tal actividad se legalizase no contribuiría a modificar dicha conducta? Es decir, si se legalizase y tuviese la oportunidad de ser (porque si se prohibiese nunca la tendría) una actividad como otra cualquiera, ¿se seguiría utilizando el término «puta» para menospreciar? O ¿La percepción que la sociedad tiene sobre las prostitutas cambiaría?
La prostitución es una forma de esclavizar y de aniquilar los derechos humanos de la gran mayoría de las prostitutas. Este argumento es, prácticamente, certero. Según los datos citados anteriormente, la inmensa mayoría de las prostitutas ejercen la prostitución bajo coacción y amenazas, su poder de negociación es nulo y sus derechos más básicos son fulminados sistemáticamente por sus amos. Me repugna leer a defensores del liberalismo defendiendo su legalización argumentando que las prostitutas ejercen la profesión habiéndolo elegido libremente. Estos señores deberían de informarse antes de escribir, pero quizás sea pedirles demasiado… Ahora bien, creo que los responsables últimos de que las prostitutas sean tratadas como una mercancía más, son los proxenetas y las mafias y la razón de ser de que los unos y las otras existan es la ilegalización. Con la ilegalización, la oferta disminuye, y dada una demanda que no decrece, los precios se incrementan, esto, a su vez, origina un aumento de los beneficios dando lugar a que afloren un mayor número de proxenetas y mafias. El mercado negro tiende a expandirse de forma global.
«Si se legalizase y tuviese la oportunidad de ser una actividad como otra cualquiera, ¿se seguiría utilizando el término "puta" para menospreciar?».
A favor de la legalización:
Nos acercaríamos a la realidad. La prostitución es un hecho cotidiano que está ahí y no va a desaparecer por más que se prohíba. Por tanto, al legalizarla se estaría aceptando la prostitución como una profesión más y las prostitutas podrían tener un mejor reconocimiento social. Creo que ni la prostitución va a desaparecer porque se prohíba, ni que gran parte de la población la acepte porque se legalice; si se legalizase, creo que se incluirían una serie de condiciones que, en mayor o menor medida, dificultarían el desempeño de la profesión. Por ejemplo, ¿se permitiría ubicar un prostíbulo al lado de un colegio? O ¿Sería posible repartir propaganda del prostíbulo por las proximidades de donde se ubique?
Con la legalización mejorarían los derechos laborales de las prostitutas. Actualmente las prostitutas están completamente desamparadas en este sentido. Si se legalizase, sería posible realizar controles sanitarios que protegiesen su integridad, podrían organizarse sindicalmente, dirigir sus propios negocios lo que les permitiría desligarse de las mafias y proxenetas, cotizarían y tendrían acceso a las mismas prestaciones sociales que las mujeres que realizan cualquier otra profesión. En este punto, soy escéptico en cuanto a determinadas cuestiones. En primer lugar, creo que la legalización, per se, no garantiza que sus derechos laborales mejoren. Para que esto fuese así, además de legalizarla, sería necesario que se realizase, desde las Administraciones Públicas, una gran inversión para garantizar que sus derechos sean respetados y que la actividad se lleve a cabo bajo unos cánones preestablecidos. En segundo lugar, creo que es tremendamente complejo garantizar determinados derechos. El servicio que la prostituta ofrece al cliente tiene lugar en la más absoluta privacidad y si, por ejemplo, se quisiera garantizar la integridad física de las prostitutas, ¿cómo sería posible hacerlo? ¿Se pondría una cámara en la habitación mientras mantienen relaciones sexuales?
Mejorarían las condiciones de las inmigrantes que ejercen la prostitución. Como se ha expuesto anteriormente el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución son de origen extranjero. Si se legalizase, estas mujeres podrían contar con un contrato de trabajo y emprender un proyecto de futuro en España con mayores garantías.
Aumentaría la recaudación estatal. Con la legalización, las prostitutas y los clientes pagarían impuestos, por lo que los ingresos estatales aumentarían y la carga fiscal se repartiría de forma más equitativa entre la población ¿Por qué un señor que se gasta cien euros en una comida debe pagar su IVA correspondiente y el que se los gasta en señoras de alterne no contribuye nada? O ¿Por qué a la taquillera de un cine le tienen que retener una parte de su salario y las prostitutas, que algunas de ellas ganan mucho más, no cotizan nada? Creo que esta es la razón de fondo por la que los medios de comunicación, en muchas ocasiones, hablan de la prostitución. Los gobiernos, y más ahora, necesitan meter la uña donde puedan y esta actividad es muy golosa, por eso, de vez en cuando, nos lanzan globos sonda sobre su hipotética legalización.
Aquellas mujeres que libremente han elegido ejercer la prostitución tendrían la oportunidad de hacer aquello que quieren. Para mí, esta es una de las razones más importantes. Como se ha mencionado con anterioridad, se cree que el 5% de las prostitutas ejercen la prostitución libremente (si se supone que en España hay unas 300000, se trataría de 15000 mujeres). Pues bien, ¿Quién es el Estado o quiénes somos nosotros para impedirles que ejerzan tal actividad? ¿En base a qué? ¿Acaso estas mujeres no tienen derecho a disponer libremente de su cuerpo y otras sí? ¿O es que como son una minoría no merecen ser escuchadas? ¿O es que existen unas mujeres a las que se les debe tener en cuenta y otras a las que no? ¿Cuántas tendría que haber para que sí se les escuchase, 50000, 100000?
«En infinidad de ocasiones las situaciones a las que nos enfrentamos son tan sumamente complejas que lo máximo a lo que podemos aspirar es a poner en práctica la solución menos mala».
Si has leído lo escrito hasta ahora, supongo que te preguntarás pero bueno, ¿entonces qué hacemos? En infinidad de ocasiones las situaciones a las que nos enfrentamos son tan sumamente complejas que lo máximo a lo que podemos aspirar es a poner en práctica la solución menos mala; no existe una solución ideal. Por ello, es muy fácil coger una cámara y mostrar a la sociedad (siempre con unos fines encubiertos muy concretos) un caso específico para el cual, la solución menos mala es de todo menos una solución. La población, en un primer momento se escandaliza y mientras que sólo unos pocos invierten su tiempo en informarse al respecto, otros muchos no dudan en propagar la noticia a los cuatro vientos a través de las redes sociales incorporando, porque esto no puede faltar, comentarios del tipo: «esto refleja la sociedad en la que vivimos», «esta sociedad da asco», «la culpa es del gobierno, de los amos del mundo, etc.».
No digo que haya que dejar de denunciar todos aquellos casos que vulneren cualquier derecho de cualquier persona, ni que el gobierno no tenga responsabilidad alguna, lo que digo es que, como en el caso de la prostitución, hay otras muchas cuestiones tan difíciles de erradicar que lo máximo que se puede hacer es limitar sus efectos. Por ello, creo que antes de emitir nuestro juicio ante determinadas noticias (por cierto, siempre suelen ser malas… ¿Por qué será?), deberíamos informarnos y tratar de comprender los problemas, tener una cierta idea de la situación de la que partíamos años atrás, de la que tenemos a día de hoy y de qué se ha hecho para llegar a ésta última, pero claro está, esto es mucho más costoso que limitarse a compartir la noticia y criticar sin aportar ningún tipo de solución.
Volviendo al tema principal, me llama la atención que tanto la derecha más puritana como la izquierda más maternalista coincidan en la necesidad de abolir la prostitución. Actualmente no hay una política general al respecto y creo que tampoco hay una aceptación del problema por parte de la sociedad, los tribunales y de los poderes públicos. Quizás ese sea un buen comienzo, ser conscientes de que cada vez más millones de niñas y mujeres son condenadas a la más absoluta miseria y que, aunque no exista una solución ideal, debemos aspirar a que cada año estas cifras sean lo más reducidas posibles porque esto es un problema de todos. Para ello, es necesario y debemos reclamar que haya una legislación comunitaria específica al respecto. La tarea será ardua y generará un sinfín de discrepancias, porque la naturaleza del problema es propicia para ello, aunque, sin duda, creo que será beneficioso para todos.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Adrià Fruitós. Prostitución. (2014).
Por Antonio Ortega, 26 oct 2014, en Historia.