Trescientos y sumando
SOCIEDAD

Trescientos y sumando

    Hay tres tipos de gente, la que habla y la que escucha.

 

    No sé si usted conoce Santiago de Compostela - preguntó-. Yo no he vivido esos locos años de cultura universitaria entre sus paredes, pero he visto la lluvia repiqueteando en sus calles muchas veces.

 

    Es, como dicen, el fin del camino.

 

    Con ese aire decrépito y luminoso. Resacosa de licor café y diálogos políticos acalorados. Debería usted visitarla, hágame caso.

 

    Cuánto es connotación y cuánto se denota de saber la carga histórica que soportan sus pilares. Y, sin embargo, no mira altiva sino asombrada sus propias puntas que rasgan contra el cielo.

 

    Tan importantes, tan prepotentes esas gentes que tratan de dañar su esencia con aires de grandeza. -Llegados a este punto se le quebró la voz- Hay quien ha querido doblegarla, verle caer de rodillas para auparse en sus hombros y erigirse dios de entre los dioses.

 

    Esas ideas faraónicas arrancadas de los años falangistas que impulsaron, mientras el resto lo permitía, el arrancar la ladera de un monte para convertirlo en lo imposible.

 

    El estandarte de la prepotencia clasista, eso que ahora llaman la burbuja inmobiliaria.

 

    Yo no niego – y me miraba con los ojos encendidos – que fuese un buen proyecto, hay ideas que sobre el papel están muy bien y fuera de contexto se convierten en una aberración.

 

    ¿Quién se creyó capaz de retar a la Catedral? ¿De tirar todos esos siglos de historia a un lado y hundir a los artesanos y maestros del siglo XI en el fango, doblegando las miradas y enfocándolas hacia otro punto?

 

    Un coloso entre colosos. Señoras y señores, he aquí la Ciudad de la Cultura.

 

    ¿Sabes lo que es un mausoleo? ¿Lo que simboliza? –me preguntó- ¿Sabes quién era el señor Fraga Iribarne? No, claro que no, aunque lo peor es que igual hasta los jóvenes sabéis quien es. – Apuró el vaso que apretaba en la mano desde el principio del discurso. No quise interrumpirle para aclarar que yo no era tan joven como él pensaba y menos aún como para no saber a quién se refería.

 

    Pero al menos, lo que me consuela es saber que no durará mucho. Por lo que dicen, las grietas de sus paredes son proporcionales a la magnitud de la obra. – Sonrió- ¿Te he dicho ya que deberías de visitar Santiago de Compostela? –Esta vez fue mi turno.

 

    Por qué será eso que dicen de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

 

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Pies de foto:


    [Imagen principal] Nuria Mosqueira (2013).

 

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