La necesidad de espíritu en el arte actual
La sociedad occidental vive inmersa en una burbuja consumista que nos empuja a enfrentarnos de la misma manera frente a diversas realidades de la vida moderna. No importa si se visita un museo o se espera en la puerta de una tienda para comprar el último dispositivo tecnológico salido a la venta. La cuestión es acumular; tanto material como visualmente. La tecnología debería hacernos la vida más fácil, y en gran medida es así, pero la cuestión es ¿somos más felices ahora, gracias a todos los adelantos tecnológicos?
Es curioso como en un reality show de una cadena televisiva actual, cuya orientación ideológica y cultural es más que cuestionable, se nos presentan estos asuntos de forma indirecta. El programa trata de como una familia española convive durante un período de tiempo junto a una tribu africana, sudamericana o asiática, con las costumbres tradicionales de las mismas. El objetivo del programa, como cabe suponer, no es hacernos reflexionar acerca de si nuestros adelantos culturales nos ayudan a disfrutar de una vida mejor que aquellos que consideramos inferiores, pero para el espectador cauto, estas cuestiones surgen durante la contemplación del mismo. Y el resultado es bastante curioso, a pesar de todas las comodidades de las cuales disponemos en la actualidad, se complica mucho la elección de quién vive más feliz; si ellos o nosotros.
Puede que nos encontremos en el momento más idóneo en lo que se trata de volver los ojos hacia un pasado remoto con fines de autocuración. Nuestra sociedad muestra síntomas de enfermedad en todos los ámbitos. El arte como elemento conformante de esta colectividad actual y dependiente del comercio y la economía, pierde credibilidad día a día para muchas personas, que sólo ven en él una excusa para que los ricos puedan hacer uso de sus demenciales fortunas. «En la actualidad, la parte "romántica" del arte, la que se proclamaba autónoma y enemiga de los valores económicos, ha desaparecido: el universo de la cultura ha dejado de ser un antimundo, un mundo aparte, un "imperio dentro de un imperio". Ahora lo vemos globalmente estructurado por las mismas leyes que organizan el sistema mediático y económico dominante». (Lipovetsky y Juvin, 2011: 33)
«El arte corre el riesgo de convertirse en algo que no es arte, en meros objetos decorativos creados bajo funciones estéticas y con la firma de artistas, que empiezan a asemejarse más a las marcas comerciales que a una autoría artística o artesanal real».
El arte corre el riesgo de convertirse en algo que no es arte, en meros objetos decorativos creados bajo funciones estéticas y con la firma de artistas, que empiezan a asemejarse más a las marcas comerciales que a una autoría artística o artesanal real. O como dice Baudrillard acerca del arte contemporáneo: «Ha perdido también el deseo de ilusión, a cambio de elevar todas las cosas a la banalidad estética, y se ha vuelto transestético» (2006: 51). Se está generando una situación en la que es difícil no ir a un museo y sentir que uno está viendo piezas sacramentales, pero desde luego no lo son. La prueba está en que un niño o una persona ajena al mundo del arte, no ve con los mismos ojos una pieza de un conocido artista actual, a como puede verla un experto o un coleccionista de arte. Se trata de la idea que nos venden a través de los medios de telecomunicación. «Lo que resaltan sistemáticamente los medios es el precio mercantil de las obras, que se ha convertido en un acontecimiento, en una proeza sensacionalista, en un signo de gloria a la misma altura que los éxitos astronómicos de taquilla conseguidos por las superproducciones» (Lipovetsky y Juvin, 2011: 29).
Ahora bien, si los objetos artísticos empiezan a mitificarse y sacralizarse por meras estrategias comerciales que nosotros, las personas inteligentes, no deberíamos tener en cuenta, ¿por qué no elaborar objetos que realmente aporten significados de tipo espiritual o metafísico y nos ayuden, además, a reflexionar acerca de nosotros sin olvidar nuestros orígenes? Sabemos que es muy difícil escapar al comercio del arte actual. Ni siquiera las ideas de los conceptuales o las obras de land art escaparon a esa salida al mercado. ¿Deberíamos entonces intentar producir trabajos que se acepten como moneda de cambio pero que además nos aporten algo más que el placer de la contemplación estética?
«La idea de lo "primitivo" en el arte o en la civilización es cada vez más problemática en este siglo porque hemos perdido la fe en la superioridad de nuestra propia cultura» (1997: 295).
«¿Deberíamos intentar producir trabajos que se acepten como moneda de cambio pero que además nos aporten algo más que el placer de la contemplación estética?».
Quizás sea la anterior cita de Gombrich la que mejor justifique la necesidad de una conceptualización del arte primitivo en la actualidad. Pero, ¿por qué recurrir al arte primitivo? Pues básicamente porque el papel o la función que éste desempeñaba en la cultura no tenía nada que ver con la expresión artística, sino con un sentimiento de representación colectivo, unido a componentes políticos y religiosos. Si queremos generar obras que además contengan un significado espiritual, ¿qué mejor que estudiar aquellas que realmente estaban hechas con este propósito?
La intención y el objeto de este breve comentario es instigar a los artistas actuales a la elaboración de obras enmarcadas en una estética contemporánea que además inviten a esa reflexión interna. Porque el arte debe llevarnos más allá y producir en nuestro interior sensaciones más fuertes y honestas que la mera excitación visual.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Inma Lorente (2012) La necesidad de espíritu en el arte actual.
Bibliografía:
BAUDRILLARD, J. (2006). El complot del arte: ilusión y desilusión estéticas. Buenos Aires: Amorrortu editores S. A.
GOMBRICH, E. H. (1997). Gombrich esencial. Madrid: Phaidon.
LIPOVETSKY, G. & JUVIN, H. (2011). El occidente globalizado: un debate sobre la cultura planetaria. Barcelona; Anagrama.
Por Xisco Garcia, 17 mar 2012, en Música.