Rivera y Gil de Biedma: una búsqueda interartística de identidad
Con sus trabajos, Manuel Rivera y Jaime Gil de Biedma intentaron demostrar que las artes tienen una misma función y que todas las disciplinas artísticas fueron creadas por la necesidad del hombre de entenderse a sí mismo y minimizar sus miedos.
«Yo me salvé escribiendo después de la muerte de Jaime Gil de Biedma».[1]
(Jaime Gil de Biedma)
«Compré un rollo de tela metálica, lo llevé al estudio, lo contemplé durante días, y casi a ciegas comencé a trabajar sobre él. En ese momento comenzó mi aventura».[2]
(Manuel Rivera)
Cuando se expuso en el Walker Art Center de Minneapolis la pieza de arte cinético que lleva el nombre de La pintura es un libro abierto, debió colgarse al lado, otra que no estuviera titulada, pero que viniera a significar que los libros que tenemos son obras maestras, que giran alrededor del mundo y a pesar de ello todos sentimos tener el original en casa. Así, una de las intenciones de este artículo es lograr comprender el origen[3] de la obra de arte, recurriendo a cualquiera de las acepciones de la palabra, deconstruyendo la evolución vital y estética de su creador y la imperiosa necesidad de comunicación. Porque mucho se ha trabajado sobre la pintura y la representación de la realidad. Trabajos previos de Vicente Aleixandre sobre la experiencia poética comunicativa y de Antonio Monegal sobre poesía e imagen, nos transportan a una discusión sobre la relación entre el arte y la realidad. Estas notas, si no una conclusión, dejan la puerta abierta a nuevas perspectivas acordes a los tiempos artísticos experimentales en los que nos encontramos.
«El poeta o el pintor, el artista sin más, no conoce lo que está creando sino los medios que tiene para hacerlo, y es en esa ignorancia, desde donde conforma una poética que va en progresión a medida que obtiene respuestas a su inquietud y le otorga un valor en su disciplina artística».
Sin embargo, poco o nada se dilucida sobre la imposibilidad de pintar lo que no se conoce, de expresar lo que no se siente, de comprender lo incognoscible. Así, el poeta o el pintor, el artista sin más, no conoce lo que está creando sino los medios que tiene para hacerlo. Y es en esa ignorancia, desde donde conforma una poética que va en progresión a medida que obtiene respuestas a su inquietud y le otorga un valor en su disciplina artística. ¿Y si lo realmente importante, lo que le da razón de ser al cuadro o al poema no existe más que dentro de nosotros mismos? Así, el poeta o el pintor, el artista sin más, no conoce lo que está creando sino los medios que tiene para hacerlo, y es en esa ignorancia, desde donde conforma una poética que va en progresión a medida que obtiene respuestas a su inquietud y le otorga un valor en su disciplina artística. Es de esta forma como se consigue culminar el proceso comunicativo que poesía y pintura comparten, el signo afectivo que ambas confieren a los materiales que componen la obra y que le dan un único sentido. Porque no se trata con este proyecto de confirmar lo que ya se conoce sobre poesía y pintura en relación a la emoción que ambas provocan, es necesario completar lo observado bajo este prisma y analizar funcionalmente la emoción que ambas transmiten, estableciendo el punto exacto, si es posible, en que esta comunique que la obra ha sido acabada. Es en este momento cuando el artista adquiere la virtud estética que tanto necesitaba encontrar y cuando vislumbra apenas el deseo de tener deseo de encontrarla. Será sin más dilación cuando el creador logre establecer un completo entendimiento entre las artes con una base semiológica que describa esta relación en términos estéticos, sin necesidad de artificio en las palabras o en el lienzo, teniendo presente el legado posmoderno que nos ofrece; por un lado, una poesía hegemónica determinada por su carácter verbal; y por otro, cuestionando la función referencial de toda creación artística. Llevando hasta el límite esa mínima diferencia tan cuestionada.
La obra Metamorfosis, de Manuel Rivera, y el poema, «Contra Jaime Gil de Biedma», publicado en Poemas póstumos, del propio Gil de Biedma, son el hilo conductor ante la difícil tarea de establecer ese supuesto vínculo de diferencia en lo que ambas artes, la pintura y la poesía, pretenden significar. Es necesario situar el trabajo de Manuel Rivera, en el grupo artístico El Paso, y la de Jaime Gil de Biedma en la Escuela de Barcelona, ambas formaciones imprescindibles en la apertura estética y artística conseguida durante la España de la posguerra. No podemos dejar pasar la oportunidad de resaltar que ambas formaciones recibieron una recíproca influencia, sobre todo en la evolución cultural de la España de la década de los 50 y 60. Así como mencionar que no fueron pocos los movimientos artísticos de los que bebieron ideológica y experimentalmente, y por descontado, que fueron también muchos los movimientos artísticos y de creación; así como las afinidades estéticas que pudieron recibir de los corrientes europeas y que compartieron con sus sucesores en el desarrollo de una metamorfosis artística.
«En sus obras, tanto Manuel Rivera como Jaime Gil de Biedma, pretendían, sin saberlo, ser los valedores y representantes de la apertura estética y artística de la España de posguerra».
En sus obras, tanto Manuel Rivera como Jaime Gil de Biedma, pretendían, sin saberlo, ser los valedores y representantes de los movimientos anteriormente nombrados. Es necesario conocer a fondo la poética personal de cada uno de ellos, y realizar un enfoque interdisciplinar sobre sus voces artísticas así como sobre los silencios en los que se embarcaron: trabajar sobre su búsqueda de una identidad propia, más allá de cuadros y poemas. Dejo abierta la posibilidad de posteriores anotaciones sobre esta intencionalidad de establecer un vínculo de diferencia en lo que ambas artes, pintura y poesía pretenden significar, y ojalá esta incursión en el ámbito pictórico-poético me permita abrir una puerta a futuras investigaciones que enfoquen su trabajo en una dirección comparatista: abordando la literatura, no en un discurso autónomo, sino en relación al resto de discursos artísticos y destacando su hecho expresivo unitario.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Manuel Rivera (1962) Metamorphosis Parca. Malla metálica. 100 x 72 cm.
Bibliografía:
[1] GIL DE BIEDMA, J. (1968). Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma, incluido en “Poemas Póstumos”.
[2] Testimonio recogido de su nieta Eva Rick Rivera.
[3] R.A.E: ORIGEN. (Del lat. orïgo, -inis). 1.m. Principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de algo. 2. m. Patria, país donde alguien ha nacido o tuvo principio la familia o de donde algo proviene. 3. m. ascendencia (serie de ascendientes). 4. m. Principio, motivo o causa moral de algo.
Por Xisco Garcia, 17 mar 2012, en Música.
Claro! es que no hay otra manera de investigar que no sea uniendo discursos...