Inventando la involución
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Inventando la involución

    Durante un tiempo creí y entendí que el afán del ser humano por descubrir e inventar obedecía a unas necesidades básicas fuertemente arraigadas al instinto de supervivencia, al instinto de perpetuarnos como especie o al simple hecho de protegernos de las vicisitudes de la madre naturaleza.

 

    Así el hombre cavernario descubría el fuego para darse calor y cocinar la comida que conseguía mediante la caza, para la cual inventó utensilios que más tarde también usaría para cortar la piel de los animales y protegerse del frío. Nuestras cabezas pensantes nos permitían evolucionar y existir gracias a periodos históricos en los que se hacían auténticos hallazgos revolucionarios que marcaban nuestra historia y daban nombre a diferentes edades y eras, como la Edad de piedra o la Era del metal. Estos períodos quedaban en nuestra memoria histórica por lo que se inventaba, no por lo que acontecía.

 

    A medida que las civilizaciones avanzaban y el hombre despertaba en su intelecto, en sus posibilidades y en los recursos de los que disponía, las revelaciones eran aún mayores. El hombre quiso volar a raíz de descubrir la rueda, quiso acabar con epidemias pasando de las plantas medicinales al descubrimiento de las vacunas, entendió que el arte no quedaría relegado a los muros de una lóbrega cueva y lo llevó a vivir un auténtico esplendor que ha tenido máximos exponentes en épocas como la del Renacimiento italiano.

 

    Pensábamos en nosotros y poníamos nuestra capacidad mental al servicio de un bien común que nos hacía avanzar hasta lo que hoy conocemos, Da Vincis, Newtons, Curies e Einsteins nos hacían sentirnos orgullosos de nuestra raza y nos hacían mantener la fe en que nuestro talento ilimitado nos depararía un mundo cada vez más habitable, un mundo mejor. ¿Pero qué pasa cuando todo lo que es susceptible de inventarse o de descubrirse está en manos del invento más imperfecto que hay y que es, ni más ni menos, que nosotros mismos?

 

    En esos claro oscuros intrínsecos de la mente y el alma reside el poder de ser capaces de lo mejor y de lo peor. Por eso un día el mismo hombre que se preocupaba de asegurar nuestra evolución empezó a creer que la evolución de algunos no se daría sin la extinción de otros, y puso su mente a maquinar hasta crear una de las paradojas más abrumadoras que existen, uno de los sinsentidos de la vida, la autodestrucción, crear y trabajar en algo que nos extinga es la mayor idiotez que se le ha ocurrido al ser humano desde que al universo le dio por expandirse siguiendo el modelo del Big Bang. Se crearon las armas, la bomba atómica, las guerras, el odio o el ego, y empezamos a jugar a ser dioses y jueces, pero de verdad, no de los de la mitología griega.


        «Nuestras cabezas pensantes nos permitían evolucionar y existir gracias a periodos históricos en los que se hacían auténticos hallazgos revolucionarios».


 

    Sé que este mes hago una reflexión que daría para una tesis y la abordo de manera superficial, invitándoos a que vosotros mismos la hagáis de manera más profunda, os invito a que os aterroricéis solos, como yo lo hago de vez en cuando, pensando en el control que la era de la tecnología e internet, que es la que nos ha tocado vivir, ejerce sobre nosotros, pensando en el uso que hacemos de nuestra inteligencia para crear otras artificiales que puede que algún día acaben con nosotros, os invito a que penséis que en un futuro incierto y no muy lejano alguien reflexionará sobre nuestra era como algo totalmente obsoleto, pero mantengo la esperanza en que sea alguien el que reflexione y no algo, algo que ahora mismo todavía no existe, pero que debe estar gestándose en alguna mente podrida.

 

Disconnect (2012).

 

    Acercarse a descubrir una película como Disconnect es lo más parecido a que te peguen una hostia en la cara sin esperarlo, máxime si no has oído hablar de ella nada, porque no ha tenido una distribución y una publicidad merecida. Muy hábilmente dirigida por Henry Alex Rubin la cinta es al mundo de las redes sociales lo que fue en su momento Crash de Paul Haggis al racismo y es que son muchos los paralelismos que existen entre las dos ficciones.

 

    La columna vertebral del argumento es una historia de historias cruzadas que se tejen como una red (la red internet en este caso) y que tiene como protagonistas a una serie de personas que andan desconectadas entre sí debido a que andan buscando conexiones en otras realidades virtuales; en la soledad de sus habitaciones ensamblan sus anhelos al ordenador con el único objetivo de llenar los vacíos del alma y sin pensar en las devastadoras consecuencias que implica no saber quién hay al otro lado de ese monitor que se presenta como un bálsamo para sus heridas.

 

    Un padre adicto al trabajo y al teléfono (Jason Bateman), una madre que deambula como un fantasma por la casa, un hijo lleno de sensibilidad y complejos (el entrañable Jonah Bobo) con una hermana que lo trata como si fuera invisible, un policía experto en cybercrimen que lidia con un hijo que tiene un peligroso sentido del humor, una pareja rota y cada vez más alejada por la pérdida de su pequeño y una periodista ansiosa de reconocimiento que llevará demasiado lejos un reportaje sobre proxenetismo, son los habitantes de este cuento virtual con una moraleja tan real que duele, en alguna escena en extremo hasta el clímax final que te pone el corazón en un puño.


        «Disconnect es una gran reflexión sobre nuestra sociedad actual, sobre el uso de las redes sociales como arma de destrucción masiva e individual».


 

    Disconnect es una gran reflexión sobre nuestra sociedad actual, sobre el uso de las redes sociales como arma de destrucción masiva e individual mostrando muchas verdades a golpe de clic, emocionándonos sin emoticonos, de manera cruda, apoyándose en unas interpretaciones al límite, una banda sonora muy cuidada y una fotografía sobria que, sin embargo, no propicia de frialdad un conjunto que nos conduce en un in crescendo de situaciones hacia un desenlace bello pero demoledor, oscuro como la pantalla de nuestros ordenadores y teléfonos cuando se apagan.

 

    Una joya por descubrir sin prejuicios, ni tapujos, que arriesga sutilmente, sin provocar y nos alenta a abrir los ojos y el espíritu a todos los que nos rodean, y son tangibles, en un acto de conexión que conlleva otro de desconexión.

 

Ex Machina (2015).

 

    La ciencia ficción regala de vez en cuando pequeñas cintas de ajustados presupuestos que recurren al magnetismo de un buen guión por encima de una amalgama de efectos especiales que decoran un contenido vacío. Ex machina (título certero que encierra y engloba toda la idea de la película) es el glorioso debut en la dirección y el guión de Alex Garland; un capítulo de Black Mirror llevado a la gran pantalla y que tiene como protagonista a uno de los actores de la perturbadora y visionaria mini serie.

 

    Caleb Smith (Domhnall Gleeson) trabaja en BlueBook una empresa informática que se ha desarrollado gracias a la creación de un potente motor de búsqueda. Su anodina vida va a cambiar cuando es seleccionado por su jefe Nathan (Oscar Isaac), un ente omnipresente al que nadie conoce, para evaluar su último invento, una inteligencia artificial llamada Ava con el rostro angelical de Alicia Vikander.


        «Evalúa si una inteligencia artificial puede medirse con una humana».


 

    El eje conductor de la trama es el test de Turing, en el que se evalúa si una inteligencia artificial puede medirse con una humana, estar al mismo nivel, hasta el punto de llegar a dudar si siente, entiende, reflexiona o razona. Eso es Ex Machina, el test de Turing que se nos hace al espectador continuamente, poniendo a prueba nuestra inteligencia en cada giro que se da a ritmo de thriller elegante y pausado en un pulso por descubrir las intenciones de cada uno de los bien dibujados personajes. ¿Quién es el verdadero conejillo de indias? ¿Quién evalúa y persuade a quién, la máquina o el hombre?

 

    Visualmente también guarda bazas muy atractivas; la cyborg, la luz y los paisajes son hipnóticos pero el caballo ganador es el estimulante y juguetón guión que cada vez desarrolla más la intriga en ese ambiente claustrofóbico y opresivo en el que Nathan y Caleb juegan al ratón y al gato manteniendo una analítica relación llena de secretos y mentiras, sobre todo a raíz de los sentimientos que Caleb empieza a tener por Ava.

 

    Perturbadora, realista, terrorífica y ¿futurista? es Ex Machina, te planteas ciertas cuestiones viéndola ¿nos convertimos los propios humanos en robots en el momento que aprendemos a controlar nuestros sentimientos y nuestras emociones?

 

    Sexy y manipuladora también es un rato, como  Ava, te hace tener sueños eléctricos, te funde los plomos y te obliga a resetear todo lo anteriormente visto y dicho con un desenlace redondo obra de una inteligencia portentosa, hasta artificial diría yo… puede que Alex Garland también sea un cyborg, ya no me fío de nadie.


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    [Imagen principal] Luiki Alonso. 2015. 

 

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Comentarios
[02 jun 2015 21:18] Miguel Dávila escribió:
Genial, Luiki.
Para variar, me pones la miel en los labios con títulos que tengo pendientes. Y en este caso con muchas más ganas, después de que Black Mirror y Her (entre otras obras) me hayan calado bastante hondo por sus paradojas no tan irreales.
¡Enhorabuena!
[02 jun 2015 22:51] Luiki Alonso escribió:
Muchas gracias Miguel!,como siempre gracias por comentar y leerme, voy a por tu entradaca doctorado ahora mismo
[02 jun 2015 22:52] Luiki Alonso escribió:
Muchas gracias Miguel!,como siempre gracias por comentar y leerme, voy a por tu entradaca doctorado ahora mismo
[04 jun 2015 18:31] Valentín Rodríguez Cámara escribió:
Estaba esperando a ver Disconnect para leerte y ayer ya cayó por fin. Es cierto que no rajas nada, pero no me fiaba por si acaso :3 Me han parecido dos grandes películas pero si tengo que elegir entre las dos me quedo con Ex Machina. Me pareció muy interesante el planteamiento y como se van desarrollando los acontecimientos, los actores geniales, la fotografía y la estética curradísima y tampoco se flipan con los efectos especiales. Disconnect por su parte más drama al uso y por desgracia más cercano a nuestros días y nuestra sociedad. Iba esperando algo de ciencia ficción porque no tenía ni idea de lo que trataba, lo mismo por eso me ha gustado menos. Aunque igualmente muy recomendable. ¡Ale! A seguir escribiendo. Te felicito por el artículo : )
[04 jun 2015 18:31] Valentín Rodríguez Cámara escribió:
Estaba esperando a ver Disconnect para leerte y ayer ya cayó por fin. Es cierto que no rajas nada, pero no me fiaba por si acaso :3 Me han parecido dos grandes películas pero si tengo que elegir entre las dos me quedo con Ex Machina. Me pareció muy interesante el planteamiento y como se van desarrollando los acontecimientos, los actores geniales, la fotografía y la estética curradísima y tampoco se flipan con los efectos especiales. Disconnect por su parte más drama al uso y por desgracia más cercano a nuestros días y nuestra sociedad. Iba esperando algo de ciencia ficción porque no tenía ni idea de lo que trataba, lo mismo por eso me ha gustado menos. Aunque igualmente muy recomendable. ¡Ale! A seguir escribiendo. Te felicito por el artículo : )
[04 jun 2015 19:37] Don Chencho Villa escribió:
Genial como siempre Luiki. Yo también me quedo con la miel en los labios y tomo nota. Seguro que no me decepcionan!!
[07 jun 2015 12:53] Luiki Alonso escribió:
Me alegro de que alguien me lea, y me alegro de que alguien vea las pelis que recomiendo con tanto mimo, pero sobre todo me alegro de que compartamos pasión y opinión.
Luiki Alonso
Bibliotecario y documentalista casual, ilustrador, melómano y cinéfilo habitual
Estupidez
Júlia Solans Viñeta mensual