Imamura y el desorden humano
CINE

Imamura y el desorden humano

    Lluvia negra se puede situar dentro de la historia del cine como un referente del Holocausto Nuclear japonés. Se centra en los años posteriores a la explosión de la bomba atómica, desde un punto de vista social. Su director, en calidad de humanista, nos muestra un amplio abanico de emociones y comportamientos humanos a través de los diversos personajes, teniendo siempre presente cuestiones de tipo antropológico.

 


    La mañana del 6 de agosto de 1945, una bomba es arrojada en la ciudad de Hiroshima. Esa misma mañana, el cielo se oscurece sepultado por una enorme nube de humo. Hiroshima, cubierta de llamas y escombros, se muestra ahora como un infierno, en el que almas en pena vagan por las calles en busca de sus seres queridos y asoladas voces de socorro inundan el caos. Minutos más tarde, una extraña e inesperada «lluvia negra» comienza a caer del cielo…


    Lluvia negra se puede situar dentro de la historia del cine como un referente del Holocausto Nuclear japonés. Se centra en los años posteriores a la explosión de la bomba atómica, desde un punto de vista completamente social, tratando de mostrar de que manera estaban condenados los supervivientes de Hiroshima.


        «Imamura se centra en lo social y profundiza en los elementos más particulares de la sociedad japonesa, siendo protagonistas de sus historias las gentes de clase baja o de poca reputación».


    A Shohei Imamura se le conoce por ser uno de los exponentes de la Nueva Ola del cine japonés de los años 60 y 70. Paralelamente a sus estudios de historia, mostró un profundo interés por el cine. Según dice, Rashomon de Akira Kurosawa fue su más temprana inspiración a la hora de embarcarse en el mundo del cine. Imamura se centra en lo social y profundiza en los elementos más particulares de la sociedad japonesa, siendo protagonistas de sus historias las gentes de clase baja o de poca reputación: actrices porno, asesinos, borrachos, desempleados y, en definitiva, gente que acarrea algún tipo de problema consigo y va en busca de la integración social. Todo esto contribuye a crear una atmósfera de cierta imperfección en su cine, de la que el mismo director se excusa diciendo amar el desorden. Se autodefine, además, como un antropólogo que buscaba la respuesta a la incógnita: «¿qué es el ser humano?». Dicha búsqueda justifica su obsesión por centrarse en las personas, analizando los diferentes sentimientos alojados en ellas, y reflejando así el humanismo presente en directores como Yasujiro Ozu; para quien trabajó al comienzo de su carrera en la famosa productora Shochiku.

 

 

 


    Como director, Imamura ha demostrado que es capaz de abordar diversos campos logrando salir airoso de los mismos. A lo largo de los años, su cine ha ido evolucionando y se ha enfrentado a nuevos retos. Sin embargo, parece que nunca se ha alejado de su obsesión principal: el ser humano. Un cine donde el espectador se convierte en observador de sí mismo, como si de un espejo se tratase. La conversación cobra más importancia que los sucesos, y lo erótico o lo cotidiano no pasan desapercibidos, en un cine donde cada uno debe sacar sus propias conclusiones acerca de lo que se nos presenta o qué es lo que se quiere criticar.


        «La conversación cobra más importancia que los sucesos, y lo erótico o lo cotidiano no pasan desapercibidos, en un cine donde cada uno debe sacar sus propias conclusiones acerca de lo que se nos presenta o qué es lo que se quiere criticar».


    En Lluvia negra ese humanismo está presente durante toda la película. Desde el momento en que la historia comienza, empezamos a notar como la trama girará alrededor de los diferentes personajes y su manera de ser. Resulta especialmente interesante el comportamiento, cada uno de los matices que dan vida y personalidad a esos individuos Imamurescos dotados de un carácter a primera vista tan japonés. Como es propio de Imamura, sus películas están plagadas de personajes. Tanto que, a veces, uno no es capaz de aclararse sobre quiénes son realmente los protagonistas de la historia. En Lluvia negra, todos los habitantes que la aldea de Miyoshi nos muestra cuentan como uno más. Todos son igualmente importantes en el desarrollo de la narración. Este hecho, también puede recordar a otra obra conocida del autor, La balada de Narayama, donde efectívamente la trama de la película también se centra en los sucesos de una aldea y sus habitantes. Es precisamente en esta suerte de reducidos escenarios donde Imamura desarrolla su crítica. La grandilocuencia de sus obras se encuentra en los pequeños detalles (como es propio de la filosofía oriental), en lo que rodea a la trama y en el ir más allá y explorar la condición humana desde un punto de vista crítico. Un punto de vista que resulta acertado y más complejo de lo que puede parecer. Centrándose en mostrar desde cerca, en el seno de una familia, la manera en que Hiroshima vivió aquellos años. Quizás la mejor manera de concienciar al público de la crudeza de la catástrofe. Y no sólo se trata de una crítica a la guerra o un simple film anti-belicista. Hay que entender la película como una autocrítica a la propia sociedad japonesa, algo en lo que el director demuestra ser un experto. Aprovechándose de la situación, Imamura pone en la olla toda clase de sentimientos que van desde la agonía, el desamparo y la enfermedad, pasando por los celos, la crueldad, la bondad y el amor, hasta la felicidad, la melancolía o la locura. La finalidad: quizás tratar de demostrarnos una vez más quiénes somos, a dónde vamos y, por supuesto, de dónde venimos.


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Pies de foto:


[Todas las imágenes] Shohei Imamura (dir.) (1989) Kuroi ame (largometraje 123'). Japón: Hayashibara Group / Imamura Productions / Tohokashinsha Film Company Ltd.

 

 

Bibliografía:


Benedict, Ruth (2010). El crisantemo y la espada. Madrid: Alianza editorial.


Hachiya, Michihiko (1982). Diario de Hiroshima. Madrid: Turner publicaciones.


Hane, Mikiso (2000). Breve historia de Japón. Madrid: Alianza editorial. p. 245-260.


Hersey, John (1946). Hiroshima. Madrid: Turner publicaciones.


Toledo, Daniel; Tanaka Michio (1991). Japón: su tierra e historia. México: El colegio de México.

 

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Simón Rodríguez
Enamorado de la música, entusiasta de Asia, escéptico en ocasiones y vividor a ratos. Hago música y fotografías y grabo podcasts en mis ratos libres.
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