La cara oculta del Partido Comunista de China
El PCCh, el Partido Comunista de China, es el único poder que gestiona el gobierno del gigante asiático. Un enorme entramado del que ya forman parte 87 millones de personas y continúa creciendo año a año. El artículo trata de esclarecer un poco el verdadero propósito y carácter del omnipotente partido rojo, el cual ya está desteñido desde hace unos años.
En los tiempos que corren todo el mundo muestra, por pequeño que sea, un cierto interés por China. El inmenso poder que ejerce globalmente es ya un hecho y cada movimiento del gigante asiático es capaz de golpear al mundo en cuestión de segundos a través de sus decisiones. Es posible que estas acciones no nos afectasen a nosotros directamente pero si al factor economía, como es el caso de EEUU, quien es sustentado por China, la principal compradora de su deuda.
Mi propósito no es hablar de la parte que más o menos todos conocemos o somos conscientes sino todo lo contrario. A menudo se critica a China por su bajo nivel de transparencia. Se producen situaciones donde no se ve claramente cuales son las verdaderas intenciones de su Partido Comunista, que sigue siendo el mismo desde la victoria de Mao Zedong en 1949. Un dato que nos permite discernir lo importante que resulta para el PCCh mantenerse en el poder. El PCCh es una de las mayores organizaciones políticas del mundo. Actualmente cuenta con cerca de 87 millones de afiliados el año pasado y los números siguen aumentando anualmente a pesar de una pequeña disminución de afiliados en los últimos años.
El poder del PCCh sobrepasa con creces la esfera política y se extiende a los medios de comunicación y las empresas llegando a ser clasificado por la crítica como institución. En definitiva el PCCh aborda todo tipo de cuestiones y trata de controlar hasta el más mínimo ápice de subversión.
Si bien económicamente China se sitúa en lo más alto del ranking (1), en materia de derechos humanos se queda entre los últimos junto a países como Irán, Siria, Corea del Norte o Turkmenistán. Quizás uno de los momentos más significativos en materia de injusticias cometidas por el Partido Comunista se dio en 2008, durante la víspera y preparación del país para acoger los Juegos Olímpicos. En los años previos a la celebración y hasta 2008 más de 6.000 viviendas fueron literalmente expropiadas y muchas personas se quedaron sin hogar. En marzo de ese mismo año sucedían las revueltas en el Tíbet en consecuencia de los 49 años de opresión del pueblo tibetano y la súbita expulsión del Dalai Lama. El gobierno se movilizó rápidamente y envió tropas en busca y captura de los manifestantes. En aquel movimiento llegaron a salir malparados algunos corresponsales extranjeros y ante las quejas que llegaban desde el extranjero el gobierno alegaba misteriosamente que todo era parte de un complot del Dalai para boicotear los Juegos Olímpicos, pues ya desde un primer momento no habían sido bien recibidos entre los intelectuales y activistas del país.
«El PCCh es una de las mayores organizaciones políticas del mundo. Actualmente cuenta con cerca de 87 millones de afiliados el año pasado y los números siguen aumentando anualmente a pesar de una pequeña disminución de afiliados en los últimos años».
Lo cierto es que el PCCh tiene que vivir en constante alerta. Su misión es tratar de eliminar todo símbolo de contrariedad y eso en fechas tan señaladas como el aniversario de “la matanza de Tiananmen” se traduce en un incremento masivo de policías en la zona así como el colapso de las lineas telefónicas.
Palabras clave como «democracia», «Tiananmen», «Falun Gong», «Xinjiang» o «Tíbet» son rápidamente censuradas en los blogs y redes sociales chinas. Habiendo llegado en algún caso a condenar a algún blogger a varios años de prisión, como es el caso de la activista Wang Lihong entre muchos otros.
En el libro de Ana Fuentes «Hablan los chinos» en el que me he basado para escribir estas lineas se habla de constantes campañas organizadas por el gobierno en contra de disidentes, letrados, artistas o intelectuales que han tratado de subvertir el poder del estado. Entre estas persecuciones se encuentra el caso del abogado Jiang Tianyong, uno de los pocos que forma parte del pequeño movimiento «weiquan» (2), un movimiento en defensa de los derechos civiles donde solo unos pocos tienen agallas de permanecer. Pues dependiendo de la situación se enfrentan diariamente al acoso policial, el secuestro, la tortura y el arresto domiciliario en el mejor de los casos.
En el segundo capítulo del libro; «Secuestrado por su gobierno» Tianyong relata en primera persona los dos meses que permaneció encerrado en un sótano y fue torturado física y psicológicamente día tras día hasta que los policías consideraron el «lavado de cerebro» un éxito. «A las seis de la mañana tenía que levantarme y leer en voz alta las canciones patrióticas: El partido, mi querida madre, ondea la bandera roja de cinco estrellas... eres más importante que mi propia vida». Afirma el abogado, quien todavía conserva secuelas de dolor debido a las incómodas posturas en las que le obligaban a permanecer durante horas.
Durante su espeluznante relato el abogado rememora varios pasajes clave de su vida en las que se fue configurando su figura crítica para con el gobierno. Cuenta que en la escuela cada día debían recitar consignas comunistas de memoria, los profesores eran meros altavoces del partido. No tardó en darse cuenta de que aquellos mensajes no se correspondían en absoluto con la realidad y años más tarde, cuando ejerció de profesor solía saltarse la lección ordinaria y en su lugar contaban a sus alumnos la versión real, contándoles los problemas a los que realmente se enfrentaba su país.
«Se habla de constantes campañas organizadas por el gobierno en contra de disidentes, letrados, artistas o intelectuales que han tratado de subvertir el poder del estado».
El hecho de haber estado involucrado en la defensa de un caso de violación de derechos humanos en la provincia de Shandong le costó la retirada de la licencia de abogado, varios meses de acosos, 2 meses en una «cárcel» sometido a tortura y un futuro donde la palabra libertad resulta impensable. Junto a su mujer e hija Tianyong piensa en huir al extranjero (3). La carga psicológica que supone vivir bajo control le hace replantearse su vida constantemente pero por otro lado no quisiera dejar a su familia, amigos y país, sobre el cual todavía le quedan esperanzas de que mejore y llegue a un nivel óptimo de desarrollo y civismo.
En China no existe un sentimiento generalizado de ira contra el Gobierno en parte gracias a la creciente influencia internacional del país y a que el nivel de vida de la gente ha mejorado sin cesar en los últimos años. Una parte de la población (la de las ciudades) se muestra más bien satisfecha con su vida y su gobierno pero los problemas están por todas partes. A pesar de que las cifras de activistas y disidentes no sea elevada estos reciben un constante apoyo desde fuera, como ocurre con el caso de Liu Xiaobo, redactor de la Carta 08. En ella se recoge un buen resumen histórico de los logros y atrocidades del PCCh y se aboga por la democratización del sistema político. A día de hoy el activista continúa encerrado.
Los expertos afirman que el problema de China es en definitiva su partido único. Todo se sustenta en él y solo unas pocas familias resultan favorecidas. No existe la pluralidad de poderes y mientras esta no exista nada cambiará. «Seas quien seas, incluso un policía, el sistema acabará contigo si es necesario» (Jiang Tianyong).
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Pies de foto:
[Imagen principal] Inma Lorente (2014).
Notas al pie:
1. China ocupa actualmente el puesto 174 en la clasificación de reporteros sin fronteras.
2. La traducción literal de Weiquan (维权) es defender los derechos legales. Es un movimiento formado por apenas 200 personas en china.
3. Existen cientos de disidentes chinos exiliados en Europa, Australia y EEUU.
Bibliografía:
RÍOS, X. (2010). China en 88 preguntas. Madrid: Catarata.
FUENTES, A. (2012). Hablan los Chinos. Madrid: Santillana Ediciones Generales, S.L.
LIU, XIAOBO (2010). Carta 08. Enlace directo - http://goo.gl/8ATbkW
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Por Giuseppe Brunetto, 30 sep 2014, en Cultura.