Bajo el cielo gris de Irlanda
CULTURA

Bajo el cielo gris de Irlanda

    Se levanta Dublín, ciudad casi siempre encapotada y lluviosa, sobria y agria, pobre y conservadora. Descubrirla comprende reconocer que la irlandesa es una cultura que encontró su circo en las carreras de caballos y su pan en la cerveza negra.

 


    En los momentos en que luce el sol o el agua da una tregua, pasear por sus calles resulta, cuanto menos, interesante. Pequeña y desordenada, la ciudad ofrece también rincones con cierto encanto.


    Dejando atrás el Trinity College, bajar por Grafton Street prestando atención a sus escaparates puede ser una buena opción para la mañana. Al final de la calle encontramos St. Stephen Park, el jardín del centro urbano. Árboles, césped y un lago artificial con patos son la fórmula de escape para ajetreados dublineses en sus horas del «break».

 

 

 

 

    Cerca queda el George’s Street Arcade (situado en la calle que le da nombre), un mercado cubierto donde se pueden encontrar tiendas de ropa, antigüedades, vinilos, joyas, cafés y, para que engañarnos, algún que otro puesto de «los chinos». Aquí podemos adquirir un viejo libro por cinco euros y trasladarnos hasta Drumcondra para entrar en el National Botanic Garden.


        «El jardín botánico de Dublín, abierto al público desde el 1805, es el lugar perfecto para alejarse de la ciudad dentro de ella».


    El jardín botánico de Dublín, abierto al público desde el 1805, es el lugar perfecto para alejarse de la ciudad dentro de ella. Pasear por el desierto, la selva, jardines zen o cosechas de tulipanes; todo es posible en este bosque artificial. Y si tenemos suerte (y algo de comida) tal vez las ardillas nos hagan una visita.


    Una vez cerradas las puertas del botánico, a la hora del té (o la merienda, según se mire), volver al centro para refugiarse en Queen of tarts es la mejor opción para golosos. En Cows Lane, una perpendicular a Dame Street, está el lugar al que nos dirigimos. Postres que entran por los ojos y acaban haciendo las delicias de los gustos más exquisitos. Hechos a mano, con amor, ese es el sabor. Productos naturales, que un día soleado como hoy podemos disfrutar en su terraza, junto a una bonita tetera que da para tres o cuatro tazas de estilo inglés. Una perfecta combinación de gusto decorativo y culinario para entretenernos por un rato.

 

 

 


    Estamos en la zona más turística de Dublín, el Temple Bar, aquí las fiestas comienzan pronto. Nosotros disfrutamos con la música en directo de artistas callejeros, los mercadillos y tiendas de souvenirs. Cruzamos el Half Penny Bridge con las primeras luces de la noche para trasladarnos al lado norte de la ciudad. Vamos a cenar en el Foam Café (24, Strand Street Great) un lugar de lo más original. Su decoración se pierde en las explicaciones: llamativo, vanguardista, hortera, desenfadado, recargado… Hay que verlo.


    «Para terminar la noche, retomamos dirección a Temple Bar para disfrutar de buen rock and roll y música oldie en el Garage, un lugar cutre, de luz roja y serrín en el suelo, pero con Guinness fresquita».


    Para terminar la noche, retomamos dirección a Temple Bar para disfrutar de buen rock and roll y música oldie en el Garage, un lugar cutre, de luz roja y serrín en el suelo, pero con Guinness fresquita.


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Pies de foto:


[Todas las imágenes] Sara Arroyo (2012) Bajo el cielo gris de Irlanda.

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