El dolor del lenguaje en 'Las Troyanas' de Eurípides
LITERATURA

El dolor del lenguaje en 'Las Troyanas' de Eurípides

    Me permito no hacer la típica introducción al texto. No interesa saber quienes eran Las Troyanas, interesa que si no lo sabe vaya a buscarlo a cualquiera de los múltiples lugares que tenemos llenos de información sobre ellas. Porque si se lo cuento, solo leerá este pequeño texto, pero si busca en internet, estará horas y horas navegando por esos mares griegos que le llevarán de un puerto a otro y al final puede que se quede con que las palabras pueden salvar y herir con la misma facilidad y en la obra de Eurípides, tenemos un claro ejemplo.

 


        «Habla hermosamente y esto es terrible». (966-69)


    El lenguaje retórico utilizado en Las Troyanas y el uso indiscriminado del logos como elemento válido de una sociedad, está más que justificado en las representaciones dramáticas del siglo V. La representación de los actores no solo está basada en mantener con rectitud el rol de su personaje, sino que también es imprescindible una argumentación estructurada que fijen la credibilidad del personaje así como la adhesión al auditorio.

 

    Es en Las Troyanas donde mejor podemos ver la importancia del logos y de la Retórica en la tragedia como género literario. Será en los discursos políticos pronunciados por los protagonistas de Las Troyanas donde comprendamos la importancia de la retórica en aquel tiempo convulso. No podemos dejar pasar la ocasión para demostrar, una vez más, que para Eurípides, el don de la palabra y el correcto uso del lenguaje eran imprescindibles, así como la funcionalidad del coro en sus obras, pues tenía su propio mensaje que transmitir, y servía como hilo conductor entre lo trágico de la obra y la retórica de ese tiempo.


        «El orador debe comprender y analizar la situación a la que se enfrenta, haciéndose una composición de lugar y reflexionando sobre cómo va a abordar el discurso».


    La retórica de Las Troyanas es un estupendo discurso en el que encajan a la perfección la situación que está aconteciendo, con el orador que está pronunciando su discurso en un momento determinado, lo conocido como «Kairós», y utilizando los medios a su alcance para transmitir el mensaje que más le interese en cada momento. Se trata del momento en el que el orador debe comprender y analizar la situación a la que se enfrenta, haciéndose una composición de lugar y reflexionando sobre cómo va a abordar el discurso. Esto lo podemos ver en el discurso que promulga Helena, intentando librarse de su responsabilidad. Aportando las ideas convenientes que aluden a su huida, responsabilizando de ella a Afrodita. Aquí podemos contemplar los elementos referenciales a la conocida inventio, exponiendo de manera precisa los hechos del pasado y solicitando su indulgencia.


    Lo que hace Helena es jugar con el lenguaje y exponer su criterio de manera razonada, lo que utiliza para ello es una oratoria de defensa acusando que la comisión del delito fue de manera totalmente involuntaria. Es digna de destacar la argumentación que hace de cada uno de los puntos que, según ella, la exhimen de cualquier juicio. Lo primero que hace es hablar de los que ella considera verdaderos responsables de su adulterio con Paris, esto es, Hécuba y Príamo. A continuación considera a Afrodita la causante de la circunstancia atenuante por haberle instigado a cometer el delito de adulterio. Aboga aquí por la fragilidad de la condición humana. A continuación acompaña con testigos su discurso sobre la muerte, lo que la lleva a aludir a Menealo como el origen de la falta. Todo esto deriva en su trabajada elaboración de la una fidelidad que no es real, solo para demostrar ante la audiencia que lo que necesita es que la crean.


    Para todo esto, lo primero que hace Helena es recurrir a la estructuración de las relaciones sociales, que es un método retórico en la defensa de las ideas. De esa manera se desprestigia al acusador y se apela a una realidad extralingüística que no transmite otra cosa que gratitud. A continuación opta por una ataque al adversario para desprestigiarlo y por último realiza una acusación a terceras personas. Todo esto se puede observar con claridad en el discurso, (vs 919 y ss).


    Por todo ello podemos decir que el lenguaje de Las Troyanas, ejemplificado en la persona de Helena está perfectamente estructurado con los elementos cognitivos y emotivos para poder captar la benevolencia de sus oyentes, por lo que se le podría considerar un discurso retórico, y perfectamente equilibrado en cuestiones estilísticas, lógicas y psicológicas.


    Si seguimos prestando atención al léxico troyano podríamos considerarlo quizá algo abusivo, pero por otro lado necesario para que se cumpla la intencionalidad de Eurípides, transmitirnos que el espirítu humano está lleno de actividad, y que es esta actividad la que hace que el hombre desarrolle interiormente su pasión. Es posible que quiera compartir su idea de que no puede ser la pasión la excusa en las acciones del hombre, así lo quiere hacer ver con Helena y su adulterio, donde no queda justificado con la involuntariedad, sino que fue vencida por el deseo. Sin embargo no podemos pasar por algo que toda esta creeencia del autor no es más que el fiel reflejo de la controversia creada en la Atenas del siglo V sobre las mujeres como víctimas o como artífices y causantes de los desvaríos morales de la población.


        «El hecho de usar la Retórica de manera desproporcionada, ha quedado claro que supone una amenaza en firme para el estado, a pesar de ello, el lenguaje no es sino una herramienta de trabajo cuya validez es incalculable».


    Así, esta reflexión queda trasladada al campo retórico usando para ello las posibilidades del lenguaje, así crea el autor la duda de si el lenguaje y el correcto uso del mismo sería suficiente para convencer de algo totalmente contrario a los principios establecidos, e incluso, si es posible hacer que una ley quede incumplida.

 

    El hecho de usar la Retórica de manera desproporcionada, ha quedado claro que supone una amenaza en firme para el estado, a pesar de ello, el lenguaje no es sino una herramienta de trabajo cuya validez es incalculable. Así pues, teniendo en cuenta la importancia de la palabra en la resolución de los conflictos en Las Troyanas, según el autor, debemos hacer que sea también el lenguaje el que trascienda más allá de su propia estructura y para ello debemos limitar el poder del logos al que al inicio de este pequeño ensayo aludía. Porque no podemos olvidar que el lenguaje no hace sino transmitir verdades, bien porque sean reales o bien porque el que las dice así las considera, pero quién dice la verdad y en qué condiciones las dice ya se lo había planteado Foucault, haciendo un análisis sobre la relación establecida entre la verdad y el sujeto a través de los otros, los receptores de la misma.

 

    Habla Foucault de que decir la verdad es una actividad con una característica muy específica, relacionada con la libertad, el deber moral y la lealtad a uno mismo, aún a riesgo de la propia vida. Si tenemos en cuenta la característica cultural del hecho de decir la verdad, debemos mantener en mente el hecho de que estamos hablando de la Atenas del siglo V a. C. y que la verdad estaba en aquel momento, solamente dirigida a la política y a los discursos públicos.


    Sin embargo, para Foucault la verdad y la intencionalidad de verdad no son otra cosa que una cuestión política, y expone que las obras de Eurípides son un fiel reflejo de cómo van pasando de un asunto filosófico a uno de estado. En cierta medida, se trataría de saber quién tiene el derecho, el deber o el coraje de decir la verdad dentro de un contexto democrático. Porque es imprescindible entender la asignación de roles y sobre todo la elección del tipo de discurso entre los exponentes del discurso.

 

    Porque no se trata, para finalizar, sino de mantener firmes los postulados simbólicos de la comunicación, manteniéndose leal y firme en la interacción con las instituciones, controlando cada uno de los procesos del ritual de la comunicación lingüística y sobre todo, comprender el uso del lenguaje como una experiencia individual para uso y disfrute de todos.


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Pies de foto:


[Imagen principal] Carolina Jiménez (2012) El dolor del lenguaje en Las Troyanas de Eurípides.

 


Bibliografía:


Foucault, Michel (1996) Discorso e Veritá nella Grecia antica. Roma Donzelli.


Searle, John (1994) Actos de habla. Buenos Aires, Planeta-Agostini, «Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo», 1ª ed. en inglés 1969. Eurípides ( 415 a C).


EURÍPIDES (2002). Las Troyanas. Madrid: Ed. Alianza.

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Comentarios
Elvira Ramos
Creadora, humanista y nada teórica. Enamorada de Antonin Artaud y de Alejandra Pizarnik. Escribe mentiras para hacerlas realidad, o eso dice.