Los ricos también lloran. Sí, pero de risa
La situación es grave, en la educación está la clave, el pobre cree que el dinero lo es todo, el rico lo sabe. Ven sube en la nave, todo está previsto, el sistema nos convierte en números, en datos estadísticos. Noches alegres, cicatrices, resaca, días grises, como una foto de Robert Capa [1].
Europa se enfrenta a unos niveles de pobreza y desigualdad inaceptables. En vez de dar prioridad a las personas, la toma de decisiones políticas está cada vez más influida por las élites ricas que las manipulan para su propio beneficio, lo cual agrava la pobreza y la desigualdad económica y erosiona sustancialmente y de forma continuada las instituciones democráticas. Las medidas de austeridad y los injustos sistemas fiscales europeos tienden a favorecer los intereses particulares de los poderosos. Es hora de cambiar el curso de la pobreza y la desigualdad en Europa, anteponiendo a las personas frente a todo lo demás.
La pobreza en la Unión Europea no es un problema de escasez, sino de distribución de los recursos (renta y riqueza). Credit Suisse calcula que el 1% más rico de los europeos (incluyendo a los países que no son miembros de la Unión Europea) posee casi un tercio de la riqueza del continente, mientras que el 40% más pobre de la población comparte menos del 1% del total de la riqueza neta en Europa. Dicho de otro modo: los siete millones de personas más ricas de Europa poseen la misma riqueza que los 662 millones más pobres (incluyendo a los países que no forman parte de la Unión Europea) [2].
Como decía el gran Eduardo Galeano «La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea» [3]. Y para colmo, de vez en cuando, ovacionamos a los responsables de las grandes empresas y los grupos de presión (lobbies) que han secuestrado los procesos de toma de decisiones políticas, manipulándolos para que favorezcan sus intereses en detrimento de los de los ciudadanos de a pie, a quienes estos proceso deberían servir. Por ejemplo cuando, haciendo gala de una manida y fingida filantropía, deciden donar algo de calderilla a causas que en principio podrían parecer nobles.
Una de las noticias que saltaba a la palestra el 22 de octubre del pasado año [4] era que Amancio Ortega, el creador de Zara, donaba 17 millones de euros en equipamiento a la sanidad gallega. Sin duda, se trata de un hombre de gran corazón. En proporción a su fortuna es como si yo donara un total de 16 euros. De hecho, mi aportación mensual a Médicos Sin Fronteras es similar. Es decir, en proporción, este loable gesto del Sr. Ortega lo realizo yo no de forma esporádica si no mensual. Y aún estoy esperando que algún periódico de tirada nacional o canal de televisión se haga eco de mi infinita generosidad.
«La toma de decisiones políticas está cada vez más influida por las élites ricas que las manipulan para su propio beneficio».
Bromas aparte, cabría preguntarse si estos gestos de generosidad (o más bien de caridad) como los que puntualmente realiza Amancio Ortega, no deterioran la soberanía de la sociedad como dueña y señora de sus propias decisiones. En este sentido la profesora de la Universidad de Toronto, Ann-Emanuelle Birn, se pronunció de la siguiente forma en relación a donaciones similares realizadas por el magnate de la informática Bill Gates: «la penetrante influencia de la Gates Foundation es por lo tanto un grave peligro tanto para la gobernanza mundial de la salud como para la independencia científica; urge que la comunidad científica juegue su papel a la hora de identificar alternativas al Capitalismo filantrópico de la salud global» [5].
No es difícil deducir que esa filantropía que tanto se jalea desde ciertos sectores, tiene entre sus objetivos no disimulados conseguir exenciones fiscales, en definitiva detraer fondos que deberían haber sido destinados al erario público y cuya cuantía es incalculable. Pero lo más peligroso de todo es la forma en que esa generosa filantropía socava los cimientos de sistemas sanitarios basados en la solidaridad, mina cualquier reforma destinada a abordar las «causas de las causas» y fomenta solo aquellos modelos de organización y líneas de investigación que se alinean con sus intereses [6].
Otra cosa que comparten Amancio Ortega y Bill Gates es el fomento de condiciones laborales «especiales», tales como la reducción de salarios, la precariedad en las condiciones de trabajo para la mayoría de los trabajadores en lejanos países, o la inversión en prácticas que violan las normas básicas de regulación, por no hablar de las repercusiones que tendrán muchas de sus prácticas en materia ambiental a las futuras generaciones.
Tal vez lo que los señores Ortega y Gates deberían hacer, en lugar de realizar estas puntuales y, como hemos señalado anteriormente, ridículas donaciones sería cumplir los dictados de la Ley y la ética humana y pagar a sus trabajadores un sueldo digno, proporcionarles un horario y unas condiciones de trabajo dignas y dejar de utilizar los recursos del planeta como si fueran infinitos. Y por supuesto, cumplir religiosamente con sus obligaciones fiscales, que eso sí redunda en el interés de todos los ciudadanos y permite invertir los recursos en lo que el pueblo en democracia considere oportuno y no en lo que algunas fortunas personalizadas en figuras de hombres con aires de semidioses dicten.
Por eso, lejos de alabar este tipo de prácticas, deberíamos repudiarlas y rechazarlas con firmeza y energía. No es una broma, nuestra dignidad y nuestro futuro nos van en ello.
_______________
Pie de foto:
[Imagen principal]: Arkaitz Rodríguez (2016).
Notas:
[1] NEGA. (2008). “Días de Vino y Rosas”. En Geomtería y Angustia. Autoeditado.
[2] Informe de Oxfam. (2015). Europa para la mayoría, no para las élites.
[3] GALEANO, E. (1989). El libro de los Abrazos. Siglo XXI.
[4] VIZOSO, S. (2015). Amancio Ortega dona 17 millones para equipar la sanidad pública gallega. El País. Recuperado de: http://politica.elpais.com/politica/2015/10/22/actualidad/1445529300_703581.html
[5] BIRN, A-E. Philanthrocapitalism, past and present: The Rockefeller Foundation, the Gates Foundation, and the setting(s) of the international/global health agenda. Hypothesis 2014, 12(1): e8, doi:10.5779/hypothesis.v12i1.229. Disponible en: http://www.hypothesisjournal.com/?p=2503
[6] MINUÉ, S. (2015). Capitalismo Filantrópico (I). El Gerente de Mediado. Recuperado de: http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2015/10/el-capitalismo-filantropico-i.html
Volver al número actual
Por Elvira Almazán de Blas, 09 feb 2016, en Arte.