El legado universal de Maurice Sendak
LITERATURA

El legado universal de Maurice Sendak

    Maurice Sendak revolucionó el mundo de la literatura infantil con su obra Donde viven los monstruos, introduciendo una nueva perspectiva sobre aquellos temas que afectan a los niños, y por entonces quedaban solapados por historias edulcoradas y moralistas.

 


    Todavía recuerdo mis primeras lecturas. Recuerdo los libros manoseados y las tapas a medio desprender del Capitán Garrapata, Zack Galaxy y otros títulos del Barco de Vapor y los cuentos clásicos, que nos compraba mi abuelo en el «Paseo» de mi ciudad cuando venían los libreros ambulantes —hace mucho que no han vuelto— y que me introdujeron en el mundo donde conviven los Tres cerditos, Caperucita roja y Hansen y Gretel, entre otros personajes.


    Leía y releía esas historias, y me zambullía en ellas perdiendo la noción del tiempo, veía y reveía sus ilustraciones, y parecía que yo mismo fuera uno de sus personajes.


    Ahora, ya adulto, todavía no he perdido esa sensación, pues muy de vez en cuando me encanta echar mano de algún título de literatura infantil o juvenil, y volver a sentirme niño: porque en el fondo, todos, seguimos siendo algo niños.


    Y en esas que andaba buscando un título que leer, me asalta la fatídica noticia de la muerte de Maurice Sendak, el pasado 8 de Mayo, a los 83 años de edad. Para quién no lo conozca, Sendak fue un prolífico ilustrador de novelas infantiles y autor de alguno de los títulos más vendidos dentro de la literatura infantil, amén de otros trabajos. Su obra más conocida es Donde viven los monstruos, por la que obtuvo el premio Caldecott —podríamos decir que es el Pulitzer de la literatura infantil— y que fue llevada al cine por Spike Jonze.


    En realidad, cuando leí su obituario en el periódico, no reconocía haberle leído y eso me generó un interés inusitado. Tenía que hacerme con alguna de sus obras y comprobar, por mi cuenta, que todos los halagos y premios no eran una falacia. Me acerqué a la biblioteca y allí encontré Donde viven los monstruos, comprobando el por qué esta obra es considerada una pequeña gran obra de arte.

 

 

Un viaje a Donde viven los monstruos.


    Max es castigado por sus travesuras en su habitación sin poder cenar. Esa misma noche ve como su habitación se convierte en un bosque y comienza su aventura en busca del lugar donde habitan los monstruos.


    Maurice Sendak revolucionó con esta historia —en apariencia simple— las formas y el contenido de la literatura infantil, tal y como se conocía en aquellos años —estamos hablando de la década de los años sesenta—, introduciendo una nueva perspectiva sobre aquellos temas que afectan a los niños, y que por entonces quedaban solapados por historias edulcoradas y moralistas. No es de extrañar que la obra fuera fuertemente criticada por padres y pedagogos, los cuales aducían que la lectura del libro podría crear traumas en sus hijos por la presencia explícita de esos monstruos, que podían provocar todo tipo de pesadillas. En el fondo lo que intentaban censurar es que Sendak mostraba una realidad incómoda: los niños también sufren, se cabrean, odian, se rebelan y sueñan.


        «Sendak mostraba una realidad incómoda: los niños también sufren, se cabrean, odian, se rebelan y sueñan».


    Max es un monstruo para su madre y él la amenaza con comérsela. Vestido con su traje de lobo —símbolo de lo terrible y monstruoso— se encierra en su habitación, y ve como ésta se transforma en un tupido bosque. Max se adentra en él, y montado en una barca llega al lugar donde habitan los monstruos, monstruos terribles —«cuando llegó al lugar donde viven los monstruos ellos rugieron terribles y crujieron sus dientes terribles y movieron sus ojos terribles y mostraron sus garras terribles»—, aunque de apariencia inofensivos. Max será nombrado rey de los monstruos, considerándolo como el más terrible de entre todos los monstruos. Tanto es así que el propio Max, tras ordenar a los monstruos hacer una fiesta, les castiga a la cama y sin cenar; adoptando la postura de su madre. En ese momento se siente solo y decide volver a casa, donde le espera su comida caliente.


    El autor nos quiere transmitir varias ideas, entre ellas que los niños, al igual que los adultos, también tienen que luchar contra su monstruo interior, contra sus miedos; y que a veces, no basta con luchar, si no que es necesario ponernos del lado de nuestro monstruo interno para comprendernos y defendernos del exterior.


        «El autor nos quiere transmitir varias ideas, entre ellas que los niños, al igual que los adultos, también tienen que luchar contra su monstruo interior, contra sus miedos».


    A veces, los niños, se sienten solos e incomprendidos, e intentan imitar los comportamientos de los adultos asumiendo sus preocupaciones, pero los niños son sabios —expresión utilizada por el propio Sendak—, lo que les permite tomar sus propias decisiones tomando partido ante lo que acontece en sus vidas, como cualquier persona. El valor de la obra es reconocer a los niños su independencia, su capacidad y sus ansias de descubrimiento.


    Todo eso queda reflejado en un puñado de frases acompañadas de ilustraciones, que sirven de vehículo narrativo. La estructura del cuento evidencia el juego del autor con la maquetación y con el tamaño de las imágenes, disponiéndolas con la intención de transmitir el paso del tiempo.


    Al principio, las ilustraciones quedan dispuestas a la derecha y el texto a la izquierda cuando Max está en su hogar y en su habitación, acrecentando, aquellas, su tamaño con el paso de las páginas, hasta que Max llega a «donde viven los monstruos» y las ilustraciones ocupan ambas páginas; es entonces cuando Max reemprende su viaje, y de nuevo se reduce el tamaño de las ilustraciones, creando una sensación de circularidad narrativa. Otra particularidad formal es que el autor renuncia a la unidireccionalidad de la narración, de esa forma, cuando Max viaja a «donde viven los monstruos», la acción se produce hacia la derecha, mientras que cuando retorna de su viaje se produce hacia la izquierda. Esto rompe con el esquema clásico de la lectura occidental —de izquierda a derecha—, haciendo más comprensible la lectura a otras culturas donde el esquema es totalmente diferente —en culturas como la japonesa se lee de derecha a izquierda—: de ahí que el libro sea mundialmente apreciado.


    Las ilustraciones son el pilar básico de la obra, elevando el cuento a verdadera obra de arte, destacando la originalidad en el dibujo y en las técnicas empleadas —habiendo sido comparado con el propio Henri Matisse—. Pero las ilustraciones no acaparan todo el protagonismo, ya que la concisión de las frases nos ayuda, en todo momento, a interpretar correctamente lo que visualizamos en los «dibujos», sirviendo de apoyo a la narración, sobre todo, en el aspecto temporal. Sin frases como “entrando y saliendo por las semanas saltándose casi un año hasta llegar a «donde viven los monstruos» no podríamos comprender que el personaje, en realidad, ha realizado un largo trayecto. De ahí la importancia del escueto texto.

 


La magia de la imaginación.


    Aunque en ningún momento Maurice Sendak nos cuente que el viaje de Max sea producto de la imaginación o de un sueño, no es difícil interpretar que el propio Max se adentra en su mente creando un mundo nuevo, que parece existir con propia independencia de la realidad, materializado en su habitación; pero que no es producto sino de su inventiva. No hay tesoro más preciado en un niño que su capacidad para imaginar y moldear la realidad, parece transmitirnos Maurice Sendak. Aún así, el autor, nos deja con la duda. Cuando Max está en su habitación la Luna que observamos por la ventana es menguante, mientras que cuando está en la isla de los monstruos la Luna es llena, igual que cuando retorna a su habitación. Está claro que ha tenido que pasar un largo período de tiempo, de ahí que nos haga dudar si fue producto de la imaginación del niño u ocurrió verdaderamente.


    Después de leer Donde viven los monstruos podremos descubrir una obra de arte que puede atrapar tanto a niños como a adultos, a hijos y a padres, y a todos aquellos que amen la buena literatura. Una vez leído no podremos olvidarnos de Max y de los entrañables monstruos que habitan el mundo de los monstruos. Y como no, tampoco podremos olvidarnos de un autor universal como Maurice Sendak.


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Pies de foto
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[Imagen principal] Carolina Jiménez (2012) El legado universal de Maurice Sendak.

 


Bibliografía:


Biografía de autor en Imaginaria. Recuperado el 30 de diciembre de 2013 desde: http://www.imaginaria.com.ar/22/2/sendak.htm


Noticias sobre el autor en El País. Recuperado el 30 de diciembre de 2013 desde: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/08/actualidad/1336482503_829374.html


Noticias sobre el autor en Vanguardia. Recuperado el 30 de diciembre de 2013 desde: http://www.vanguardia.com.mx/mauricesendaksevaelcreadordemonstruos-1283403.html


Ilustraciones del autor en Trazos de Tinta. Recuperado el 30 de diciembre de 2013 desde: http://www.trazosdetinta.com/donde-viven-los-monstruos-maurice-sendak-1963.php

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Xisco Garcia
Crítico musical y articulista. Director de la revista Rock I+D.