Cuestionar lo que para todos es normal
SOCIEDAD

Cuestionar lo que para todos es normal

    Sabemos que cada ser humano es distinto a cualquier otro, pero ¿qué nos hace ser únicos y originales? Desde un punto de vista biologico, queda demostrado que cada individuo posee una carga genética única y que no se repite exactamente en ningún otro ser. Si a esto le sumamos la influencia y el desarrollo cultural del que cada ser humano es objeto, obtendremos esa persona que es distinta a cualquier otra.

 


    Desde el momento en que nacemos, estamos sometidos a un aprendizaje y una inculcación de valores que acabarán formando nuestra personalidad. Cuando somos niños aceptamos las normas que se nos imponen y adquirimos unas pautas de conducta que de alguna manera nos benefician (ya sea porque obtenemos recompensas, integración entre los amigos, etc.). Al final de la pubertad y en el inicio de la madurez nuestro comportamiento ya no se rige de esta forma, sino que actuamos conforme a nuestra voluntad y esto es posible porque a lo largo de nuestra vida hemos sido capaces de distinguir lo que a nuestro juicio es bueno o malo, justo o injusto, moral o inmoral; sin que nadie nos lo imponga.

 

    De esta capacidad de elección y decisión nace la posibilidad de cambiar determinados valores o costumbres que consideremos inadecuados u obsoletos, y de está concepción nacen las figuras que han sido influyentes a lo largo de la historia por su contribución a cambiarla y en la mayoría de los casos a mejorarla como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi o Rosa Parks; que nos invitan a pensar que cualquiera de nosotros puede lograr escribir en esta historia una página más.


    Es un hecho (para bien o para mal) que la sociedad se divide en estratos o clases atendiendo, principalmente, a la capacidad adquisitiva de cada individuo conforme dicta la decadente sociedad capitalista en la que vivimos. Debido a esta división cada clase adquiere una serie de derechos y obligaciones (que por qué no decirlo, varían de un estrato a otro), que en su conjunto se denominan roles, lo que quiere decir que en cada clase se establecen unas pautas de conducta a seguir.

 

    Otra división de la sociedad (y que normalmente coincide con subdivisiones de los estratos sociales) son los grupos. Existen grupos primarios como la familia en los que los lazos de unión suelen ser afectivos y emocionales; y secundarios como los amigos, los compañeros de trabajo, etc. cuyos lazos de unión consisten en ideas, gustos o aficiones afines. Por último, en un territorio políticamente delimitado como país, la unidad que engloba a las anteriores es el Estado, al que Max Weber definió de la siguiente manera: «El Estado es una entidad que posee un monopolio en el uso legítimo de la violencia». Lo que de algún modo quiere decir que el Estado se constituye como entidad legítima para la defensa de nuestras libertades a base de ser el único órgano que puede privarnos de ellas.


        «El Estado se constituye como entidad legítima para la defensa de nuestras libertades a base de ser el único órgano que puede privarnos de ellas».


    Por otra parte, la sociología actual divide la evolución de las sociedades en cuatro etapas, encontrándonos actualmente en la etapa de Sociedad Moderna, en la que todos tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones y en la que nuestra libertad termina donde empieza la del prójimo —tras supuestamente haber superado las etapas de Sociedad Tribal, Esclavista y Feudal aunque hoy día sigan existiendo jornadas laborales de más de 12 horas, con una remuneración que apenas permite la supervivencia, que nos recuerdan en gran medida a las sociedades esclavistas—, y grandes ejecutivos que dirigen importantísimas multinacionales que son las que marcan las pautas de actuación de los gobiernos de los distintos Estados; en cuyo caso nos hace trasladarnos al feudalismo de la Edad Media.

 

    En relación con lo anterior, algunos autores aseguran que todo ser humano adquiere en el momento en el que nace una deuda con la sociedad por todo lo que ésta le ha brindado, incluso algunos van más allá y afirman que la deuda que adquirimos con la sociedad la adquirimos con el Estado. Sin embargo, desde mi punto de vista es conveniente matizar este aspecto, ya que si bien es cierto que hay y ha habido numerosas personalidades a lo largo de la historia con las que estamos en deuda, también es cierto que a lo largo de la historia pasada y actual, la sociedad y sobre todo los Estados han adquirido una gran deuda con la sociedad civil, creando, entre otras cosas, sistemas educativos cada vez más precarios que merman la capacidad intelectual del pueblo para así poder ejercer su fuerza (aquella fuerza de la que hace tiempo ya hablaba Weber), sin obtener respuestas negativas por parte de la sociedad, o manipulando los contenidos que se difunden por los distintos medios de comunicación (a los que algunos ya dan el nombre de cuarto poder del Estado, tras el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial) para alterar la percepción del espectador, ocultar lo que no interesa que se conozca y que así la población siga viviendo en ese estado de bienestar y consumismo que ellos se encargan de proporcionarnos (que quizá tenga relación con la influencia que las multinacionales ejercen sobre el poder).


    Como conclusión final me gustaría destacar que independientemente de la deuda que hayamos adquirido o que hayan adquirido con nosotros, creo que un mundo mejor es posible y que podemos cambiar la realidad actual empezando por nosotros mismos y los que nos rodean y creo también, que a parte de ser posible es una obligación moral que todos deberíamos tener y que el primer paso para conseguir lo que pretendemos es: comenzar a cuestionar lo que para todos es normal (como se ha pretendido en este texto).


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Pies de foto:


[Imagen principal] Inma Lorente (2012) Cuestionar lo que para todos es normal.

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Comentarios
Jesús Henares
Licenciado en Medicina. Melómano empedernido. Amante del ser humano, más de su vertiente humana que de la de ser...