Caridad vs Justicia
«La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba. La justicia y la solidaridad son horizontales e implican respeto mutuo». (Eduardo Galeano)
Don Hêlder Câmara, Obispo de Recife dijo: «Si doy limosna a un pobre me llaman santo, si pregunto por qué los pobres no tienen qué comer, me llaman comunista».
Todos sabemos lo que es la caridad, o creemos saberlo. Yo he aprendido tiempo atrás que esta palabra (y generalmente las acciones que engloba), la posee en exclusividad la religión, y más concretamente la cristiana. No otra, sino nuestra religión. La que por fuerza tenemos desde pequeños.
La mayoría de nosotros tenemos un VHS ó DVD donde se nos ve el día en que nos sacan el carnet de socio cristiano, y no nos preguntan si queremos el carnet de Jesús, Yahvé, Buda o Yuyú el de la montaña[1]. Lo que yo me pregunto es: «Un niño con meses, ¿cómo te dice qué carnet quiere sacarse?, ¿y si no quiere sacarse ninguno?». Es como si alguien cometiera la estupidez de hacerle un carnet del Madrid, del Villarreal o del TDK Manresa a su hijo recién nacido. ¿No será mejor preguntarle a ese niño/a cuando despierte en él/ella el raciocinio? Pero para entonces, quizás haya encontrado a Dios dentro de sí y no le apetezca que ningún líder, del carnet que le obligaron a sacarse, se apodere de sus pensamientos, oraciones, decisiones y resolución de problemas frente a la vida. Demasiado tarde.
«Cada vez son más los esfuerzos y las responsabilidades que los gobiernos y las ONG nos atribuyen al ciudadano para con "los pobres". Cada vez más lo que aportamos en monedas, comida, ropa, apadrinamentos y recursos humanos, y de forma paralela, la pobreza se agrava».
Decíamos que nos obligan ya que, según la Carta Magna (art. 16), España es un país aconfesional, pero ese es otro tema. El caso es que la 'caridad' es «virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión». También «limosna que se da, o auxilio que se presta a los necesitados». Y esto de ayudar al necesitado, a la «gente desvalida» y sin recursos está muy bien. Estamos en una posición, hay otros por debajo, tenemos que ayudarles. Pero siempre hay que ir más allá. ¿Cuáles son las consecuencias de mis actos de buena fe? ¿Ayudan realmente a que el hambre o la pobreza en general desaparezcan? Porque cada vez son más los esfuerzos y las responsabilidades que los gobiernos y las ONG nos atribuyen al ciudadano para con «los pobres». Cada vez más lo que aportamos en monedas, comida, ropa, apadrinamentos y recursos humanos, y de forma paralela, la pobreza se agrava, tanto en los sitios donde ya existía, como donde no la conocíamos. Y en los lugares donde los medios de comunicación occidentales nos venden como enemigos ó enemigos (véase parte de Sudamérica), casualmente, la concentración de riqueza en pocas manos disminuye considerablemente. ¿Cómo es esto posible?[2]
Yo tengo mi propia opinión al respecto, pero antes era distinta. Os animo a que vosotros empecéis de cero y volváis a crearos vuestra opinión, a ver si cambia con respecto a la de ahora, o no. Pero hay que tener en cuenta que frente a temas de amplia difusión, como lo es éste, solemos tener «nuestra» opinión ya resuelta de ante mano vertida por los medios de manipulación, y nos limitamos a reproducir el «estoy totalmente a favor de» o «estoy totalmente en contra de», sin saber dar ni una explicación convincente, y menos aun razonable.
«La caridad perpetúa la pobreza, no permite al afectado tomar parte en la solución a su problema: no se le está haciendo justicia».
La caridad es un gesto grandioso por parte del ser humano, que gratifica tanto al que la da, como al que la recibe, pero simple y llanamente es poner un frágil parche en el pinchazo de la rueda. El necesitado recibirá y a la mañana siguiente seguirá exactamente en la misma situación que estaba ayer. La caridad perpetúa la pobreza, no permite al afectado tomar parte en la solución a su problema: no se le está haciendo justicia. Se le está apartando de la sociedad, mientras le repartimos las migajas fuera de nuestro plato para que no coma de él. La caridad es asistencialismo rápido, y ese asistencialismo empobrece moralmente al afectado: él solo recibe, y recibe, espera a que le vuelvan a dar, y esto le hace estar en un segundo plano, se vuelve dependiente del que le «saca las castañas del fuego», una y otra vez. Al final se despreocupa de arreglar su situación y se conforma con recibir su dosis de caridad cada cierto tiempo. Este tema lo tienen muy bien estudiado y muy bien llevado los gobiernos occidentales. Promueven la caridad y te responsabilizan de la pobreza en el mundo[3]. Te dan donde más duele, en las emociones —donde nos sale la bondad más pura—, para tapar el verdadero problema: la inexistencia de justicia para las personas de a pie, las familias trabajadores de toda la vida, que son casi todas. Miento, justicia hay, pero contradiciendo al Rey, la justicia NO es igual para todos[4]. Que eso lo diga Mario Vaquerizo pase, pero, ¿quién no ha pensado seriamente a estas alturas, que en el país de los corruptos, el Rey es el Rey? Ese también es otro tema.
He tenido la inmensa suerte, este año, de participar como voluntario en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Almería y, precisamente, es este tipo de colectivos (de momento no tengo al alcance ninguno más), quienes van más allá del asistencialismo y la caridad, y buscan para todos los afectados que allí acuden, JUSTICIA por encima de todo. Es una plataforma sin ánimo de lucro (esto queda muy bonito ponerlo en los estatutos, y que luego presidente, secretario, tesorero y algún «voluntario» más saque tajada de la ONG), NO subvencionados, sin más interés que el de que se cumplan los derechos humanos (en el caso de la vivienda), y con la fuerte convicción de que, éstos, NO se negocian; se exigen. Y para exigirlos hay que tenerlos en cuenta, para tenerlos en cuenta hay que conocerlos y para conocerlos hay que tomar parte en el asunto, formarse y tirarse al barro. Y tirarse al barro es hacer que los afectados conozcan lo mismo que tú, se responsabilicen de SU problema y aprendan a solucionarlo ellos mismos.
Llevar a cabo lo que supone esta última frase corresponde a meses de trabajo, donde cada uno nos ilustra con su historia, se relaciona con otras personas con su mismo problema, y esto hace que la vergüenza social que supone ser un delincuente por perder tu casa, vaya desapareciendo (muchas personas que no son capaces de superar esta vergüenza prefieren quitarse la vida a luchar por su familia y por lo que es suyo).
En definitiva, el objetivo de hacer justicia, es cambiar las leyes que permiten la especulación con la naturaleza (no digamos ya con las personas), y señalar públicamente a quien hace eso posible y al que lo promueve. De nada sirve conseguir una barra de pan y hacerla cien partes para dar de comer. ¡Ojo!, quitas un rato el hambre, bien, pero esos cien seguramente vayan a querer cenar también, y esperaran que alguien aparezca trayendo su pan. A estos cien hay que explicarles qué es lo que pasa y porqué pasa, y una vez empoderados[5], tendrán que ir a la puerta de quienes gestionan su miseria y pedir explicaciones y soluciones, exigirlas, con la razón, la formación, la contundencia, y la educación de quien se supone defensor de las personas y de la igualdad, y la horizontalidad entre ellas.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Chema Peral (2013) Caridad vs Justicia.
Bibliografía:
[1] «Ateo deja en claro el ridículo de la religión», en Youtube. Recuperado el 14 de enero de 2014, desde: http://www.youtube.com/watch?v=P5qkk-bYmok
[2] «APM - No es posible! No, no es posible!«, en Youtube. Recuperado el 14 de enero de 2014, desde: http://www.youtube.com/watch?v=AhSEJuP4DW8
[3] «Cáritas: Spot de Alejandro Toledo», en Youtube. Recuperado el 14 de enero de 2014, desde: http://www.youtube.com/watch?v=taTzCLyxmlI
[4] «El Rey: 'La justicia es igual para todos'», en Youtube. Recuperado el 14 de enero de 2014, desde: http://www.youtube.com/watch?v=UhCBteuxrHY
[5] Según la RAE. 'Empoderar' (Del inglés empower) 1. tr. Hacer poderoso a un individuo o grupo social desfavorecido.
Mientras exista desigualdad existirá caridad, ya que es una válvula de escape moral individual y un instrumento de las clases dominantes como forma de pacificación social que se ejerce de tarde en tarde para mostrar las "bondades" de una sociedad que deja a cada cual en su sitio.
Otro problema: cuando se ejerce la caridad el Estado, que debería ser el garante de la igualdad y el que tuviera todos los servicios necesarios para atender a sus ciudadanos, se desentiende de sus obligaciones y las individualiza, personaliza el problema y evita que se vea como solución global (social). Esos "individualistas y liberales" que no quieren estado para ciertas cosas pero sí lo utilizan cuando sus intereses se ven en peligro (el caso de Sacyr y las obras del canal de Panamá es ahora noticia), o que pongan la policía a su servicio cuando hay huelgas, o tienen que ejecutar un desahucio, etc.
Para que exista igualdad y justicia tendrán que cambiar leyes y jueces, porque esa justicia se basa en unas leyes hechas por quienes (una vez al año) hacen caridad. Por eso se castiga mucho más a quien roba comida que a quien deja sin trabajo, sanidad o sin vivienda a una familia.
Felicidades por el artículo y por la página. Seguid así.
P.D. Las citas de Helder Cámara y de Eduardo Galeano son perfectas.
Gracias por la lectura y el interés.
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a contruir otras tantas?¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
P.D. Lo de una sociedad sin clases la dejamos para otro momento: la mayor parte de la historia de la humanidad ha sido sin clases, que nos "olviamos" de la llamada prehistoria (o sea, decenas de miles de años).