Machadiano busca a Lennon, jóvenes buscan libertad
Vivir es fácil con los ojos cerrados es el sexto largometraje de ficción escrito y dirigido por David Trueba, ambientado en la España de la década de 1960, que se traduce en una producción cercana y fresca en forma de road-movie, aunque convertida en un viaje iniciático que posiciona a los protagonistas en contra de la rigidez del régimen social y moral impuesto por el franquismo y el nacionalcatolicismo. Su título proviene de una línea de la letra de la canción «Strawberry fields forever», del mítico grupo británico The Beatles.
En este país hay mucha gente que vive con miedo. Pero vosotros sois jóvenes y tenéis que cambiar esto, maldita sea. Hay que sacudirse el miedo. La vida es como los perros, si te huelen el miedo se te tiran a morder.
(Trueba, 2013)
Antonio es un profesor de inglés en un colegio albaceteño de los años 60 que acostumbra a enseñar el idioma a sus alumnos apoyándose en las letras de los Beatles, como es el caso de «Help», un tema que no sólo le sirve para la docencia del inglés, sino también para reflexionar sobre su contenido, sobre esa ayuda que hay que pedir a los demás en un momento de dificultad. Antonio es un auténtico fanático de los Beatles y considera a John Lennon como su ídolo; y, por casualidades de la vida, se entera de que Lennon se encuentra en Almería rodando una película tras haber sufrido una crisis con su grupo. Así que decide realizar un viaje relámpago en su modesto Seat 850 hasta Almería para poder conocer en persona a Lennon e intentar hablar con él. De forma paralela, conocemos la vida en un internado religioso de Belén, una chica que oculta como puede su embarazo de tres meses y finalmente puede escapar de unas monjas que no parecen ser de gran ayuda para ella. Mientras tanto, somos partícipes también de los problemas de Juanjo, un chico que vive en Madrid junto a sus hermanos, su amable madre y su estricto padre (un policía nacional); el joven, de espíritu inconformista y rebelde (algo que demuestra dejándose el pelo largo, en contra de los deseos paternos), se siente oprimido y un buen día, tras una discusión, decide huir de casa sin un rumbo definido. Antonio se encuentra en una gasolinera con Belén, a quien recoge comprendiendo que se encuentra en dificultades tras haberse subido al coche de un desconocido, y por el camino hacia Almería sube también a su coche a Juanjo, que deambula por la cuneta de una recóndita y revirada carretera. En el viaje Antonio da muestras de su fanatismo hacia los Beatles (enfrentándose incluso con Juanjo, que se declara seguidor de Rolling Stones y The Kinks), así como de su firme creencia en la importancia del conocimiento de idiomas, aunque sea en la España de los 60 [1]. Ya en tierras del Cabo de Gata los tres se encuentran una realidad remota, atrasada y casi analfabeta, en la que tienen que enfrentarse a ciertos clichés y prohibiciones de la época, cuando no incluso con los lugareños por ser demasiado «modernos». Lo que comenzó como un encuentro casual en el viaje de Antonio en su coche se va convirtiendo en una estrecha amistad de este profesor con los dos jóvenes, a quienes «apadrina» para animarles en sus ansias de libertad, consciente de la represión moral de la España franquista. El viaje de estos tres personajes se convierte por tanto en una forma de conocerse mejor a sí mismos, en la búsqueda de un sueño por parte de Antonio (conocer a Lennon) y, por último, en el tránsito iniciático de Belén y Juanjo hacia la madurez. Pero este cambio vital de los jóvenes no tiene tanto que ver con la superación de la adolescencia, sino mucho más con la apertura de miras para superar los miedos y las represiones, con el deseo de una sociedad más libre y que muestre unas perspectivas más halagüeñas para la juventud.
Una película realista, amable y cercana que posee también el atractivo de trasladarse al pasado para que el espectador pueda apreciar los cambios de la España profunda en 50 años, así como reflexionar sobre la propia transformación de la sociedad española y sobre multitud de detalles que quizá hoy pueden llegar a pasar desapercibidos por ser considerados «lógicos», pero que aún estaban muy lejos de materializarse en la época del tardofranquismo. Precisamente este viaje de Antonio, Belén y Juanjo, aparte del objetivo inicial de conocer a Lennon, se convierte en un intento de superar las ataduras y los miedos de una sociedad marcada por la moral nacionalcatolicista e ir en busca de mayores libertades desde una perspectiva centrada sobre todo en unos jóvenes demasiado vigilados (Juanjo no puede dejarse el pelo algo largo) y que necesitaban poder decidir por sí mismos (existe una clara alusión al aborto libre en palabras de Belén: «yo no quiero que nadie decida por mí»).
«El viaje se convierte en un intento de superar las ataduras y los miedos de una sociedad marcada por la moral nacionalcatolicista e ir en busca de mayores libertades».
En el terreno de las interpretaciones, está claro que Javier Cámara se come la pantalla él solito, con un papel como Antonio tan cercano y creíble como bien conseguido. Sólo con su aportación ya habría suficiente para desarrollar el argumento, aunque también es cierto que las aportaciones de los dos chicos que le acompañan en su viaje son los que le dan verdadero valor al sentido último de la película, a esas ansias de libertad de unos jóvenes con toda la vida por delante. Esto no quiere decir que Antonio sea un personaje demasiado maduro, puesto que también crece de algún modo al convertirse en el “cicerone” de Belén y Juanjo, apuntalando su condición de persona más experimentada que los jóvenes, además de más avanzado y más abierto que el entorno que le rodea. En apariencia, Antonio puede pasar por el españolito de los 60, pero a lo largo de la película de muestras de no ser tan “tópico”: soltero, vive solo, conoce idiomas (y los valora), se considera “machadiano” porque le gusta pasear por las afueras y le agobia la ciudad (y recita algún verso de Machado)… Por su parte, Natalia de Molina hace un papel muy digno como Belén, esa chica que está a punto de madurar a marchas forzadas por su embarazo, y que es el ejemplo de cómo la represión religiosa podía entonces marcar una vida, además de hacer visible la desigualdad de las mujeres (por ejemplo, no puede pernoctar en el hotel almeriense mientras no presente su libro de familia). Francesc Colomer realiza un papel correcto como Juanjo, nada desdeñable a sus 16 añitos en el momento del rodaje; sus expresivos rostro y ojos siguen siendo suficiente carta de presentación (como ya ocurrió con su papel en Pan negro, 2010) y, en este caso, la actitud de su personaje es otro ejemplo de ansias de libertad de un chico joven, listo y sensible, que tiene que lidiar con el autoritarismo de su padre e incluso con algún problema retrógrado (o quizá debería decirse “cateto”) en Almería. Además, hay que tener en cuenta la importancia de algunos personajes secundarios para entender algunos detalles de la película, como los padres de Juanjo, cuya madre (Ariadna Gil) intenta calmar los ánimos y contrarrestar la figura autoritaria de su padre, un “gris” (policía nacional) estricto e incluso violento en casa (Jorge Sanz). O el personaje de Ramón, un catalán afincado en Almería desde hace mucho tiempo, que cuida de Bruno, su hijo discapacitado, después de que su mujer le abandonara); Ramón es un contrapunto a la mentalidad atrasada y retrógrada de los habitantes del lugar, una persona extraña en su entorno, pero más abierta y valiente que los demás, capaz incluso de frivolizar con las diferencias regionales diciendo que el “Pa amb tomaquet es quizá la mejor aportación de Cataluña a la historia”. Y tampoco hay que olvidar el efímero contacto con los extranjeros que trabajan en el rodaje cinematográfico, un “soplo de aire fresco” que, eso sí, se encuentra aislado del exterior por la estrecha y celosa vigilancia de una pareja de guardias civiles algo estereotipados en su mal humor. Por cierto, el dato del rodaje es correcto, puesto que la película británica antibelicista Cómo gané la guerra (How I won the war), dirigida por Richard Lester y protagonizada por John Lennon, se rodó en parte en Almería en 1966, y se estrenaría al año siguiente (a España llegaría en 1969). De hecho, el propio argumento de la película está basado también en el personaje real de Juan Carrión, un profesor de inglés de Cartagena que fue a Almería para reunirse con Lennon en 1966, al que muchos aficionados a los Beatles “conocen cariñosamente como Profesor Pepper” y cuya historia conoció David Trueba “a través de la prensa con motivo de un curso de verano que la Universidad de Almería dedicó a los Beatles en 2006” [2].
Desde el punto de vista estético, hay que reconocer que la recreación de la España de la década de 1960 está bastante cuidada, sin necesidad de grandes esfuerzos o artificios en ropajes que muchos aún pueden guardar en sus casas, así como mobiliario, electrodomésticos o vehículos. De paso, un objeto tan cotidiano y «universal» de la España del momento como la televisión se encarga de recordarnos un par de hechos que apuntalan la historicidad de la recreación del año de 1966: la detención de «El Lute» tras su evasión de un tren y el famoso baño en el Mediterráneo del por entonces Ministro de Información y Turismo del gobierno franquista, Manuel Fraga Iribarne, para «tranquilizar» a la opinión pública sobre el incidente nuclear de Palomares. Aparte de la propia recreación de ese escenario de hace medio siglo, la película se plantea también como una especie de road-movie «a la española» en la que las reviradas carreteras de entonces (hoy secundarias, pero por entonces «las que había», y punto) adquieren un gran protagonismo. De algún modo, al adaptar el viaje en coche de Antonio, Belén y Juanjo a los ritmos y las velocidades de entonces, la película permite que disfrutemos mejor de los bellos paisajes en los que se rueda, algo perfectamente palpable en las localizaciones del desierto de Tabernas y del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, que no hacen más que ganar enteros y hacerse más atractivos merced a la muy correcta fotografía a cargo de Daniel Vilar. De paso, hay también una referencia a un sector tan importante para Almería como la agricultura bajo plástico, que se hace entroncar también con las distintas mentalidades de los personajes: frente a una agricultura difícil y casi de subsistencia por parte de los lugareños, Ramón está experimentando con lo que parecen los primeros invernaderos de la zona, dando la sensación de que su amplio recorrido vital (en términos geográficos y de experiencias) le permite superar la barrera del provincianismo y dar rienda suelta a las innovaciones; y ¿por qué no podría ser cierto que alguien venido de fuera animara a este tipo de agricultura en el sudeste peninsular a finales de la década de 1960? Teniendo en cuenta que los invernaderos proliferaron en la zona en la década de 1970, la idea planteada por Trueba no es nada descabellada.
«Las letras de los Beatles son parte importante en las clases de inglés de Antonio, una práctica que en realidad trasciende el ámbito educativo».
Otro de los aspectos más importantes de la película es su continua (y lógica) relación con el mundo de la música, que da lugar a multitud de detalles. Por ejemplo, el propio título de la cinta proviene de «living is easy with eyes closed», una línea del tema de The Beatles «Strawberry Fields Forever», compuesto por John Lennon precisamente en esa estancia en Almería, y cuyo mensaje nostálgico es aprovechado por Trueba para ir dando pistas sobre el planteamiento de la película. Por otra parte, las letras de los Beatles son parte importante en las clases de inglés de Antonio, una práctica que en realidad trasciende el ámbito educativo, puesto que la traducción de letras musicales en otras lenguas se ha convertido a lo largo del tiempo en uno de los recursos personales preferidos por mucha gente para acercarse a los idiomas. En esta película las letras de los Beatles adquieren una importancia capital porque el verdadero motivo del viaje de Antonio es decirle a Lennon que los discos de The Beatles deberían tener incluidas las letras para permitir una mejor comprensión y no tener que seguir sacándolas «de oído» a partir de las emisiones de radio; es más, en los textos sobreimpresionados al final de la película se hace notar la reacción real de los Beatles frente a este tema [3]. Además, las letras del mítico grupo de Liverpool son también parte importante en la propia vida de Antonio, que las considera muy necesarias para, partiendo de sus tonos alegres o melancólicos, poder aprender de ellas y crecer como persona. Otro de los aspectos que personaje de Antonio introduce, muy relacionado con el mundo de la música, es el del fenómeno de los fans, los aficionados capaces de recorrer kilómetros o arriesgar vacaciones (cuando no días laborables) para poder ver a sus ídolos en persona, y cuyos gustos muchas veces incluso derivaban en rivalidades acérrimas, algo que tiene su eco en la película cuando el joven Juanjo habla de sus preferencias por los Kinks o los Rolling Stones, una opinión que causa un fuerte rechazo por parte de Antonio. Por último, aparte de estos aspectos musicales recreados, hay que reconocer la aportación del veterano y reputadísimo guitarrista estadounidense Pat Metheny como compositor de la banda sonora de la película, ayudado en esta ocasión por el contrabajista también estadounidense Charlie Haden (fallecido en julio de 2014).
La película fue la gran ganadora en la XXVIII edición de los Premios Goya, celebrada en febrero de 2014, en la que consiguió 6 de los 7 premios a los que estaba nominada: Mejor Película, Mejor Director (David Trueba), Mejor Actor Protagonista (Javier Cámara), Mejor Actriz Revelación (Natalia de Molina), Mejor Guión Original (David Trueba) y Mejor Banda Sonora (Pat Metheny). Si bien sus resultados de taquilla no han sido espectaculares, hay que hacer notar que la película ha sido bien acogida en general por la crítica cinematográfica, e incluso fue seleccionada como candidata española al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en la ceremonia de 2015 [4].
David Trueba consigue hacernos reflexionar sobre las ataduras de unos años 60 que aparentan quedarnos muy lejanos, pero en realidad nos acerca a un ayer mucho más cercano de lo que parece. En la España actual muchas cosas han cambiado, muchas han mejorado, la sociedad y la mentalidad en general han avanzado mucho (muchísimo en muchos aspectos), pero Trueba nos recuerda que no todo es de color de rosa y que algunos detalles plasmados en esos años 60 de la película aún resuenan en nuestros oídos y de vez en cuando nos asaltan en la realidad cotidiana. Pueden ser algunas actitudes sectarias y sorprendentemente retrógradas en torno al aborto, puede ser la necesidad de aprender idiomas para poder trabajar (y por desgracia no sólo en España) o comunicarse en un mundo globalizado, pueden ser las trabas que sufren muchos profesores por mucho afán de enseñar y comunicar que tengan, o pueden ser ideas tan universales como el miedo a un entorno opresivo («La vida es como los perros, si te huelen el miedo, estás perdido») o la necesidad de apoyarse en los demás para sortear dificultades. Quizá todo pueda resumirse en una idea que destaca y aparece por toda la película: la búsqueda de la libertad.
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Pies de foto:
[Imagen principal] David Trueba (2013) Vivir es fácil con los ojos cerrados.
[Segunda imagen] David Trueba (2013) Vivir es fácil con los ojos cerrados.
[Tercera imagen] David Trueba (2013) Vivir es fácil con los ojos cerrados.
Notas:
[1] Se hace mención entonces a la famosa anécdota de Menéndez Pidal dando una conferencia en perfecto inglés tras las risas por haber pronunciado fonéticamente el apellido Shakespeare.
[2] MARTÍNEZ, Evaristo, “El profesor Pepper y el campo de fresas”, CineAndCine, Noviembre de 2013, pp. 20-21.
[3] Atención, spoiler: al igual que Antonio al final de la película, el personaje real en el que se basa lo consiguió en su momento: “desde entonces Juan Carrión fue recibiendo en su academia los discos de los Beatles. El primero en publicarse tras el encuentro en Almería fue el mítico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. En su contraportada, las letras de todas las canciones. Nadie lo había hecho antes” (referencia, ver nota anterior).
[4] La selección corresponde a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, aunque finalmente no superó el corte de la propia Academy of Motion Picture Arts and Sciences de Hollywood, la encargada de los Oscar.
http://www.publico.es/culturas/vivir-facil-ojos-cerrados-queda.html
[consulta 2014-12-21].
Filmografía y enlaces de interés:
TRUEBA, D. (director) (2013) Vivir es fácil con los ojos cerrados (Largometraje, 108 min.) España: Fernando Trueba Producciones Cinematográficas, Televisión Española, Canal+ España
Ficha técnica en IMDb: http://www.imdb.com/title/tt0015064/
Ficha técnica en FilmAffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film559192.html
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Por Marta Eulalia Martín, 30 mar 2015, en Cultura.
Por Ángeles Díaz, 30 mar 2015, en Arte.
En lo socio-cultural, se trata de una película sobre algo lejano, pero no tanto como creemos. 50 años de diferencia en los que se ha avanzado mucho y muchísimo en numerosos aspectos, pero también hay algunas cosas (negativas) que aún colean.
David Trueba se ha convertido en un director que, como dices, cuenta mucho con bastante poco.