Antisemitismo soviético
 Durante la Guerra Fría, se lanzó desde Occidente la acusación de que la Unión Soviética era antisemita. Este sentimiento hostil nació, supuestamente, con el dirigente Iósif Stalin y se promovía a través del episodio denominado «complot de los médicos». Además, la película El concierto (Le concert, 2009) ha recogido el episodio de exclusión social de los judíos por parte del gobierno de Leonid Brézhnev. En el siguiente artículo analizaré la situación de los judíos bajo la Unión Soviética en sus diversos períodos, separando la realidad del mito, cuando sea necesario.
Antecedentes.
En el año 1844, fue publicada una obra de Carlos Marx titulada Sobre la cuestión judía (Zur judenfrage). Se trata de un ensayo que pretende refutar las tesis del filósofo Bruno Bauer, que defendía una emancipación política de los ciudadanos judíos. Marx considera esto como algo egoísta, proponiendo en su lugar una «emancipación humana», donde las limitaciones religiosas de los ciudadanos no existirían.
Marx piensa que la propuesta de Bauer es bastante limitada, pues debería abarcar todos los ámbitos de la naturaleza humana y no sólo un rasgo como es la fe judaica: «¿O lo que exigen los judíos es, acaso, que se les equipare a los súbditos cristianos? Entonces, reconocen la legitimidad del Estado cristiano, reconocen el régimen del sojuzgamiento general. ¿Por qué les desagrada su yugo especial, si les agrada el yugo general? ¿Por qué ha de interesarse el alemán por la liberación del judío, si el judío no se interesa por la liberación del alemán? El Estado cristiano sólo conoce privilegios. El judío posee, en él, el privilegio de ser judío. Tiene, como judío, derechos de que carecen los cristianos. ¿Por qué aspira a derechos que no tiene y que los cristianos disfrutan?»
En su lugar, propone la abolición de la religión del Estado: «La emancipación política del judío, del cristiano y del hombre religioso en general es la emancipación del Estado del Judaísmo, del Cristianismo, y en general de la religión. Bajo su forma, a la manera que es peculiar a su esencia, como Estado, el Estado se emancipa de la religión al emanciparse de la religión de Estado, es decir, cuando el Estado como tal Estado no profesa ninguna religión, cuando el Estado se profesa más bien como tal Estado».
Teniendo en cuenta estas objeciones a Bauer, Marx realizará duras críticas a los judíos que siguen sus tesis: «Fijémonos en el judío real que anda por el mundo; no en el judío sabático, como hace Bauer, sino en el judío cotidiano. No busquemos el misterio del judío en su religión, sino busquemos el misterio de la religión en el judío real. ¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, será la autoemancipación de nuestra época».
Este texto ha servido para acusar a Marx de ser antisemita. Pero lo cierto es que Marx descendía de una larga familia de rabinos, si bien su padre se convirtió al cristianismo protestante para poder conseguir trabajo. Puede apreciarse que Marx separa al judío sabático (es decir, el religioso) del judío secular, al que lanza prejuicios propios de la época y que él mismo recibió por parte de líderes anarquistas como Bakunin.
La visión de Pierre Joseph Proudhon, líder anarquista francés, será aún más feroz, incluyendo prejuicios raciales o religiosos (algo curioso teniendo en cuenta que los anarquistas defendían fuertemente el ateísmo) e incluso llamando a un posible exterminio no muy distinto a lo que planteó posteriormente Adolf Hitler: «Haced un artículo contra esta raza que lo envenena todo, metiéndose por todas partes sin fundirse jamás con ningún pueblo. Pedid su expulsión de Francia, excepto a los individuos casados con francesas; abolid las sinagogas, no admitidles en ningún empleo, proseguid, en fin, la abolición de ese culto. Por algo los cristianos les llaman deicidas. El judío es el enemigo del género humano, hay que mandar a esta raza a Asia o exterminarla. El odio al judío lo mismo que al inglés debe ser un artículo de nuestra fe política».
Personajes judíos como Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin o el propio Lenin (aunque su familia se convirtió al cristianismo ortodoxo) no tuvieron problemas para adoptar el marxismo como ideología. Así mismo, gran parte de los bolcheviques eran judíos y fue uno de los motivos por los cuales se practicaban pogromos durante la Guerra Civil Rusa por parte del Ejército Blanco.
De Lenin a Stalin.
Durante el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin (1917-1924), los judíos tuvieron altos cargos en la URSS. León Trotsky, de origen judío, había creado el Ejército Rojo, vital para la victoria frente al Ejército Blanco durante la Guerra Civil Rusa. Otros personajes judíos cercanos a Lenin fueron Lev Kamenev y Grigori Zinoviev.
«Stalin condenó las persecuciones contra los judíos tanto en la Rusia Zarista como en el Tercer Reich, equiparando el antisemitismo con el canibalismo».
Con la muerte de Lenin (1924), la situación siguió siendo la misma. La propaganda nacional-socialista resucitó el panfleto Los Protocolos de los Sabios de Sión, donde se hablaba de una supuesta conspiración judía a nivel mundial. Con ello, se pretendía afirmar que la Unión Soviética era un instrumento judío para someter a la civilización cristiana. En España, el texto fue muy leído entre los seguidores de Gil Robles. Desde la prensa nacional-socialista se decía que «detrás de Stalin están los judíos».
Entre 1936-1938 tienen lugar los Procesos de Moscú, donde se pretendía desmontar una conspiración contra la Unión Soviética por parte de implicados en atentados terroristas contra fábricas y miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, como Sergei Kirov. Entre los procesados se encontraban Kamenev y Zinoviev, que fueron ejecutados. Por su parte, debido a las divergencias ideológicas, Trotsky partió al exilio y en 1940 fue ejecutado por un espía de la NKVD llamado Ramón Mercader. Estas ejecuciones posiblemente sirvieron de pretexto para acusar a Stalin de antisemita.
No obstante, Stalin condenó las persecuciones contra los judíos tanto en la Rusia Zarista como en el Tercer Reich, equiparando el antisemitismo con el canibalismo: «El chovinismo nacional y racial es una supervivencia de las costumbres antihumanas propias del canibalismo. El antisemitismo, como una forma extrema del chovinismo racial, es la supervivencia más peligrosa del canibalismo. El antisemitismo es útil a los explotadores como pararrayos que preserva al capitalismo del golpe de los trabajadores. El antisemitismo es peligroso para los trabajadores como falso sendero que los desvía del camino acertado y los conduce a la selva. Por eso, los comunistas, como consecuentes internacionalistas, no pueden por menos de ser enemigos implacables y acérrimos del antisemitismo. En la URSS, la ley persigue del modo más riguroso el antisemitismo como fenómeno profundamente hostil al régimen soviético. Las leyes de la URSS castigan con la pena de muerte a los antisemitas activos» (Stalin, Obras Completas, Tomo XII, p. 12, 12 de enero de 1931).
El historiador británico Robert Conquest, conocido por sus posiciones anti-marxistas y por ser uno de los autores de referencia para El Libro negro del comunismo de Stéphane Courtois, reconoce que en la Unión Soviética «el antisemitismo en cuanto tal no fue nunca una doctrina oficial», que «la persecución abierta de los judíos en cuanto judíos estaba prohibida» y que no existía ninguna referencia a la «teoría racial».
Uno de los primeros difamadores contra Stalin fue León Trotsky, desde el exilio, aunque sus acusaciones acerca de su supuesto antisemitismo fueron acogidas con total rechazo por parte de la comunidad judía estadounidense. Así lo relata el historiador y filósofo italiano Domenico Losurdo: «En el mismo año en el que Trotsky publica su ensayo sobre Termidor y antisemitismo, ve la luz un Diario de viaje en Moscú, escrito por un autor alemán fugado del Tercer Reich por su condición de judío. El retrato que muestra es de por sí elocuente: finalmente se ha resuelto 'la antigua y aparente insoluble cuestión judía', 'la unanimidad con la que los judíos que encontré demostraron estar de acuerdo con el nuevo Estado es conmovedora' (…) Aún más significativa es la reacción de la comunidad judía americana. Un representante destacado da esta réplica a Trotsky: 'si sus otras acusaciones son tan infundadas como su lamento sobre el antisemitismo, entonces usted no tiene realmente nada que decir».

También señalarse que Yakob, hijo de Stalin, se casó con una judía, al igual que su hija Svetlana. Incluso estos episodios han sido manipulados en la propaganda para hacerle ver como un antisemita. En el primer caso, se sabe que Yakob estuve enamorado de una judía que lo rechazo. Tras ello, intentó suicidarse.
Este rechazo ha sido presentado en la película Stalin (1992) como un impedimento por parte de Stalin debido a que era una chica judía. Lo cierto es que Stalin no tuvo que ver en aquello.
«La posición del Ejército Soviético para liberar los campos de concentración nazi (como Auschwitz) también son un reflejo de la ausencia de estos prejuicios contra los judíos».
Se habló de un antiguo novio de Svetlana, también de origen judío, que provocó la ira de Stalin por ser mucho mayor que su hija y por pasarse el día viendo películas extranjeras. No resulta coherente que esto se debiera a cuestiones antisemitas cuando posteriormente sí consintió en que ésta se casara y tuviera un hijo con un judío.
La posición del Ejército Soviético para liberar los campos de concentración nazi (como Auschwitz) también son un reflejo de la ausencia de estos prejuicios contra los judíos. Además, Stalin apoyó la instauración del Estado de Israel en la Asamblea General de la ONU. Pretendía encontrar un respaldo en Oriente Medio frente a EEUU. Cabe señalarse que la posición de la Unión Soviética frente a la formación de Israel era la creación de un Estado independiente y multinacional, donde los derechos tanto de judíos como de los árabes fueran respetados.
En 1948, el mismo año en que se funda el Estado de Israel, Golda Meir (futura primera ministra de Israel) visitará la Unión Soviética y discutirá con un intelectual judío llamado Ilya Ehrenburg. Golda Meir mostró desprecio hacia los judíos asimilados. Ehrenburg llegó a decir posteriormente: «El Estado de Israel debe entender que en este país ya no existe una cuestión judía, que a los judíos de la URSS deben dejarlos en paz y que todos los intentos de inducirles al sionismo y a la repatriación deben cesar. Se encontrará con la resistencia no sólo de las autoridades (soviéticas), sino de los mismos judíos.”
Como mencioné más arriba, el episodio que más ha servido para difundir el supuesto antisemitismo de Stalin es el denominado «complot de los médicos». Este episodio fue denunciado por primera vez en el Informe secreto de Nikita Kruschev en 1956. Sin embargo, Kruschev no relaciona este episodio con una supuesta tendencia antisemita.
¿En qué consistió? Kruschev afirma que en 1953, estando Stalin muy enfermo, comenzó a sospechar de los médicos que se encargaban de la salud de los grandes dirigentes del país. Desde el diario Pravda se denunció una supuesta conspiración imperialista liderada por ellos. Aunque el Informe de Kruschev no lo dice, buena parte de estos médicos eran judíos.
Estos médicos fueron detenidos y juzgados, además de personajes relacionados con organizaciones extranjeras como Samuel Mijoels, líder del Comité Antifascista Judeo-Soviético, el cual tenía enlaces con organizaciones culturales extranjeras. Se dice que Mijoels fue asesinado por Stalin, pero lo cierto es que murió en un accidente de coche (algunos ven la mano del NKVD detrás del mismo, aunque sin prueba alguna). Algunos de los médicos (un total de 25) fueron condenados a muerte y cien a ser deportados a Gulags. Estas condenas a muerte no llegaron a realizarse finalmente tras la muerte de Stalin.
¿Supone este episodio el inicio del antisemitismo soviético? Para Domenico Losurdo, esto no es prueba de ello: «El mismo 'complot de los médicos', en general aducido como confirmación del antisemitismo de Stalin, demuestra acaso lo contrario: después de todo, les confió hasta el final el cuidado de su salud. Y, por otro lado, entre los médicos acusados solamente algunos eran judíos y el 'complot' en su conjunto es descrito por los dirigentes y la prensa soviética como capitalista e imperialista más que sionista'».
Si bien este complot se ha demostrado como algo falso, cabría preguntarse si existieron motivos auténticos que causaran la paranoia. Al parecer, las sospechas sobre los médicos eran frecuentes en la Historia de Rusia. Así, un historiador israelí de origen ruso considera que la muerte del zar Alejandro III fue responsabilidad de los médicos alemanes que lo cuidaban.
Por su parte, un diplomático británico que se encontraba presente en Moscú durante el supuesto complot, llamado Joe Gascoigne, afirmó que «pensaba que probablemente los médicos del Kremlin eran realmente culpables de traición política».
¿Existen indicios de enlaces entre organizaciones judías y occidentales durante la Guerra Fría? Sí, aunque no durante el gobierno de Stalin, sino de Kruschev. El Mossad (servicio de inteligencia israelí) usó sus enlaces en la URSS y Europa Oriental para conseguir el Informe secreto de Kruschev y entregarlo a la CIA, que fue la encargada de difundirlo por todo el Bloque Occidental.
Por tanto, si bien el complot de los médicos fue descubierto como algo falso, las autoridades soviéticas tuvieron motivos de sospecha para ello. Como puede comprobarse, ni siquiera Kruschev identifica este trágico episodio con el antisemitismo y sólo algunos de los procesados eran judíos.
Pese a todo, este episodio fue usado desde Occidente (EEUU y Gran Bretaña) para desacreditar a la URSS, además de algunos historiadores como Robert Conquest o Eric Hobsbawm, ignorando los homenajes que la prensa israelí realizó a Stalin tras su muerte. Cabe destacarse que durante la denuncia del supuesto complot «un barrio residencial de Moscú lleva el nombre de 'Nueva Jerusalén': aquí tiene su dacha Ilya Ehrenburg, un intelectual judío que en la Unión Soviética cumple un papel cultural y político de primer plano, habiendo ganado el Premio Stalin, un reconocimiento alcanzado también por otros escritores judíos y 'algunos músicos judíos de fama internacional» (Domenico Losurdo).
De Kruschev a Gorbachov.
La Unión Soviética, al igual que el Bloque del Este, mantuvo sus relaciones diplomáticas con el Estado de Israel hasta el año 1967, cuando tiene lugar la Guerra de los Seis Días. Hasta entonces, el bloque comunista había favorecido las inmigraciones judías hacia el nuevo Estado.
«La ruptura de Israel con la URSS vino finalmente con la Guerra de los Seis Días de 1967. Israel ocupó territorio no acordado en las Naciones Unidas (Península del Sinaí, Cisjordania, Gaza, Altos del Golán y Jerusalén Este) y se posiciona abiertamente como partidario de EEUU».
Previamente, durante el gobierno de Kruschev, la URSS había apoyado a Egipto durante la Guerra del Canal de Suez (1956) frente al Reino Unido, Francia y, por supuesto, Israel. Sin embargo, como Kruschev menciona en sus Memorias, la URSS aún no deseaba romper sus relaciones con el Estado de Israel, manteniendo una postura ambigua entre Israel y el mundo árabe: «Le aconsejo que evite la guerra —le dije (a Nasser, presidente egipcio)—. Usted no desea verdaderamente la guerra, ¿no es así? ¿Desea destruir realmente a Israel? Si lo desea, está equivocado. Es un hueso demasiado duro de roer. Israel puede ser más pequeño que Egipto, pero los israelíes están más avanzados. Su Ejército se halla mejor preparado; su armamento es más moderno. Además, ustedes se encuentran en tal posición que, si inician una guerra, no contarán ni con la comprensión ni con la simpatía de otros países. Además, pondrán ustedes a la Unión Soviética en una posición extremadamente incómoda, puesto que, como saben, nuestro país votó en las Naciones Unidas por la creación del Estado de Israel. Añadiré de inmediato que sólo hicimos eso bajo presión, con graves reservas y con muchas condiciones. No necesito decirle que nuestro Partido jamás ha sentido simpatías por el sionismo. Siempre hemos considerado a los sionistas como un partido reaccionario burgués. Pero la cuestión no es esa. El Estado de Israel existe, y ambos debemos aceptar ese hecho» (Memorias de Nikita Kruschev).
La ruptura de Israel con la URSS vino finalmente con la Guerra de los Seis Días de 1967, como mencioné anteriormente. Israel ocupó territorio no acordado en las Naciones Unidas (Península del Sinaí, Cisjordania, Gaza, Altos del Golán y Jerusalén Este) y se posiciona abiertamente como partidario de EEUU. Durante este período, gobernaba Leonid Brézhnev en la URSS. Comenzarán severas medidas que disminuirán los privilegios de la población judía.
Los judíos soviéticos que tenían familiares en Israel, temían que la ruptura de las relaciones diplomáticas pondría en peligro sus vínculos con ellos. Otros simplemente eran meros simpatizantes del movimiento sionista. Ante esto, a lo largo de la década de los 70, miles de ciudadanos judíos de la URSS exigieron visados para poder salir del país (alrededor de 20.000).
Sin embargo, la victoria de Israel frente a los árabes armados por la URSS hizo que se les viera con recelo y en ocasiones como enemigos de la patria. A buena parte se les negó el visado aludiendo motivos de seguridad, pues temían que podrían desvelar secretos científicos a las potencias extranjeras que pondrían en peligro su integridad nacional. Esto ocurrió también durante el gobierno de Kruschev, según relata en sus Memorias.
En otras ocasiones, los judíos que exigían el visado debían abandonar sus puestos de trabajo para conseguirlo, y la demora para obtenerlo podría ampliarse a años. Esto los convertía en una especie de parias ante el resto de la sociedad. Otros eran depuestos de sus cargos, ya fueran políticos, militares o culturales. Entre este último sector destacan los bailarines Valery y Galina Panov, (el primero judío y la segunda no), los cuales solicitaron el visado en 1972,  siendo expulsados del Ballet Kirov y privados de la posibilidad de bailar en cualquier otra parte. Esto ha sido reflejado en la película El concierto (Le concert, 2009).
A este tipo de personas se les comenzó a denominar «refusenik», en hebreo «mesorav aliyá» (el que no está autorizado a realizar la emigración). El término tiene una alta carga irónica, siendo una mezcla del inglés «to refuse» (denegar) y el sufijo ruso «nik». Posteriormente, el término comenzó a emplearse contra cualquier disidente del sistema soviético, fuera o no judío.
Frente a estas presiones por parte de las autoridades soviéticas, se formó en la clandestinidad una contra-cultura judía que a menudo promovía el movimiento sionista. Destaca el panfleto titulado Porqué soy sionista o la obra poética de Jaim Najman Bialik, judío ucraniano. También se distribuía de forma ilegal la novela Éxodo, del novelista estadounidense León Uris. Existía, además, una organización secreta israelí denominada Nativ (Oficina de Enlace) que establecía lazos con los judíos soviéticos. Entre los judíos soviéticos marginados se levantaron algunos líderes como Yosef Mendelevich, Yosef Begun, Anatoly Sheransky e Ida Nudel, los cuales sufrieron la prisión o a trabajos forzados en Siberia. Sus organizaciones eran conocidas por sus partidarios como Los Prisioneros de Sión.
«No podemos hablar de antisemitismo soviético durante los primeros años de la existencia de la Unión Soviética. La política seguida por la URSS hacia el antisemitismo, su papel durante la Segunda Guerra Mundial o su apoyo a la creación del Estado de Israel son muestras de ello».
En 1987, con las reformas que el líder soviético Mijaíl Gorbachov (la Perestroika y las Glasnot) la rigidez con la que se concedían los visados finalizará. Sin embargo, la mayor ola de inmigración tendrá lugar en 1991, el mismo año en que se derrumba el sistema soviético y posteriormente en el 2001. No todos los judíos soviéticos optarán por Israel como lugar de residencia, sino que otros preferirán Estados Unidos.
Conclusiones.
No podemos hablar de antisemitismo soviético durante los primeros años de la existencia de la Unión Soviética. La política seguida por la URSS hacia el antisemitismo, su papel durante la Segunda Guerra Mundial o su apoyo a la creación del Estado de Israel son muestras de ello.
El complot de los médicos no fue tratado en la URSS ni fue visto así durante el gobierno de Kruschev como una lucha contra los judíos. Si fue, no obstante, aprovechado por el Bloque Occidental para cargar contra la URSS, de manera que, si anteriormente «detrás de Stalin están los judíos», como decía la propaganda nacional-socialista, ahora, tras haber conocido los horrores del Holocausto, se va a intentar demonizar a Stalin comparándolo con Hitler.
Sí existió, no obstante, restricciones contra los judíos durante la Era Brézhnev, existiendo el movimiento «refusenik». Sin embargo, las motivaciones de estas restricciones o marginaciones hacia personas judías estaban provocadas más por una profunda oposición a Israel que por teorías raciales.
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Pies de foto:
[Imagen principal] Nicolás Castell (2014) Antisemitismo soviético.
Bibliografía:
GREY, Ian, Stalin.
KRUSCHEV, Nikita (1975). Memorias. Barcelona: Editorial Euros.
KRUSCHEV, Nikita (1956) Informe secreto.
LOSURDO, Domenico. Stalin: Historia y crítica de una leyenda negra.
MARX, Carl. Sobre la cuestión judía.
THOMPSON, Ian. Primo Levi.
Radu Mihaileanu (dir.) (2009). Le Concert (largometraje, 118'). Coproducción Francia, Rumanía, Italia, Bélgica .